Historia

Brisa, "guerrera" de 7 años: sufrió quemaduras en su cuerpo y hoy irradia alegría en el hogar

Brisa Matamoro sufrió la quemadura de su cuerpo el 16 de junio en su casa de Villa Unión, en Pocito. Hoy está recuperada y es muy feliz con sus hermanos y padres.
lunes, 5 de octubre de 2020 00:00
lunes, 5 de octubre de 2020 00:00

Tiene una alegría que contagia. Se ríe, no se queda quieta para nada, agarra una muñeca y luego otra. Brisa Belén Matamoro tiene 7 años y en junio sufrió el peor momento de su vida: su cuerpo se prendió fuego y producto de las graves heridas terminó 52 días internadas, de las cuales 7 estuvo en terapia intensiva, luchando contra la muerte. Hoy disfruta a pleno su recuperación, al lado de sus hermanos y bajo el cuidado y atención permanente de sus padres.

Los médicos y enfermeras se refieren a ella como "la nena del milagro", "la guerrera". Sus seres queridos aseguran que esos calificativos reflejan realmente lo que ella vivió y mientras su mamá comienza a contar cómo fue aquella noche, que gracias a Dios no terminó en tragedia, Brisa aclara contundente: "pero ya estoy bien".

El hecho que le dejó marcas para toda la vida sucedió el 16 de junio en un rincón de su casa de calle Aberastain, entre calles 17 y 18, en la Villa Unión, Pocito. La pequeña se había puesto un vestido de princesa que le dio su hermana y veía televisión cuando las brasas de la estufa generaron fuego en esa ropa que tenía puesta. Hoy ese lugar de la vivienda ya no tiene la estufa de adobe, fue derribada, y la pared fue pintada, sin embargo aun se puede ver la mancha que dejó el fuego en ese espacio.

El lugar donde estaba la estufa hoy tiene un cajón sobre el que juega Brisa y sus hermanos

"El fuego le agarró la cola del vestido más la calza. Las piernas fueron lo más afectadas y el cuello. Tiene injerto en el cuello y en las dos piernas. En la parte de la cintura también y en la espalda. Lo que se salvó fue el pecho y los brazos que no tiene nada. El resto del cuerpo completo", comenzó explicando Romina Bravo, la mamá, a Diario La Provincia SJ.

Como no había agua cerca para apagarla, el papá de la pequeña, Pablo Matamoro, le sacó el vestido porque era lo que ardía. Producto de esto, ellos se quemaron las manos. Pero la peor parte se la llevó Brisa quien hoy recuerda aquel hecho con mucha madurez y trae a la memoria cuando llamaba a su papá para que la ayudara o "viajaba" por primera vez en ambulancia. 

"Tuvieron que intubarla. El cuello se inflamó muy rápido. El accidente fue a las 21 y cuando a la 1 entramos a verla a terapia tenía el cuello inflado. Los médicos me dijeron que si no ponían el tubo le podía dar un paro cardiaco esa noche. Fue muy grave lo que pasó", explicó la mamá quien destacó que el tiempo que estuvo internada fue muy duro también por las restricciones que derivaba de la pandemia. 

Es que por los protocolos de Salud Pública de prevención frente al coronavirus, durante los primeros días de internación, Brisa no podía quedar acompañada por algún familiar y tampoco los padres podían quedarse fuera del hospital. "Tenía que entrar 20 minutos yo y 20 minutos el papá, por separado", recordó la madre y agregó: "por la pandemia no podíamos entrar juntos. Era verla un ratito y venir a la casa. Estar con el miedo, cuando sonaba el teléfono de que ya pasaba algo, estaba re asustada. Íbamos y veníamos. No nos permitían que estuviéramos en los alrededores. Teníamos que ir y venir". 

Durante ese tiempo, su recuperación fue lenta pero con paso firme. Tuvo que someterse a curaciones que "eran impresionantes" y que necesitaron, incluso, 3 transfusiones de sangre. Paralelamente las cadenas de oraciones se multiplicaban una detrás de otra. La gente, sin conocerla, pedía por su recuperación y seguía atenta su progreso en la salud hasta que el 7 de agosto fue dada de alta.

Hoy Brisa sigue con la etapa de consulta y algunas curaciones cada dos semanas. Para evitar que queden más secuelas usa una calza ortopédica que cuesta 16 mil pesos. La misma comprime para que no se le forme los queloides, cicatrices duras, y si bien "llorisquea" cuando la bañan, algo que antes no ocurría, no siente dolores en su cuerpo. Su larga cabellera, que antes llegaba a la cintura, hoy está bien cortita porque tuvieron que raparla para evitar cualquier infección. Pero todo esto no le quita la sonrisa a la pequeña que hoy es ejemplo en la familia de superación.

"Cuando sea grande me gustaría ser doctora, como la doctora Cecilia. Es muy buena", aseguró Brisa haciendo referencia a la pediatra Cecilia Giannantonio, del Hospital Marcial Quiroga, que es quien, con el cirujano plástico José Rodriguez, llevan adelante su recuperación.

"Ahora me gusta jugar a las muñecas, con todos. Con los perros no porque tienen piojos pero al gatito sí, rasguña un poco. Pero me gusta ver dibujos y jugar", agregó la pequeña con una enorme sonrisa. 

Hoy para poder afrontar la difícil situación económica, su mamá vende supremas y está preparando bandejas con kits para desayunos por el Día de la Madre. De cerca sus hijos, Magalí (12), Kiara (8), Brisa (7) y Mateo (5) acompañan alegrando el lugar.

"Agradezco a toda la gente que me ayudó en ese momento. Fue muy difícil pero ahora estamos felices", finalizó Romina. 

 

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