Historia

Un héroe anónimo: Miguel Brizuela, el sanjuanino que pasó 40 años salvando vidas y ahora se jubila

Miguel Brizuela cambió la seguridad náutica en San Juan. Su camino lo inició con el triatlón y luego encontró su pasión por salvar vidas.
lunes, 4 de noviembre de 2024 08:41
lunes, 4 de noviembre de 2024 08:41

Miguel Brizuela tiene 65 años y pasó más de la mitad de su vida dedicada a salvar vidas. Con 40 años de trayectoria como guardavidas, está a punto de cerrar un capítulo significativo en su vida con la llegada de su jubilación tras tantas décadas de servicio en San Juan. Su historia es un testimonio de pasión, dedicación y un firme compromiso con su vocación.

El camino de Miguel hacia la profesión de guardavidas comenzó casi por casualidad en 1984, cuando, motivado por el auge del triatlón, decidió inscribirse en un curso ofrecido por la Universidad Nacional de San Juan. "Cuando fuimos a la pileta de la universidad a entrenar para nadar, un gran hombre como Gianpaolo “Tano” Giornelli nos vio y nos habló por si queríamos hacer el curso de guardavidas. Tenía 25 años y tras hacer el curso de guardavidas quedamos seis", recordó Miguel, quien junto a otros cinco pioneros se convirtió en uno de los primeros guardavidas de la provincia.

El panorama en esos años era complicado. "El gobernador Gómez Centurión concurrió con el director de deporte Quevedo Mendoza a uno de los triatlón que llegó a la Plaza 25. Allí me ofrecieron trabajar para la provincia. En aquellos años, en 1984 el dique de Ullum no tenía ninguna seguridad náutica, no tenía guardavidas y era tierra de nadie, se ahogaba mucha gente en ese tiempo", señaló. Miguel y sus compañeros enfrentaron retos inmensos, realizando rescates en condiciones difíciles, a menudo sin el respaldo de las autoridades.

"Nosotros éramos seis nomás los guardavidas en aquel tiempo y tratábamos de solucionar los problemas de la gente en el agua. Hemos sacado mucha gente ahogada, hemos estado en los momentos más difíciles de las familias que perdieron seres queridos en esos lugares y en muchas ocasiones, hemos rescatado gente que se estaba ahogando. Pero el amor a la profesión superaba todo eso", expresó.

Tenía 25 años cuando empezó a transitar este camino.

VOCACIÓN
La fe ha sido una constante en la vida de Miguel. Su fuerte creencia en Dios ha guiado su carrera, motivándolo a arriesgar su vida por la de otros. "El guardavidas cumple con un mandamiento muy bonito: 'amarás a tu prójimo como a ti mismo'", aseguró. Esta filosofía le ha permitido enfrentar situaciones extremas con coraje y determinación, siempre con la convicción de que lo hizo lo mejor que pudo.

"Uno tiene que estar siempre con la satisfacción y el convencimiento de que hizo todo lo posible para rescatar, que estuvo atento, que llamó la atención. El buen guardavida no es aquel que rescata, que se está largando permanentemente al agua a sacar gente, sino el que hace una buena prevención, que está atento al momento, ese es el buen guardavida", agregó.

Su enfoque no solo ha salvado vidas, sino que también ha educado a las personas sobre la importancia de la seguridad en el agua.

LOS PASOS QUE FUE MARCANDO
El amor de Miguel por el agua y el triatlón lo transmitió a su familia. Sus hijos e incluso sus sobrinos han seguido sus pasos como guardavidas, convirtiendo su legado en una tradición familiar. "Es hermoso ver cómo mi familia se involucra en esta profesión", expresó con orgullo.

A pesar de que Miguel se jubilará como empleado público debido a la falta de implementación de la ley del guardavida, su espíritu sigue intacto. "Ser guardavidas es una forma de vida, es todo lo que tengo y vivo por ella", aseguró. Con planes de seguir entrenando y participando en pruebas de guardavidas, Miguel está decidido a mantenerse en forma y seguir contribuyendo a su comunidad.

La profesión de guardavidas en San Juan ha evolucionado considerablemente desde que Miguel comenzó su carrera. La actividad de los guardavidas profesionales y con la debida instrucción y entrenamiento no tiene más de 40 años en nuestra provincia. Desde los primeros cursos de la UNSJ, se ha establecido una cultura de seguridad acuática que ha salvado innumerables vidas.

Miguel Brizuela deja atrás una etapa llena de desafíos y satisfacciones, pero su pasión y compromiso con la seguridad en el agua seguirán siendo un legado en San Juan. "Termina una etapa, pero siempre estaremos dispuestos para servir", finalizó.

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