En la esquina de la avenida Ignacio de la Roza y Meglioli, en Rivadavia, se vive una realidad que refleja tanto la lucha diaria por la subsistencia como la esperanza de un futuro mejor. Ricardo Castro, de 27 años, y Carla Palaitai, de 24 años, enfrentan la adversidad con un incansable espíritu de trabajo, mientras cuidan de sus tres hijas: Alma de 7 años, Cata de 4 años y una bebé de solo 2 meses.
Cada día, la familia se instala en esa esquina para limpiar los vidrios de los autos que pasan, una tarea que realizan en condiciones a menudo difíciles. Dado que no tienen a nadie más que pueda cuidar a sus hijas, las pequeñas acompañan a sus padres durante sus jornadas de trabajo. "Venimos con los niños porque no tenemos a quién dejárselas. Trabajamos así para vivir el día a día, porque tenemos tres nenas. Hacemos esto para hacer plata para la merienda de las nenas, para la comida de todos los días y para sobrevivir así día a día", explicó Carla a Diario La Provincia SJ.
La pareja, que previamente había realizado trabajos esporádicos en diferentes empresas y en oficios, se enfrenta a una dura realidad económica. "Mi marido sabe todo lo que es pintura, plomería, albañilería, todo eso sabe hacer. Él sabe cocinar, la plancha, estuvo trabajando en una lomoteca. Yo también estuve trabajando, también me dedicaba al tema de limpieza y cuidado de niños", relató Carla. Sin embargo, las dificultades económicas han limitado sus opciones, impidiendo que puedan pagar un alquiler y forzándolos a depender de la limpieza de vidrios para cubrir sus necesidades básicas.
La familia ajusta su rutina de trabajo según el clima: en días cálidos, trabajan el máximo posible, mientras que en días fríos reducen su tiempo en la calle para proteger a sus hijas del frío. "Cuando hace mucho frío no vamos por el tema de la bebé, con las nenas, porque hace frío. Y vamos más o menos una hora nada más", indicó Carla.
A pesar de las dificultades, la pareja mantiene una actitud positiva y un fuerte sentido de dignidad. "Hay alguna gente que ayuda y otros que mira mal. Ellos no entienden la situación en la que estamos. Digo yo, en vez de estar mirando mal, ¿por qué no ayudan ya que no estamos haciendo nada malo?", reflexionó Carla.
La familia no solo lucha por sobrevivir, sino que también sueña con un futuro mejor para sus hijas. Carla y Ricardo trabajan para asegurar que sus hijas tengan las oportunidades que ellos no han podido alcanzar. "A mí me gustaría darle un futuro bien a mis hijas. Tener yo mi laburo, mi marido su laburo y así. Que ellas tengan sus cosas para el día de mañana", finalizó.
En un mundo donde la empatía a veces parece escasa, Ricardo y Carla representan la resiliencia y la esperanza que muchos desconocen. Cada jornada, a pesar de las dificultades y el esfuerzo constante, es una manifestación de su amor por sus hijas y su determinación de mejorar su situación.
Para ayudarlos, pueden comunicarse con ellos al 2645558202.