Salud

Sanjuaninos en la línea de fuego: trabajar haciendo frente al coronavirus como verdaderos centinelas

El hospital Ventura Lloveras es uno de los destinado a recepcionar casos positivos de COVID-19. Su infraestructura está equipada para hacer frente a la pandemia y su personal se capacita constantemente.
viernes, 17 de julio de 2020 00:00
viernes, 17 de julio de 2020 00:00

Tienen sueños, expectativas y muchas ganas de salir adelante. No están dentro de las edades de riesgo e incluso algunos llevan pocos años en la profesión. Sin embargo están muy bien capacitados y se animaron a tomar la posta para enfrentar una de las pandemias que más atemoriza al mundo entero: el coronavirus. 

A 60 kilómetros de la Ciudad de San Juan, se encuentra el hospital Ventura Lloveras. Allí un grupo de profesionales trabaja intensamente en la tan llamada "línea de fuego" atendiendo los casos considerados sospechosos de COVID-19. Por ese lugar ya pasaron 15 personas cuyos test rápido les dio positivo pero al momento de ser hisopados, solo 1 fue confirmado con coronavirus. En ese proceso, profesionales de diferentes sectores de la sanidad aplicaron los conocimientos adquiridos en la época de capacitación para evitar contagios y asistirlos de la mejor manera.

"Es grato para mi que el equipo respondió a la altura de las circunstancias. Desde febrero comenzamos con capacitaciones para todo el personal, desde limpieza y maestranza hasta médicos y enfermeros. Se capacitaron en técnica como salud mental. Los equipos de salud mental trabajaron con los distintos agentes del hospital, microhospital y puestos. Tenemos 14 puestos sanitarios que han seguido dando respuestas bajo protocolo y eso contuvo la demanda", comenzó explicando la doctora Analía Ríos, directora del nosocomio, a Diario La Provincia SJ.

El área COVID-19 está restringida para la circulación de cualquier persona ajena al sector

El hospital es referente de coronavirus en San Juan. El mismo está dividió en 2 alas, claramente separadas: COVID y LIBRE. Los que llegan hasta el lugar deben cumplir un circuito específico de entrada donde se hace el Triage, que es donde se consulta las condiciones del paciente, se lo entrevista, se toma la temperatura y se deriva. 

En el área COVID hay un equipo de 7 médicos y 14 enfermeros dedicados exclusivamente a este sector y que por nada del mundo entran en contacto con los profesionales del área LIBRE de COVID. Para estar ahí se capacitan de manera permanente ya que la enfermedad va presentando cambios constantemente. 

Para un lado está el área COVID-19. Para el otro el LIBRE de COVID-19

"Esa capacitación permite que el equipo esté preparado para recibir a los paciente. En un primer momento el personal del hospital tuvo dudas y temores y se tuvo mucho tiempo en la preparación. Eso llevó a la tranquilidad y hoy sienten que están haciendo Patria. Uno se sorprende gratamente de la respuesta del equipo. Actúan bajo el protocolo. Somos todos centinelas y todos nos vigilamos porque estos casos pueden aparecer y no nos puede atrapar desprevenidos", agregó. 

Desde marzo el equipo recibió casos sospechosos pero uno solo fue positivo que es el que fue detectado el 5 de julio. Es un transportista chileno que está alojado en un hotel. Actualmente tienen 2 cuyos test rápido les dieron positivo y esperan el resultado del hisopado. 

El consultorio donde atienden a los sospechosos 

Cada caso que llega al hospital señalado como sospechoso ingresa por un circuito cerrado e independiente a través de un pasillo que conecta consultorios externos con el internado. También tiene bocas donde llega la ambulancia para que no ingrese por otro lado. 

"Actualmente tenemos 2 pacientes en estudio. Ellos ingresan a la provincia y se activa el protocolo en San Carlos. Mandamos la ambulancia para el traslado sospechoso o positivo de test e pasan al internado por una puerta alternativa dentro del circuito, diferenciado del resto del hospital. Estos pacientes se estudian a la espera del hisopado. Hacemos control clínico porque son personas que se ponen muy nerviosos con el test. Además del examen clínico, medimos signos vitales, detectamos si hay hipertensión porque generalmente se ponen hipertensos", destacó.

Además de la salud física, un equipo de psicólogos toma intervención para atender a esa persona que le dio el test rápido positivo. Tras enterarse que tiene o tuvo la enfermedad, ese paciente atraviesa un sinnúmero de dudas y preocupaciones que deben ser abordadas por profesionales de la salud mental para que no se desanime. 

Laura Nesman es psicóloga del hospital y es otra de las personas que trabaja en la línea de fuego del nosocomio. Ella es una de las que está afectada al área de COVID-19 y le tocó trabajar con transportistas que sufren la incertidumbre que genera la enfermedad.

