El martes 1 de agosto, jóvenes católicos de todas partes del mundo, se darán cita en Lisboa (Portugal) para vivir una nueva edición de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Chicos de más de 150 países podrán celebrar, compartir y fortalecer su fe. La JMJ representa una oportunidad única para experimentar la universalidad de la Iglesia, encontrarse con el Papa y vivir momentos de profunda espiritualidad y oración en comunidad.
También, habrá miles de personas que viajaron como voluntarios para ayudar adhonorem en las distintas tareas de coordinación y ejecución del evento. Entre ellos, se encuentra Aldo Galdeano, un comerciante sanjuanino de 28 años que vivirá su tercera jornada con mucha intensidad.

"Gracias a Dios, tuve la posibilidad de estar en las JMJ de Cracovia en el 2016 como peregrino y en Panamá en el 2019 como voluntario. Estas dos experiencias fueron un 100 para mí. A Polonia fui con jóvenes de San Juan, pero en la segunda ocasión fui solo. Esto me permitió conocer muchas personas y ver la jornada con otros ojos", contó a Diario La Provincia SJ.

Cómo es trabajar en una Jornada Mundial de la Juventud
En el mes de junio comenzaron a capacitar de forma online a todos los voluntarios, para que conociesen sobre el evento, pero también sobre la cultura y el turismo del país. Hace una semana, recibieron la noticia de en qué área trabajarán y a dónde se hospedarán.
"Estoy en la parte de logística, todavía no sé qué haré, estoy siempre para servir en lo que me pidan. Tengo todas las expectativas para vivirla al máximo", agregó Aldo quien actualmente forma parte del movimiento de Schoenstatt y en la Pastoral Arquidiocesana de Jóvenes.

Un evento de tal envergadura no podría lograrse sin el trabajo de estas miles de personas que donan su tiempo. "Cuando sos voluntario te piden estar por lo menos una semana antes por si hay que arreglar algo o por si tenés que trabajar en algo previamente. En el caso de Panamá, estuve conociendo el país, mientras realizaba las distintas tareas".
Si bien ese trabajo no es pago, Aldo aseguró que recibió algo mucho mejor, amistades y recuerdos para toda la vida. "Viajé solo y tenía muchos nervios. Cuando recién llegué al aeropuerto de Panamá, por gracia de Dios, me encontré con un grupo de dos chicas de Puerto Rico, una de Colombia, uno de República Dominicana, un chico de Londres, otro de Nicaragua, otro de Brasil y uno del Congo. Así que voy con las expectativas de volver a encontrarme con algunos".
Pero sin dudas, el momento de más satisfacción fue cuando tuvo la oportunidad de estar a pocos metros del Santo Padre. "Estábamos cuidando a los chicos, no recuerdo si fue un miércoles o un jueves, pero la seguridad del Papa nos pidió hacer un cordón humano gigante para haber si estaba aprobado para que Francisco pudiese pasar. Así que entre los voluntarios y la misma gente de seguridad de Panamá colaboramos para que se pudiese realizar. Tuve la gracia de Dios de verlo pegadito, pegadito", sentenció.