Historias de cuarentena

Matías, el sanjuanino al que la pandemia no pudo frenarle su bici y sigue rumbo a Qatar

El joven lleva 6 años pedaleando y ya recorrió 52 países. La cuarentena dilató los tiempos de su recorrido pero logró mantenerse sano y retomar su viaje, tras superar algunos obstáculos.
jueves, 23 de julio de 2020 00:00
jueves, 23 de julio de 2020 00:00

“El camino puede variar pero no mi destino”. Así define Matías Amaya lo que le tocó vivir este año en el que tras 6 pedaleando por Europa y Asia (ya atravesó 52 países) tuvo que parar obligadamente por la pandemia de coronavirus. Lo que más le costó al sanjuanino fue precisamente eso: que su libertad tuviera un freno obligado en Grecia, país en el que no pudo continuar su recorrido previsto por las restricciones impuestas por las autoridades del país. Justamente él que, según relata a Diario La Provincia SJ, siente que transita una cuarentena hace tiempo.

Es que su bicicleta y su equipaje, colmado de carteles, banderas y souvenires son sus fieles compañeros y signos distintivos por donde va. Ahora mismo, lo han acompañado hasta Suiza, país en el que lo han recibido cordialmente y así, reencontrado con el estado de vida que ama, dedica un momento a charlar con este diario que, a su vez, lo conecta con el San Juan de sus afectos.

Amaya viaja por rutas y caminos que atraviesan inmensos campos.

“No tuve ningún problema, vivo en cuarentena desde hace tiempo. Es decir, me la paso solo durante varios días a la semana, duermo en la naturaleza lejos de las grandes ciudades. Es por eso que había escuchado algo con respecto a un virus, pero estaba desentendido de lo que pasaba a mi alrededor. Generalmente no tengo WiFi y no veo ni escucho radio”, comenzó su relato.

Así, en esa verdadera “burbuja”, apelando a las palabras que tomaron fuerza en el vocabulario de pandemia, Matías seguía su ruta con tranquilidad. Nunca imaginó que no iba a poder sortear el fuerte freno que la pandemia le puso a todo.  “Estaba circulando por Grecia, de isla en isla, hasta que llegué a Atenas. La noticia de que pasaba algo en algunos países llegó a mis oídos, pero eso no me importaba al comienzo”, detalló. “Como estaba lejos de mi casa, decidí aislarme de la sociedad, busqué refugio en las montañas para no molestar. Las calles por las que pasaba, quedaron temiblemente tranquilas. Solo en los hospitales había filas. Esto es una locura sin presente. Más extraño fue ver que este problema hizo a las personas despertar. Solo vamos a resolver este problema, si todas las personas del planeta tierra, deciden se ayudar. Estando en mi tienda de campaña pude ver que esta pandemia reveló nuestra insignificancia, destrono nuestra arrogancia y ambición”, reflexionó.

Y es que en sus planes ya se había infiltrado la pandemia. “Al salir de Atenas y mientras los días seguían, tuve que hacer parada obligatoria en la mitad del país. Me refugié en una caseta abandonada de tren”, señaló. En ese momento, nuevamente en soledad, Matías se las arregló con lo que llevaba hasta que necesitó ingeniárselas para salir a comprar (“tenía que dar muchas vueltas”, dijo)  y sobre todo, destacó que cuidó el lugar que le sirvió de refugio. Lo mantuvo limpio y cuidado, en la tensa espera por poder retomar viaje. Sin embargo, se encontró con algo peor que el COVID en sí mismo: la falta de solidaridad.

“Unos paisanos llamaron a la policía y me tuve que ir. Fue así que emprendí mi viaje hacia la montaña Olimpo, la más alta y grande de Grecia. Al paso de unas semanas, me dirigí a la frontera con Macedonia y ahí la policía no me dejó avanzar”. Otra vez, un freno en el camino de Matías que empezó a pesarle en marzo y le duró hasta junio, de acuerdo a lo que relata a sus seguidores en las redes sociales en las que comparte en detalle lo que vive en su viaje.

“Me dieron un departamento por un mes gratis y después pasé otro mes en casa de la policía que me frenó el primer día”, señaló. En esa nueva soledad, que atravesó entre paredes y muy lejos de los espectaculares paisajes que eran su refugio, escribió varios posteos en los que describió cómo se sentía en cuerpo y alma.

 “Ahora que estoy en casa, no quiero salir ahí afuera, hay tanta enfermedad, la gente no se da cuenta de lo que le puede pasar, hasta que llega a un hospital, yo les digo, mejor no salgan a pasear, y piensen en su familiar, solo sal, si tienes que ir a comprar o trabajar, pero dejemos las calles libres para las ambulancias, que son las que vienen y van”, detallaba. Y remarcó, “por eso, escribo y lloro, para lavar el mal sabor del paladar, hasta la médula quisiera donar, ¿cuántas vidas se pueden salvar?, yo tengo fe, que ese virus no me va a atrapar, por eso, quisiera hacer un mínimo por la humanidad, no puedo arreglar lo que antes hice mal, es un dolor que llevo en el pecho”.

Nuevo saludo, en la vuelta al ruedo.

Gracias al apoyo de la efectivo policial y su familia con la que convivió, atravesó los días con una mirada distinta y siempre recibiendo el apoyo de sus seguidores en las redes sociales.

De cara a un nuevo amanecer

“Me sentí bien al comienzo, hasta la caseta de tren. Ahí estaba viajando acompañado, la policía solo estaba para prevención y no para prohibir la circulación. Aquí la pandemia se vivió de una manera diferente”, continuó Matías ya plantado en una realidad distinta; en otro país para descubrir.

Superada la fase de aislamiento, reconoce que “nunca tuve miedo, no creo en esas cosas. Creo más en el poder de la mente y en la voluntad de las personas. Nadie está aquí para hacer mal a nadie, y si no lo conozco, no lo juzgo. Creo que esa persona está tomando las precauciones necesarias para no propagar más el coronavirus, como lo estaba haciendo yo. Cuando iba al supermercado a comprar, lo hacía con guantes, barbijo, y después en cada súper, hay alcohol en gel y toallas desinfectantes. Por eso no tenía miedo, además, mi sistema inmune está muy alto por la manera cómo estoy viviendo mi vida”.

El sanjuanino viajero, más allá de sus horas en soledad, está conectado con quienes tanto lo quieren en nuestra provincia. “Estoy en contacto con mi familia cada vez que tengo WiFi. Por lo general, hablo 3 a 4 veces por semana. Tenemos una relación maravillosa, ellos me apoyan mucho en mis decisiones y están felices de que estoy haciendo realidad mi sueño y el de muchos más”.

Precisamente, y a la distancia, vivieron con gran alegría que Matías volviera a su camino en la “nueva normalidad del coronavirus”. “Mi regreso a la ruta fue maravilloso. Estar de nuevo sintiendo el viento en mi cara, escuchar a los pájaros cantar, acostarme mirando la Luna y despertar viendo los primeros rayos de Sol. Ese fue un día perfecto para mí: volver a la ruta y al contacto con las personas. Mi destino es llegar a Qatar en el 2022, el camino puede variar pero no mi destino”.

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