Activista liberada

Camila Speziale: "Tranquila voy a estar cuando me den un pasaje a casa"

La integrante de Greenpeace dijo que está contenta pero que hasta no volver a su hogar no estará relajada. Relató la rutina durante su encarcelación y señaló: "No soy la misma. Me siento más grande"
domingo, 24 de noviembre de 2013 14:09
domingo, 24 de noviembre de 2013 14:09
Luego de haber estado detenidos durante dos meses en San Petersburgo, Rusia, los activistas argentinos de Greenpeace Camila Speziale y Hernán Pérez Orsi fueron liberados bajo fianza la semana pasado. Ambos fueron detenidos el 19 de septiembre pasado al intentar denunciar de manera pacífica los riesgos ambientales de la extracción de petróleo en el Ártico que pretende realizar la empresa energética Gazprom, socia de Shell.

Sin embargo, los activistas no pueden abandonar Rusia, ya que, a pesar de estar fuera de prisión, hay un proceso judicial en desarrollo, mientras que los cargos por piratería y vandalismo, que podrían significar entre 8 y 15 años de cárcel para los ecologistas, siguen vigentes.

"Yo no estoy tranquila. Estoy contenta. Pero tranquila voy a estar el día que me den un pasaje y vuelva a mi casa", señaló Camila Speziale al diario Clarín, donde la esperan sus cinco hermanos menores, sus amigas y su carrera de fotografía, así como otras causas relativas al medioambiente.

La mamá de Camila viajó a San Petersburgo para estar junto a su hija y ambas pasearon por la ciudad tras la liberación de la joven.

"Pensaba: esto no está pasando. ¿En qué momento me vienen a buscar para llevarme de nuevo? Pensaba tonterías: los edificios son hermosos, qué lindo que es el cielo", contó en relación a su liberación.

Sin embargo, Camila relató que aún no se relaja y que le costó dormir desde el jueves. "Sentía que de un momento a otro iba a aparecer un tipo y decirme que es la hora de la inspección", señaló, al tiempo que manifestó su preocupación por otros dos activistas que aún permanecen encarcelados.

Según relató, "el fin de semana en la cárcel es horrible", dado que, durante la semana recibía visitas del cónsul o los abogados, actividades que se interrumpían durante sábado y domingo. Por ello, explicó que se le hacía "larguísimo".

Consultada acerca de qué hacía en esos momentos, respondió: "Pasaba de mirar tele, a leer, a quedarme mirando el techo, a escribir. Y así. Y llegaban momentos en que no tenía ganas de hacer nada. Intentaba hacer ejercicios, algo...".

La primera celda en la que estuvo alojada tenía una media de dos metros por cuatro. Luego, fue mudada a otra de mayores dimensiones, en donde estaba con otras dos mujeres, de Ucrania y Kazajstán, detenidas por ser inmigrantes ilegales, explica la joven.

"Con la de Ucrania, Sasha, de 30 años, establecí una relación. Nos enseñábamos algo de nuestro idioma. Me decía: '¿Té o café?' o '¿querés ir a la caminata?", relató Camila. Asimismo, contó que el lunes pasado, tres días antes de ser liberada, debió consolar a su compañera, ya que le fue anunciado que su condena se extendería un mes más.

"Yo tengo una organización detrás que se ocupó, que me hacía llegar comida, ropa, cartas. Esta chica no tenía nadie con quien hablar, nada" dijo la joven y añadió que le enviará parte de la ropa que le mandaron a Sasha.

Camila además detalló cómo era la rutina durante su encarcelación: se levantaban a las 6 y se encendía la radio. Media hora después le traían el desayuno, una taza de té, pan  "y algo parecido al arroz con leche". Luego, a las 8 era el momento de inspección, cuando los guardias entraban a revisar la celda y consultarle si estaba todo bien. La joven destacó que aquello transcurría con buen trato.

A las 13, era hora del almuerzo, que generalmente consistía en una sopa de papa con cebolla, a veces con pollo o pescado o, algunas veces, fideos, según describió. Por la tarde, a las 16, era el momento de la caminata, lo que se extendía por una hora, mientras que a las 18 recibía la cena. Luego de una nueva inspección a las 20, era hora de irse a dormir.

Camila dijo tener un "mecanismo de defensa fuerte", ya que aun cuando le dijeron que se quedaría dos meses encarcelada, ella pensaba que se irían en unos días. Asimismo, explicó: "Yo pensaba a corto plazo. A la una terminaba de comer  y solo pensaba que a las 16 iba a salir a caminar". Sin embargo, añade que las mañanas eran difíciles.

Durante su encarcelación, relató, no estuvo en contacto con Hernán Pérez Orsi, el otro activista argentino. Recibía noticias de él mediante el cónsul.

Finalmente, la joven dijo que la experiencia que debió atravesar la dejó cambiada: "No soy la misma. Me siento más grande. Haber estado ahí...yo intento buscarles el lado positivo a las cosas. Pensaba que si estaba ahí era por una razón, que tenía que aguantar", contó.

"Pensé mucho en lo que tengo, las cosas simples: mis hermanos, mirar una película con ellos, hacerte un café con leche, mirar a mi viejo caminar por casa, abrir la puerta de casa y salir a la calle. Las cosas del día a día que no se aprecian hasta que estás en un momento feo", concluyó.

 

Fuente: Infobae

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