En la zona Triage se evalúa a qué sector se deriva a los pacientes

"Hemos estado atendiendo a la gente aislada que llega al hospital. Se le brindaba apoyo y contención", detalló Nesman quien subrayó que se trabajó más puntualmente con el hombre al que le dio el PCR positivo para amortiguar y bajar la angustia que genera la enfermedad. "Sufren mucha incertidumbre. Primero aclaramos algunos temas y que sepan que las sensaciones que viven están dentro de la normalidad. Es normal sentir miedo, angustia, temor de contagiarse. La mayoría tenía miedo de contagiar algún familiar", informó subrayando que el mensaje apunta a que "sienta seguridad que esto iba a pasar". 

El desafío de ser encargadas de enfermería de la noche a la mañana

Erica Videla tiene 31 años de edad y 5 años de experiencia en enfermería. En marzo pasado disfrutaba de sus vacaciones con su marido cuando un llamado telefónico la llevó a cambiar sus planes y volver al hospital. Allí le propusieron hacerse cargo del área General, teniendo bajo su responsabilidad a los 16 enfermeros del área COVID-19. 

"Me tomó por sorpresa porque venía de vacaciones de verano y me llamaron que tenía que presentarme a trabajar de encargada porque la persona que estaba anteriormente estaba embarazada y entró en licencia por ser factor de riesgo. Fue muy difícil porque justo fue una cuestión de cambio. Había que rearmar todos los espacios, patologías comunes, pacientes COVID, y planificar todo. Fue un cambio muy brusco pero no se podía esperar", explicó.

Segura al hablar y con la tranquilidad que le da el conocimiento, Erica divide sus días entre el hospital y el puesto de control de San Carlos. En ambos lugares tuvo que atender a casos sospechosos y de esta forma enfrentar un factor común a todos los que atraviesan por ese lugar: desplazar los miedos.  

"A pesar que somos enfermeras que nos dicen que no hay que tener miedo, somos seres humanos. Nadie se imaginó que íbamos atravesar una pandemia. Es un virus que casi nadie sabía mucho. Es difícil porque todavía cuesta acostumbrarse a esto porque hemos cambiado nuestro modo de trabajar. Ahora para todos los pacientes tenemos que ponernos equipo de protección personal", señaló y luego subrayó: "a medida que fuimos capacitándonos, entendimos más de la enfermedad como todo el mundo, sabiendo más de qué se trata y el miedo fue disminuyendo".

"Siempre les digo a las chicas tranquilidad, sabemos que hacemos las cosas bien, no nos apuremos, nos tranquilicemos", subrayó.

Ese mismo espíritu lo comparte Yohana Quinteros. La enfermera tiene 29 años de edad y hace 4 que ejerce esta profesión. Al igual que Erica, se hizo cargo del Servicio de Urgencia a partir de que su jefe entró en licencia por estar en un grupo de riesgo. Pese a su corta edad, tiene a cargo 13 enfermeros a quienes les transmite siempre una frase que recibió de su madre que también es enfermera.

"Me dijeron 'en una pandemia no hay urgencia', así que es tratar de cuidarse y cuidar a los demás. Un error que cometa uno involucra a los compañeros. La idea es estar tranquilos y hacer las cosas bien", surbayó.

Yohana es mamá de un niño chico y vive con sus padres y hermanos que también son enfermeros. El día que se enteró que debía hacerse cargo de la guardia no lo podía creer pero lo tomó con mucha responsabilidad y ganas de dar todo para estar al frente de la batalla a la enfermedad. 

"Fue  duro porque era la primera vez que me hacía cargo de un servicio y también hubo muchos cambios. Se dividió la guardia en una respiratoria, una guardia limpia y el área COVID. Hubo mucho miedo y angustia por parte del personal y fue bastante difícil. Pero sentimos que vamos pasando por fases. La fase de tener miedo fue al principio y pasamos a una fase de estar ansiosos. Ahora a una de incertidumbre de no saber qué va a pasar y cuánto durará", agregó.

Para ella su vida cambió 100% a partir de esta pandemia pero destaca que, a diferencia del escenario que se vive en otras partes del país o mundo, en Sarmiento no ha sentido agresiones de sus vecinos ni recibido bullying. "Siempre nos agradecen y valoran mucho lo que estamos haciendo y por estar en la primera línea", finalizó.

Cada uno de los integrantes del equipo sanitario está escribiendo la historia del coronavirus en San Juan. Si bien el virus no está circulando, Sarmiento es la puerta de ingreso a la provincia, de personas provenientes de puntos geográficos donde el virus dejó de ser importado. Este "puñado de sanjuaninos" hace patria cuidando a todos los residentes de la provincia como verdaderos centinelas. 

La mayoría de las puertas para acceder al área COVID-19 están precintadas 
El comedor estaba diseñado en una primera instancia para que fuera sector COVID-19 ante una gran demanda
La desinfección es fundamental y se realiza después de que se atiende a cada paciente

 

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