Resuenan los sonidos típicos de una cocina y al mismo tiempo, el silencio se enriquece con el movimiento de las manos que comunican. Allí está Cecilia Barragán, vestida con chaqueta de cocina y con una cofia, en pleno trabajo de acompañar a Luz, una joven sorda que estudia Gastronomía en el reconocido IGA, en Capital. No es una situación cualquiera: es una muestra de la verdadera inclusión ya que ella pudo acceder a estudiar una carrera terciaria acompañada de Cecilia como intérprete. Es que ellas son reconocidas en su trabajo en los niveles obligatorios pero no en Superior y Universitario, lo que revela una deuda pendiente del sistema con las personas con discapacidad.
Pero esa no es la única labor de Cecilia, una docente que abraza la inclusión con pasión y compromiso. "Me desempeño en un proyecto de inclusión que tiene la escuela Bilingüe y acompaño a dos estudiantes desde la Primaria. Cuando terminaron, desde la escuela, surgió la posibilidad de seguir con ellos en la Secundaria. En este momento, cursan en la Escuela Normal Sarmiento y todos los días, estoy con ellos, que son compañeros, en el turno mañana. Ya están en Cuarto año, en la orientación Educación", relata a Diario La Provincia SJ.
Además, Cecilia siempre mantiene un contacto con los estudiantes sordos que transitan diferentes trayectorias y fue así como decidió acompañarlos cuando terminan, también, la Secundaria. “Ellos me piden que sea su intérprete en la carrera que vayan a estudiar. Una de las chicas que egresó el año pasado de la Secundaria, empezó a estudiar este año Gastronomía en el IGA”, contó.
Para ella resultó un desafío ya que “en Primaria, una está formada para acompañar al alumno no sólo como intérprete sino en la adecuación de contenidos para hacerlos más accesibles. En Secundaria, es algo más elevado el nivel de contenidos por lo que, en lengua de señas, hay que capacitarse e indagar más para interpretar de manera adecuada”.
Y rescató que este año, la Escuela Bilingüe incorporó en su proyecto de inclusión al referente sordo- adulto, que es el profesor de Lengua de señas que, una vez a la semana, nos acompaña en la Secundaria. “Y, por su parte, la Escuela Normal Sarmiento hizo su proyecto para que tres docentes de Secundaria (Química, Lengua y Biología) empiecen un proyecto piloto de accesibilidad en la comunicación. Ellos tienen, para ello, que aprender una comunicación básica en Lengua de señas para todo el grupo”, adelantó.
“A mí me encanta la inclusión. Hay una antigua concepción de la inclusión en la que una acompaña al estudiante que tiene alguna discapacidad. Pero, en realidad, como docente de inclusión lo que hacemos es trabajar con todo el grupo social de la escuela. Y es cambiar esa antigua mirada sobre la discapacidad y poder modificarla en todas las personas que no tienen esa condición. Una puede formar en esa perspectiva y es muy lindo porque significa un despertar”, se sinceró.
Cocina e inclusión: el camino hacia una profesión
La llegada de Luz y Cecilia a IGA representó una puerta que se deja abierta para las personas sordas que quieren seguir estudiando y ser profesionales, tras terminar la Secundaria. El camino no es fácil, por burocracia en su mayor medida, pero se puede seguir avanzando.
"Hay situaciones en las que personas con discapacidad auditiva tienen mucha dificultad porque ellos necesitan la interpretación y no cuentan con el intérprete, cuando van a elegir una carrera terciaria o universitaria. En el caso de Luz, la alumna de IGA que acompaña este año, su familia gestionó que Cecilia pudiera estar con ella. Se hicieron presentaciones ante Desarrollo Humano, ministerio que sí avala el servicio de las intérpretes en Primaria y Secundaria. Con distintos trámites, ella pudo lograrlo, afortunadamente pero no siempre es así”, dijo.
El poder trabajar con Luz, significó para ella "un compromiso muy grande porque una se tiene que formar en lo que vas a transmitir. Es necesario hacerlo para no caer en errores. Es una formación casi a la par del estudiante que elige esa carrera".
En el IGA, particularmente tienen una ventaja ya que la profesora sabe Lengua de señas. “Por eso, en frases específicas se comunican sin problemas o incluso Luz puede hacerle la devolución de su trabajo de manera directa. Que los profesores se capaciten en Lengua de Señas hace que ese contacto o vínculo con el alumno sea más personal. Además, los alumnos se ponen muy contentos cuando encuentran un docente que sabe Lengua de Señas porque significa que pueden hablar entre ellos”, resaltó.
