Mundial de hockey sobre patines

Gracias por tanto, perdón por tan poco

Argentina perdió por quinta vez consecutiva una final del mundo ante España y volvió a demostrar que, a pesar de todo, sigue estando en el más alto nivel internacional.
domingo, 29 de septiembre de 2013 10:13
domingo, 29 de septiembre de 2013 10:13
Sin una planificación previa adecuada, sin los medios necesarios y con las limitaciones y mezquindades de siempre, la Selección Argentina de hockey sobre patines llegó a otra final 
de Campeonato del Mundo.
Pero fue mérito exclusivo de ellos.De los jugadores, del cuerpo técnico y los dirigentes de la Federación Argentina (FAHP). De nadie más. Los mismos que si no hubiesen llegado a ésta 
instancia en Angola hoy estarían siendo destrozados por las críticas maliciosas y malintencionados de todos.

De los hinchas a los que sólo les gusta ganar y nos les interesa nada más,pero sobre todo de 
aquellos que deseaban el fracaso por el sólo hecho de que al frente de la dirigencia está tal o cual persona, o en el cuerpo técnico o equipo, determinado integrante y no está el que ellos querían que esté.

Porque los que promovieron la desvinculación de San Juan y Mendoza de la Confederación Argentina de Patín (CAP) son de otra institución, o provincia que no es la mía. Porque si en esa coyuntura yo no estoy involucrado no me sirve que tenga éxito. Yo, mi club, mi provincia tiene que ser el padre de la criatura. Porque si por tantos años se peleó para separarse de la CAP y no se ha conseguido, justo ahora que no estoy yo la empresa va a tener éxito.

O por que a mí me conviene que la CAP siga manejando el hockey nacional. Porque tendré beneficios personales, para el club, mi provincia y hasta de los árbitros que dirigen en mi ámbito lo hagan en un Mundial, aunque haya otros mejores. O porque si el manejo pasa por la CAP yo voy a ser el técnico.

Por eso la historia de siempre. Argentina llegó al Mundial con un equipo que se juntó unos días antes para entrenar, tuvo que desdoblar prácticas entre San Juan y Mendoza para no despertar celos, no pudo contar con varios de los jugadores que eran número puesto en el equipo, convivieron hasta el final con la incertidumbre de saber cuándo y cómo viajaban y hasta si lo hacían juntos o separados o alguno se tenia que bajar del avión, como le pasó al mismísimo técnico que se quedó sin pasaje y llegó sobre el pucho a Angola.

Padeció el ya clásico y consabido hecho de no contar con indumentaria deportiva estando ya en el escenario del Mundial y lo que es peor, no pudo realizar la gira previa que había planificado por Europa para medirse con equipos que le indiquen el real nivel con el que llegaba a la competencia.

Y los que integraron la selección sabían que eso iba a pasar, porque es lo que sucede siempre. Pero decidieron ponerle el pecho. En la semana previa antes de partir, la mayoría de los ellos expresaron en las notas concedidas a Diario La Provincia que el grupo estaba muy unido y que por las ganas, el esfuerzo, el sacrificio, el hambre de gloria iban a llegar a la final.
 
Y ese hambre de gloria, el amor por la camiseta, la garra, la pasión, el sentido de pertenencia, el orgullo de vestir la camiseta celeste y blanca es lo que los puso cara a cara nuevamente con el mejor equipo del mundo.

¿Mejor porqué? Porque planifica a largo plazo y le da continuidad a los procesos. Porque compite permanentemente en el más alto nivel. Porque en la selección entrenan todo el año juntos, se conocen. Juegan el Campeonato Europeo, la Copa de las Naciones. Porque no improvisan nada, son profesionales ciento por ciento.

Parece poco, pero marca una diferencia abismal. Mientras ellos hacen eso, acá hay que esperar que los jugadores argentinas terminen con sus competencias allí para que se integren al trabajo de la selección. El tiempo que deberían tener para descansar se lo dedican al combinado nacional. Cansados tienen que redoblar el esfuerzo para superar la adversidad.

Todo se hace a contra reloj. Nunca se llega a un  proceso acabado que obliga a ir paso a paso. Sin aclimatación previa a conocer las diferencias entre las pistas que se jugará y las que se entrenó. A estudiar a los rivales, que se los conoce porque se los enfrentó o porque son compañeros de clubes, pero ese conocimiento es individual, personalizado y no del equipo en sí, en forma conjunta. España como selección en todo el sentido de la palabra.

Se volvió a llegar demasiado lejos. Con todos esos problemas, esas falencias, estar en una final del mundo es mucho más que meritorio. Más cuando atrás quedaron otras potencias que lo tienen todo, igual que España. Portugal que tiene por sombra negra a los nuestros. Además, Italia que hoy para colmo también pierde terreno. Pero el problema para ellos es la materia prima.

A Argentina, en cambio, es lo que le sobra. Sino vean que aún sin que hayan estado todos los jugadores que podian estar se llegó arriba, o que el Mundial estuvo plagado de talentos argentinos por la presencia de los nuestros en otros representativos. Martín Pallero en Angola, Juan Travasinno y Gastón de Oro en Italia, o Cirilo García y el Bebo Morales en Francia. O Miguel Belbruno dirigiendo a Brasil y Mauricio Lleras, el mendocino, a Chile.

Pero falta lo demás. Sobra talento, garra, sacrificio. Hace 14 años que Argentina llega a las finales de esa manera y no se hizo nada para evitarlo. Es tiempo de la unión de todos en el hockey o la fractura definitiva entre la CAP y FAHP. Este Mundial demostró que esa presencia de la CAP, tal y como se mostró, no le sirve de nada a Argentina. No aportó nada y más que soluciones puso trabas en el camino. Es hora de la que la FAHP tenga el reconocimiento internacional que merece. Si al fin y al cabo, en Europa y el resto del mundo cuando se habla de hockey sobre patines ni siquiera se dice Argentina, sino San Juan.

¡Gracias Seleción Argentina! Por otro subcampeonato, por pelearle mano a mano a Goliat, por haber dejado atrás a otros grandes que lo tienen todo. ¡Gracias por todo lo que dieron y perdón por tan poco que les dimos!




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