Sobre Pascualita Díaz hay pocas precisiones. En Tudcum reconocen que era una mujer noble e inocente y que tenía una enfermedad mental que la llevaba a perder el sentido de tiempo y espacio. Fue eso lo que le jugó una mala pasada y le valió la vida. Y también trascender vinculada a la fe. Es por ello que hace 9 años se la honra con una cabalgata gaucha en Tudcum, en el departamento Iglesia, y se renueva su rol de intercesora de milagros.
Este año se realizó una nueva cabalgata, organizada por la agrupación gaucha "Arrieros de los Andes", que es parte de las actividades de la fiesta "Lazo, Doma y Folclore" en Tudcum. El fotógrafo Lucas Poblete retrató cómo largas columnas se trasladaron por el desértico lugar montañoso para rendirle honor a Pascualita; un escenario que parece haber congelado el tiempo. "De ella, se sabe que salió en Navidad a buscar una caja de alimentos que entrega el gobierno (de Juan Domingo Perón, en la década del ´50) y se desorientó para volver a su casa. Murió de hambre y sed en Las Cuatro Lomas y la sepultaron donde la hallaron. Después, erigieron una capilla en su honor ya que aseguran que es milagrosa", contó a Diario La Provincia SJ.
"La cabalgata parte del pueblo de Tudcum y se extiende por 14 kilómetros hacia el santuario para cumplir promesas. No sólo participan los gauchos y las agrupaciones, sino gente de la localidad. Todos llegan a caballo. Allí se realiza un pequeño acto y se comparte un almuerzo. Por supuesto, se visita el santuario para pedir y agradecer", agregó.
En la capilla hay flores y velas. También placas en la que se le agradecen las gracias recibidas. Lo que más impacta es una escultura de la Difunta Pascualita que realizó, a pedido de la agrupación gaucha organizadora, la artista Cecilia Archilla. Expresó, en una entrevista televisiva, que la hizo en base a relatos orales: "no hay fotos ni imágenes de ella. Me basé en relatos de la mamá de uno de los gauchos para hacerla; imaginar su vestimenta y cómo era".
La imagen muestra una dulce anciana recostada y como dormida. Con una túnica que la cubre de pies a cabeza. Su serenidad da detalles de su personalidad que la hizo ser muy querida y respetada. Los gauchos aseguran que es su gran intercesora y año a año, renuevan la fe en ella para que la tradición nunca muera.
