En pandemia

Historia en pandemia: vivir frente a un control limítrofe en San Juan y cambiar la rutina para evitar el coronavirus

La casa se ubica a menos de 500 metros del control policial y sanitario de El Encón donde detienen su marcha todos los que ingresan a San Juan.
miércoles, 12 de agosto de 2020 00:00
miércoles, 12 de agosto de 2020 00:00

A lo lejos se ve el puesto sanitario. El silencio invade el lugar y los sonidos de la naturaleza son música para los que llegan proveniente de la ciudad. En esa "esquina" hay una casa, cercada con alambrados, sin rejas en las puertas ni ventanas. Un gran cartel que dice "Se venden chivos" fue por años un "imán" para los transportistas y turistas que a su salida o ingreso a la provincia decidían llevarse ese "tesoro" de su paso por ahí.

Hoy el escenario es diferente. El paso de un camión por la ruta 20 quiebra esa tranquilidad sin detenerse y bajo la mirada atenta de los pobladores de El Encón, ubicado a 113 kilómetros de la Ciudad de San Juan. En esa esquina sólo quedó el cartel, ya no venden chivos por miedo y precaución. Los dueños de la casa son una madre y su hijo que prefirieron poner un freno a esa actividad comercial para evitar que cualquiera que ingrese a la provincia se acerque hasta ahí con el riesgo de tener coronavirus.

"Es un punto clave éste pero estoy acostumbrado a este movimiento. Siempre fue así. Mucho no cambió la cantidad de camiones que transitan habitualmente a lo que es ahora. Sí hay un punto que al pueblo le da miedo y es que el control esté tan cerca porque se está complicando la cosa", expresó apoyado en el alambrado de su casa, Hugo Fernández (26) a Diario La Provincia SJ.

Mientras habla, un camión transita a paso lento porque metros antes fue detenido por el control policial y sanitario del lugar. Allí se chequea que la banda de "En Tránsito" siga inviolable en las puertas de los camiones que no paran en la provincia o que el que sí debe descargar tenga una de las 2 pruebas de coronavirus realizada en los últimos 7 días en San Juan. De lo contrario, esos camioneros detienen en el control su marcha para someterse al test rápido de sangre o el hisopado.

"Hay que tener una cuota de realismos que los camioneros y la gente que pasa por acá ayudan mucho al pueblo porque hay gente que no tiene laburo y sale a vender café y ellos les compran. Los que tienen comedores necesitan vender e incluso los que venden chivos. Ahora es tiempo de vender y ayuda muchísimo con los camioneros. Además es importante reconocer que ellos son personas y andan laburando", agregó Hugo.

La familia Fernández trabaja hoy vendiendo pan y semitas a la comunidad que vive en el lugar. Ambos saben que no es lo mismo que vender chivos pero que es algo que permitirá seguir adelante hasta que todo esto pase.

"Los camioneros vienen a comprar pero nosotros dejamos de traer con mi vieja por el mismo motivo del coroanvirus, es un riesgo grande. Hemos parado, hace más de 15 días que no traemos, por esto mismo y está complicado", explicó el joven que valora mucho el trabajo de quienes están en el puesto de control.

Es que dentro de él hay una "llamita" que está latente y es el que le dio haber estudiado para sumarse a las fuerzas de seguridad de la provincia. Hugo se recibió en la carrera para ejercer como agente penitenciario y está esperando que lo nombren. Sabe que eso significará dar un gran paso en su vida, ya que sería despedirse de ese lugar tranquilo donde vive. 

"Me gusta mucho ese trabajo, además de que lo principal para mi en este momento es conseguir algo seguro porque tengo una hija y un hijo que criar. Además quiero que sea vehículo para luego estudiar otra cosa más. Primero lograr una estabilidad e irme de acá. Sé que eso sería lo más difícil pero son metas que hay que aceptar porque acá no hay muchas más posibilidades", confesó.

El joven tiene una hija de 3 años y un bebé de 8 meses de edad que por este contexto nacional de salud que invade al país, viven con su mamá y abuela en la localidad de La Chimbera en 25 de Mayo. Cada tanto, el joven trae a su hija a la casa que está a metros del control, pero para él es un riesgo porque además debe hacerlo en el transporte público de pasajeros porque no tiene movilidad propia. 

"La realidad es muy difícil porque uno quiere ver a los niños pero es entendible. Incluso parte de mi familia está en San Luis y hace más de 4 meses que no vienen a visitarnos por todo esto que pasa. Es complejo pero bueno", lamentó.

Al hablar deja al descubierto un miedo que está latente todo el tiempo: al contagio. El pueblo de El Encón es chico, viven no más de 400 personas todos dispersos en la zona rural pero sabe que si uno se contagia se puede generar un efecto dominó.  

"Un contagio que haya, inmediatamente vamos a sonar todos porque es muy chiquito esto y todos tenemos contactos con todos. Todos vamos al mismo almacén, todos a la misma carnicería. Nos juntamos porque somos todos parientes. Sin querer se puede contagiar la familia y así se va extendiendo. No salir mucho es la medida de cuidarnos. Yo no salgo mucho y si lo hago, salgoo con el barbijo, con alcohol en gel en las manos. Pero acá casi todos se encomiendan a Dios porque esto es así, depende de él", finalizó.

 

Comentarios