Reflexión

Lozano sobre Papa Francisco: "10 años que dejan huella"

El arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina) y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) destacó el perfil del Papa argentino.
domingo, 12 de marzo de 2023 07:16

Muchos de nosotros fuimos testigos emocionados de aquel "Habemus Papam" de hace 10 años. Escuchar pronunciar su nombre y verlo aparecer vestido de blanco en el balcón de la Basílica de San Pedro fue un momento emocionante que repercutió con asombro en todo el mundo. Marcó "la primera vez" en muchos sentidos: Papa latinoamericano, jesuita, que adopta por nombre Francisco, que vive en Santa Marta y no en el palacio vaticano, que toma mate…

Pero más allá de estas cuestiones de mayor o menor importancia, no debemos perdernos de considerar las huellas profundas que está dejando en la Iglesia y en la Sociedad mundial. 

Francisco se expresa con gestos y palabras. Para comprenderlo hace falta ver lo que hace y escuchar o leer lo que dice. "Su agenda" habla: a quiénes recibe, a qué países viaja, cuáles son las situaciones que más le preocupan. En este sentido, recordemos que su primer viaje fuera de Roma fue a la isla de Lampedusa, para solidarizarse con los migrantes que murieron en el mar Mediterráneo intentando llegar a Italia.

A quienes compartimos la fe católica nos impulsa claramente a amar y seguir a Jesús, servirlo en los pobres y asumir decididamente la dimensión misionera de la fe.

Nos convocó a celebrar el Jubileo de la Misericordia desde diciembre de 2015 a noviembre 2016, moviéndonos a la cercanía con toda fragilidad humana. De allí que nos haga ver a la Iglesia como Hospital de campaña, madre tierna que sale al encuentro de sus hijos e hijas heridos, y tirados al costado del camino por este sistema que excluye y destruye. Nos insiste en que el amor no es una idea abstracta, sino una realidad concreta que se nota por su presencia o ausencia. Nada de discursos rimbombantes vacíos de testimonio.

Una de las características de su modo de hablar es acudir a expresiones sencillas. Recordemos algunas que se hicieron famosas: hagan lío, callejear la fe, primerear en el amor, no balconear la fe, no te la creas, pastores con olor a oveja, Iglesia de museo… Varias veces escuché comentar a personas de diversas ocupaciones y condiciones (taxista, ama de casa, catequista, católico practicante o persona no creyente) decir: "habla como yo; entiendo lo que dice".

Entre los logros de estos 10 años destaco la renovación de la imagen pública de la Iglesia, generando empatía con la sociedad, especialmente con los excluidos. Francisco nos está llevando a ser más abiertos a los pobres y sufrientes. Nos interpela a superar toda forma de exclusión, acogiendo a quienes tienen la vida rota. No es mera coincidencia que simultáneamente se estén celebrando los 15 años de la creación del Hogar de Cristo que acoge con ternura a quienes pelean por una vida digna. El lema: "Ni un pibe menos por la droga" desde el año pasado recorrió la Argentina peregrinando en un micro que llevó a la Virgen de Luján en las manos de los jóvenes que están recuperándose de sus adicciones en los Hogares, y termina justo con los 10 años de Francisco como Papa. Un signo concreto de la prédica de Francisco.

La actitud de escucha es una de sus insistencias. Está dando pasos firmes en promover la participación de las mujeres en diversos espacios eclesiales.

A nivel más interno es un hecho la renovación gradual de la curia vaticana. Se encuentra desarrollando procesos que difícilmente tengan marcha atrás. El camino del Sínodo que vamos recorriendo desde mayo del 2021 es uno de esos procesos. Nos impulsa a todos a una conversión pastoral permanente.

Una mención particular merecen los Sínodos que ha convocado: sobre la familia, los jóvenes, la Amazonia, la sinodalidad.

Pero no todo anda sobre ruedas. Entre las dificultades de esta década no podemos dejar de ver la cerrazón de quienes están aferrados a espacios de poder y tienen miedo a los cambios. Nos encontramos en la Iglesia con personas que no quieren ir a la raíz y transan con una actitud conformista con apariencia de renovación. Percibo también poca audacia en nosotros, especialmente los obispos, para seguir sus enseñanzas.

En varios países lo ven como un líder de paz y de justicia. Un renovador no sólo en el catolicismo. Sus cuantiosos encuentros con referentes de otras religiones son ejemplo de diálogo y amistad sincera. Constantemente nos alienta a asumir y profundizar los sueños más hondos de la humanidad por el camino de la fraternidad universal.

Su compromiso con la cuestión ambiental y el cuidado de la casa común es reconocido por líderes políticos, sociales y académicos del mundo. La comunidad internacional pondera su compromiso por la paz, la sensibilidad con los que padecen hambre, la cercanía con los descartados. Ha instalado una clara denuncia acerca de los riesgos severos del consumismo y la mala costumbre del derroche.

Bergoglio como Papa es una persona muy afable. Así como se ocupa de los graves problemas del mundo, no deja de observar su entorno más cercano. Cuando tuve oportunidad de visitarlo me han conmovido comentarios de empleados de Santa Marta, tanto de la administración como del personal de cocina, acerca de cómo está atento a las situaciones de salud de alguno de sus familiares. También los pobres sin techo que deambulan por las calles de Roma han experimentado su preocupación por generar lugares para pasar la noche, duchas, peluquería, atención médica… cuestiones concretas que necesitan quienes están en esa situación. Me gozo escuchando la gente común de Roma; lo quieren como a un papá cariñoso y hablan de él con ternura.

Hasta aquí apenas unas pocas pinceladas que brotan del cariño por el Sucesor del Apóstol San Pedro. Seguramente vos podrás agregar tus propias apreciaciones. Demos gracias a Dios, y recemos por él.

Fuente: Prensa Arzobispado de San Juan de Cuyo

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