Cuando en un aula toman lista, la manera de responder en el momento en que mencionan mi nombre es decir “presente”. Significa “aquí estoy”, “vine”. Es de esperar que esa presencia sea activa, participativa. Para aprender no basta ocupar un lugar en el aula. En la vida social sucede algo semejante. Estamos convocados a dar el presente, con todo lo que eso significa. Sin embargo, hay una palabra que se va escuchando cada vez con mayor frecuencia, aun cuando es difícil de pronunciar: “PROCRASTINAR”. Según el diccionario de la Real Academia Española significa: “diferir, aplazar”. En el uso corriente se refiere a una forma de evadir o eludir responsabilidades y decisiones, usando otras actividades más placenteras como refugio. En el lenguaje común decimos “hacerse el distraído” mirando para otro lado.
La tendencia a buscar una vida cada vez más cómoda y “sin problemas” nos vuelve individualistas, egoístas y nos va achicando horizontes de sentido. Para quienes reconocemos a la humanidad como una sola familia debemos cuidarnos de estas tendencias tan frecuentes.
Este fin de semana se realiza en la Argentina la “Colecta Más por Menos”, una de las más conocidas en cuanto a emprendimientos solidarios. Con lo recaudado se sostienen servicios de promoción humana, actividades comunitarias que buscan paliar las consecuencias de la crisis económica y social. La pobreza creciente golpea de manera contundente y sin ideologías.
El lema que nos inspira este año expresa: “Para salvarnos hay que juntarnos y arremangarnos”.
El dolor de los hermanos y hermanas debemos tenerlo en cuenta hoy; mañana o la semana próxima puede ser tarde. Hay una urgencia que atender. Es sabia la expresión popular “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Para eso es necesario romper la burbuja en la que vivimos y pasar del yo al nosotros. Hace falta pensar en plural, en conjunto. Francisco nos insiste en que “nadie se salva solo”.
Es tiempo de desplegar sueños comunitarios para crecer en fraternidad. Anhelamos una sociedad con espacio para que todos los habitantes tengan una vida digna.
El compromiso nos lleva a poner manos a la obra, para lo cual hace falta arremangarnos. La exclusión reiterada de modo permanente hace que la “esperanza” sea una palabra vacía o una realidad débil, casi raquítica. Muchas familias repiten historias de exclusión generación tras generación.
La solidaridad, la cercanía, acrecientan la confianza. Transmiten expresiones de aliento que tienden una mano para salir de la postración.
Parafraseando el título de la Colecta, te invito a rezar y pedir “más ternura por menos agresión”, “más diálogo por menos soberbia”, “más amor por menos indiferencia", “más equidad por menos exclusión” El hambre es violencia; tengamos en cuenta a quienes más sufren esta agresión.
Cada 8 de septiembre se celebra en la Argentina la jornada de oración por la Vida Consagrada. Tenemos en cuenta a hombres y mujeres que se entregan por completo a Dios para el servicio de los demás en diversos carismas (regalos del Espíritu Santo) que enriquecen el rostro de la Iglesia.
Son como la punta de la flecha, que llega primero para abrir caminos. Con el ejemplo de fundadores y fundadoras, nos entregan grandes testimonios de santidad. Recemos para que no se achiquen ante los desafíos. El Papa Francisco les predicaba en febrero de este año que “a lo largo del camino de la vida experimentaron dificultades y decepciones, pero no se rindieron al derrotismo: no ‘jubilaron’ la esperanza”.
Dicen “presente” en las periferias de la salud, la dignidad humana, el vacío interior, el cuidado de la casa común. Están como Iglesia cerca de los pobres con la vida rota, llevando el consuelo y la fortaleza del Buen Samaritano.
Aportan experiencia de sinodalidad en el camino de construcción del Reino de Dios en este mundo concreto.
Tres cosas que te comparto:
Por adelantado les hago llegar un saludo afectuoso de modo especial a nuestros maestros y maestras.
Demos gracias a Dios por el viaje del Papa en Asia. Estamos contemplando imágenes y testimonios que conmueven.
En el mes de la creación profundicemos el compromiso por el cuidado de la casa común, don de Dios.