En un mundo donde las historias de deshonestidad y corrupción parecen ser la norma, la acción de Martín Eduardo Aguilar, un empleado municipal del Obrador de la Municipalidad de Rivadavia, brilla con una luz propia. Este hombre, quien trabaja en la sección eléctrica desde hace tres años, se convirtió en un símbolo de integridad y responsabilidad cuando encontró una considerable suma de dinero y decidió devolverla a su legítimo propietario.
El hecho ocurrió este viernes, alrededor de las 20 horas, cuando Aguilar estaba en el Obrador realizando su rutina habitual. Mientras esperaba que el viento zonda pasara y llegaran los reclamos vecinales por las consecuencias que éste produjo en los espacios públicos, notó que un sillón en una oficina cercana estaba desocupado. Al pasar junto a él, descubrió un fajo de billetes escondido en el respaldo del asiento del sillón. A pesar de la tentación, Aguilar nunca consideró quedarse con el dinero. Su primer pensamiento fue averiguar a quién pertenecía para evitar que otros se aprovecharan de la situación.
"Vi que el sillón estaba desocupado y al pasar por al lado vi la plata. No sé cuánto era exactamente, pero era un fajo con billetes de mil y de diez mil pesos. Lo primero que hice fue guardarlo en mi bolsillo y estar atento a ver quién podía ser el dueño. Nunca se me pasó por la cabeza quedármelo. Me preocupaba saber quién era el dueño para devolverlo", explicó Aguilar a Diario La Provincia SJ.
Después de un rato de observar la situación, Aguilar notó a un compañero de trabajo, que es encargado de la recolección, buscando algo desesperadamente. Su comportamiento inquieto y las distintas acciones que hacía entorno al sillón le indicaron que él podría ser el dueño. Lejos de actuar rápido, decidió seguir observando para no caer en el error.
"Me dije 'a él se le ha perdido algo' y lo miré nomás. Me quedé yo ahí para estar seguro. Él entró a la oficina, salió de nuevo y se lo veía mal. Se me cruzó que podía ser él y fui y le golpeé la puerta de la oficina. Él estaba llorando en la silla del escritorio", recordó con la memoria intacta de lo que fue esa escena. Luego agregó: "Estaba con un compañero y le dije '¿qué pasa amigo?'. Su compañero me comentó que él había perdido una plata. Este chico no podía ni hablar de los nervios y llantos que tenía. Le dije 'quédate tranquilo. ¿Se te ha perdido plata?'. Sí, me dijo, y yo le dije "bueno acá la tenés. No te la he dado antes porque no estaba seguro de quién podría ser el dueño'. Quería estar seguro de que fuese él. Y bueno, nos largamos en llantos y en un abrazo grande. Son cosas que ocurren".
Aguilar, de 51 años, trabaja en el Obrador desde hace tres años gracias a la recomendación de su hija. Su historia de vida refleja un hombre dedicado a su familia, con un pasado diverso en mecánica automotriz y trabajos en el campo de la plomería y gasista. A pesar de las dificultades personales, como la enfermedad de su padre, Aguilar ha mantenido una actitud ejemplar y un fuerte sentido de ética.
"Nunca en ningún momento se me ocurrió quedarme con el dinero ese porque no me han criado así", aseguró el hombre quien reconoció que está atravesando un momento muy difícil pero pese a eso no pensó en quedarse con lo ajeno: "Hace ya un par de meses que no estamos trabajando de manera independiente, por la enfermedad de mi papá. No podemos hacer trabajos grandes y estoy haciendo trabajitos chicos. Mi papá tiene 78 años, y ahora se está recuperando de un cáncer de hígado. Ya está mejor, pero va a ser larga la recuperación. Va bien encaminado, gracias a Dios".
La historia de Martín Eduardo Aguilar no solo destaca la honestidad en el ámbito laboral, sino que también resalta los valores fundamentales que han guiado su vida. “Nunca se me ocurrió quedarme con el dinero. Me enseñaron a ser honesto y creo en el karma. Si hubiera hecho algo así, me hubiera pasado algo malo. Estoy convencido de que hacer lo correcto es lo único que uno puede hacer”, concluyó Aguilar.
Esta anécdota es un recordatorio poderoso de que la integridad y la honestidad siguen siendo valores fundamentales que pueden inspirar a todos. La acción de Martín Eduardo Aguilar no solo resolvió un problema inmediato, sino que también reafirmó la importancia de actuar con rectitud y respeto hacia los demás.