Opinión

Je suis Kenia

domingo, 12 de abril de 2015 01:50
domingo, 12 de abril de 2015 01:50
Por: Ivan Grgic 
 
Un grupo estaba constituido por periodistas gráficos, especialmente humoristas; el otro se conformaba con estudiantes universitarios casi en su totalidad. Ambos fueron asesinados por grupos afines al extremismo ideológico musulmán.

Los primeros, franceses, eran parte del semanario satírico "Charlie Hebdo”. Mataron a 12 personas. Los segundos, keniatas, eran estudiantes de la Universidad de Garissa. Mataron a a 148 jóvenes e hirieron gravemente a otros 79.

Los humoristas tenían como bandera la crítica feroz de todo, con una autocensura limitada por sus propios intereses. Los estudiantes tenían como bandera estudiar, con la característica de ser cristianos. Los primeros fueron asesinados como venganza por sus dibujos. Los segundos fueron asesinados por no ser musulmanes. 

Con los primeros, el mundo se movilizó bajo la consigna "Je suis Charlie”, incluyendo a líderes políticos y religiosos, con innumerables artículos en todos los idiomas que defendían la libertad de prensa, condenando a los intolerantes. Por Francia el mundo clamó. Los estudiantes de Kenia sólo tuvieron alguna mención periodística, una gran condena de Francisco, actos en Kenia…y nada más. Por Kenia el mundo calló.

La repercusión y movilización mundial de los escritores del semanario francés tuvo su fuerza por ser periodistas. El silencio del mundo ante el asesinato de los jóvenes tuvo su debilidad por ser sólo estudiantes que querían estudiar sin manifestarse contra nadie.

El eco de los hechos de París se produjo por ser justamente en París. El mutismo de los hechos de África se estableció porque sucedieron en África.

La prerrogativa que fortaleció la movida global de los franceses tuvo el condimento especial de su posición religiosa, política y satírica. La simpleza que apagó los graves hechos de Kenia tuvo el aderezo de creer en el estudio, en Dios y en la alegría de vivir.

Por los franceses, miles de medios y comunicadores instaron a las comunidades a manifestarse y lo lograron. Por los africanos, miles de medios y comunicadores llevaron el disimulo a las comunidades para que no hagan nada.

Las personas de las comunidades en el mundo entendieron que había extremos en los dibujos de los periodistas franceses, pero nada justificaba su asesinato, menos si se ponía en riesgo la libertad de expresión en los medios. Las personas de las comunidades poco se enteraron del asesinato de los universitarios keniatas y poco valoraron la vida de esos jóvenes y la potencia simbólica de asesinar universitarios.

Para el mundo y los medios, la vida de 12 periodistas franceses asesinados en París por venganza  de sus dibujos tiene una energía infinita e irrecuperable.

Para el mundo y los medios, la vida de 148 universitarios africanos asesinados en Kenia por ser cristianos no tiene importancia, es algo pasajero y se puede reemplazar.

¡JE SUIS KENIA!

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