Estudio científico

Día de San Valentín: Para la ciencia el amor reside en el cerebro no en el corazón

Desde la Universidad Favaloro aseguraron que el amor reside en el cerebro y que podría pensarse como una emoción secundaria más compleja que la alegría.
jueves, 13 de febrero de 2014 14:04
jueves, 13 de febrero de 2014 14:04

Parece que el amor, finalmente, no es una cuestión de corazón. Sino de cerebro. Así lo confirman una serie de estudios científicos que indican que  éste se genera por un complejo proceso químico cuya raíz no está en el símbolo del amor: el corazón.

Los estudios se remontan a varios años atrás. Las primeras formas de medición psicológicas naciones en los años '40. Sin embargo, fue en 2011 cuando la psicóloga Elaine Hatfield y sus colegas identificaron nada menos que 33 gradaciones del amor. Pero según indicó diario La Nación, en los últimos cinco años se multiplicaron los estudios que exploran sus misterios.

"Aunque es común vincularlo con el corazón, lo cierto es que el amor reside en el cerebro", afirmó en La Nación Ezequiel Gleichgerrcht, investigador del Instituto de Neurología Cognitiva y profesor de la Universidad Favaloro, que incluye el amor en sus clases de neurociencias.

Para este especialista, "el amor podría pensarse como una emoción «secundaria» más compleja que la alegría, el miedo o la tristeza y que "afianza los vínculos entre personas, asegura protección y continuidad".

Por su parte, Helen Fisher, antropóloga de la Universidad de Chicago asegura que, más que una emoción, el amor romántico es un impulso: "A lo largo de los años, descubrí que viene de la parte del cerebro que desea, que ansía", dijo durante un charla en TEDx.

A riesgo de resultar prosaicos, los científicos subrayan su naturaleza eminentemente química. Entre los mecanismos biológicos que influirían en la atracción, uno de los más mencionados -y discutidos- es el de las "feromonas".

"A diferencia de las hormonas -explica Gleichgerrcht-, el destino [de estas sustancias que funcionan como señalizadoras] está fuera del cuerpo que las produce. Algunas, como los esteroides axilares, no se activan sino hasta la pubertad y muestran que nuestra especie también se comunica a través de sustancias odoríficas. Serían detectadas por el «órgano vomeronasal», localizado entre la nariz y la boca. Aunque se observa en el bebe en gestación y luego parece atrofiarse, existen evidencias de que seguiría siendo funcional en la adultez".


 

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