Tiene apenas 4 años de edad pero se sienta en el pony con un porte propio de un gaucho mayor. Cada tanto se acomoda el sombrero y habla sin timidez. Eduardo Antivero es un pequeño oriundo de Albardón que se está ganando los corazones de los participantes de la Cabalgata de la Fe, de la mano de un gran talento. El niño sigue los pasos de los payadores y recita en vivo con un palo como micrófono.
El pequeño es el menor de 5 hermanos y el único varón. El amor por la tradición y el folclore nació de la mano de sus padres que son crianceros y le inculcan mucho más que el amor a la cultura, la pasión por la tierra. Precisamente en ese camino es que este año debutó como gauchito y se llevó todas las miradas del público.
"Con él no tenés idea lo que vivo, lo llevé este año a Jesús María y parece que le he inyectado 100% jineteada, destreza, todo el gaucherío junto", explicó el papá Eduardo a Diario La Provincia SJ.
Con una sonrisa, el padre recordó que al pony lo subió por primera vez cuando tenía apenas una semana de vida. "Lo subí e hice un desfile. Me acuerdo que fue el 17 de agosto, él había nacido el 5 de agosto. Así que imaginate", señaló con un brillo en los ojos y luego agregó: "tengo mucha alegría depositada, que hay veces que el corazón parece que me va a explotar porque me desarrolla mucha alegría que siga lo que hoy por hoy le trato de inculcar".
El pequeño de 4 años tiene 4 hermanas mayores e incluso sobrinos que son mayores de él, de 10 años de edad. Todos tienen este amor por el mundo gaucho, aunque algunas han dejado de practicarlo por la misma rutina que impulsa el mundo laboral. Muchos de ellos han participado los últimos 7 años como una tradición familiar. Incluso uno de los niños de la familia ya muestra gran interés por hacer equitación y tener mayor vínculo con los caballos, a los que aman.
Eduardo trata de inculcarle a su hijito que siga el camino de amor a la cultura, al mundo gauchesco: "es una cosa tan linda la tradición, el gaucherío. Hoy por hoy la juventud necesita en sí dispersarse de esa realidad que estamos viviendo, que nos presiona a todos los papás o abuelos. Estoy muy contento de vivir esto que vivo hoy con él. Para mí es lo más gratificante que puede existir de llevarlo a que siga la tradición de cada uno".
A pesar de la corta edad, el niño se animó a hacer la Cabalgata de la Fe hasta el Monumento al Gaucho donde lo esperaban para almorzar un asado con un grupo que llegó de Villa María. Pero el desafío estuvo puesto en llegar luego a Caucete y participar este sábado del tramo final junto a todos los adultos.
"Tengo crianza de ovejas. Le enseña a mi hijo a cuidar también las ovejas, el valor que tienen. Es más, le he comprado a él una chiquita para que la tenga como mascota. La idea es que vaya introduciéndose en el ambiente con responsabilidad, aprendiendo a darle agua y comida. También tiene pollitos que él cuida. Él tiene su tarrito chiquito con el que les da la comida y el agua", explicó el papá con mucho orgullo y luego destacó: "me enorgullece que él en la mañana se levante y lo primero que haga sea, en vez de buscar un juguete, abrir la puerta y buscar el tarrito para darle agua y comida a cada uno de los animales".