Además, Cecilia remarcó que las personas sordas tienen distintos niveles de manejo de su propia lengua. "Algunos tienen un nivel de escritura más elevado y otros no saben escribir. Por otra parte está quiénes saben hablar y esa es su forma de comunicarse y hay otros que no saben lengua de señas. Por ello, hay que ir conociendo a cada uno y en base a eso, adecuar lo que requiere”, explicó.
Materia pendiente
Cecilia recordó que la posibilidad que una persona sorda acceda a educación Superior o universitaria no es fácil, tanto en los niveles públicos como privados y recordó un caso que la sensibilizó.
"Una alumna quería estudiar Administración de Empresas en la UNSJ y la acompañé en gestiones ante la UNSJ para conocer si podía tener intérprete. Para los trámites, además, ellos necesitan nuestro acompañamiento y asesoramiento. La falta de accesibilidad a la información hace que se desconozcan muchos beneficios a los que se tiene derecho. Fue así que me puse en contacto con la secretaria académica de la FACSO y tras una entrevista con la alumna, se valoró la posibilidad de estar acompañada en cursillo y cursado. Sin embargo, la opción no estaba pero sí podían pedir una beca para el pago de la intérprete. No obstante, el monto económico era bajo”, detalló.
Lamentablemente, Cecilia no pudo acompañarla ya que la exigente carga horaria más la formación para adecuar contenidos, incluidos las consultas extra áulicas, no tenían un salario fijado.
“Estaría buenísimo que, ante casos así, estuviera la posibilidad de sumar una intérprete para alumnos. Una tiene todas las ganas de trabajar pero también necesitamos el salario acorde a nuestra labor. Y lamentablemente, ellos se quedan sin la posibilidad de acceder a una carrera porque son sordos. Es algo que nos genera impotencia e indignación porque tienen el derecho a la educación, como cualquier persona. El Estado tiene que garantizar la igualdad pero hay muchas familias que desconocen sus derechos”, aseguró.
Perfil
Cecilia Barragán es profesora de educación especial, especializada en sordos y disminuidos auditivos. Trabaja en la Escuela Bilingüe para sordos, en Rawson y es una activa integrante de la Asociación Sanjuanina de Intérpretes de Lengua de Señas en San Juan.
Expresó en varias oportunidades de la entrevista que le entusiasma trabajar con jóvenes ya que son muy receptivos y que también tienen sus inquietudes con problemáticas que tienen que ver con la comunicación y problemáticas sociales. “Aunque no sea el estudiante que una tiene a cargo, tenemos esa mirada desarrollada que nos lleva a prestar atención a sus conductas. Esto es porque estamos en un grupo escolar y yo, en distintos casos, me acerqué a Gabinete y contar lo que advertía para que intervinieran. En situaciones como esa se destaca nuestra labor como pareja pedagógica y la construcción de los vínculos con los alumnos, por otra parte”, marcó.
Además, puso en valor que la Lengua de Señas genera interés en los alumnos y los docentes de la Escuela secundaria. “Me consultan, más allá que sean alumnos del curso en el que estoy. “Quiero saber…” o “Enseñame tal cosa…”; esas inquietudes siempre surgen”, acotó.
Por otra parte, resaltó la necesidad que haya un reconocimiento salarial al trabajo de las intérpretes y las DAI en los distintos niveles educativos en San Juan. “Nosotros nos formamos, acompañamos, adecuamos contenidos e invertimos para ser mejores profesionales. También dejamos a nuestras familias para trabajar y hacemos horas extra en ocasiones. Pero necesitamos un salario acorde; vivimos de nuestro trabajo. ¡Y están lindo el trabajo que hacemos! Pero hay una realidad económica que no debemos desconocer”.
Haciendo un balance de su profesión, rescata que “es un desafío constante. Nunca dejo de aprender y en la lengua de señas, siempre estamos aprendiendo. Además, me da felicidad y emociona cuando busco comunicarme con las personas sordas. Me hace muy bien y siento, muy dentro mío, que me apasiona estar con la comunidad sorda. También es reconfortante cuando reconocen nuestra labor y valoran. Eso es algo hermoso y encantador. Me siento privilegiada y feliz con mi trabajo; lo disfruto y me siento útil por brindar un servicio para otras personas”.