Fin de año... ¿Y después?

Sería lógico ensayar el ejercicio de observar qué hemos hecho durante el año y qué debiéramos hacer para mejorar la economía el año que viene.
domingo, 22 de diciembre de 2013 01:30
domingo, 22 de diciembre de 2013 01:30

Por: Raúl Moreno. Contador Público. MBA

Si bien todos comprendemos que el último día del año no es muy distinto a los 364 restantes, también sabemos que, por lo general, hay una sana costumbre de analizar cuál ha sido nuestra suerte en el año que concluye y cuál será nuestra suerte el año próximo.También sería lógico ensayar el ejercicio de observar qué hemos hecho durante el año y qué debiéramos hacer para mejorar la economía el año que viene.Si bien a fines del 2012 la situación económica del país no era de las más atractivas, no habíamos llegado a fin de año con protestas salariales y conmoción social. Es más, esto no había sido algo común o habitual en Argentina en los últimos años.


Recordemos que no hace mucho tiempo atrás la presidente disponía que los jubilados cobraran un plus de fin de año, algo que hoy es prácticamente impensado. La situación actual es bastante diferente, tenemos que concluir que, lamentablemente, todos los pronósticos en materia económica se cumplieron.El gobierno ya no puede disimularlo ni siquiera con la manipulación habitual de las cifras oficiales.

Desde el punto de vista internacional, el crecimiento de nuestros socios comerciales que nos benefició todo este tiempo, ya no es tan importante, de hecho, el economista Jim O´Neill, que acuñó en el año 2001 el término BRICS, por entender que el desarrollo económico mundial sería promovido por cuatro países fundamentalmente, estos países eran Brasil (el socio de nuestro país por excelencia), Rusia, India y China. Hace pocos días el mismo economista anunció que después de más de una década su aseveración ha quedado desactualizada y que, si tuviera hoy que acuñar una nueva sigla, sería MINT, pues los países que se convertirán en motores de la economía en el futuro serían México, Indonesia, Nigeria y Turquía, sin despreciar por supuesto la importancia que seguiría conservando China.

Pero no todo se lo debemos a un cambio de escenario internacional, también hemos cometido nuestros errores y sería civilizado reconocerlos. El más evidente, por estos días de cortes de energía, es la incapacidad que tuvo nuestro país en traducir en adelantos de infraestructura, el boom de precios de sus commodities, que supo disfrutar. Así, los productos nacionales perdieron competitividad ante el mundo sin haber sido capaces siquiera de escapar de la trampa de la pobre industrialización.

El segundo y también muy asociado al primero, es la incapacidad para transformar el gasto público en forma más eficiente, lo que llevó a elevar cada día más el gasto y, ante la imposibilidad de endeudarnos como en otros tiempos, acelerar la emisión de moneda fogoneando la inflación que, a su vez, nos llevó a una carrera sin sentido con el afán de mantener la ilusión de contar con un peso argentino fuerte.

 

En pocas palabras, tuvimos en nuestra mano el billete ganador de la lotería, lo cobramos, salimos una noche a gastarlo y nos despertamos a la mañana siguiente como si no hubiera pasado nada. El año que está por comenzar será tal vez el despertar en esa dura mañana.

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