Finalmente los restos de Paty Altamirano están en Tucumán y su familia la puede despedir. El 7 de febrero pasado, la justicia de San Juan confirmó que el cuerpo hallado en el Mercedario a fines de enero pasado son los de la joven andinista que desapareció en marzo de 1981 precisamente en aquel lugar.
Esta semana, sus restos llegaron 42 años después de su desaparición y este viernes se le ofrendará una ceremonia de despedida en el campo Horco Huasi, de Benjamín Paz, en Tucumán.
Según difundió el portal El Tucumano, ya se trabaja para que en octubre sus cenizas se esparzan en el cerro Mercedario, después de las nevadas en esa montaña. Las cenizas fueron cremadas en San Juan y fueron llevadas en una urna para que en Tucumán les rindieran el homenaje.
"Necesitábamos creer que estaba viva"
"Éramos nosotras dos y un compañero montañista italiano. Yo tenía 21, mi hermana 20 y Sergio Bossini tenía 40 años. Estábamos escalando todas las montañas del norte, por deporte, por el placer de subir y llegar a la cumbre. Éramos socias del Club Andino Tucumán. Siempre estábamos saliendo. Ese año el Mercedario estaba muy difícil porque había sido un año como este, con muy pocas lluvias y nevadas", repasó Corina Altamirano en Clarín.
En ese sentido, explicó: "Estábamos bien entrenados los tres y muy capacitados para la escalada. Es una pared cuyo ángulo va variando. Estábamos encordados. Cuando ya habíamos hecho las dos terceras partes de la pared, decidimos ir hacia la izquierda, hacia una grieta que se veía apta para hacer noche. Eran las seis de la tarde y decidimos hacer la travesía en horizontal para dormir en esa grieta".
Allí, su hermana decidió desencordarse para avanzar hasta ese sitio donde había un balcón de roca y una grieta. “Es como si estuviera el filo de piedra por donde íbamos y del otro lado el hielo. Ella fue hacia el glaciar y en ese momento en un segundo sentimos un sonido fugaz. Ella iba adelante nuestro con la mochila puesta y de golpe no vimos más la mochila”.
"Yo gritaba 'esperá Patty, esperá que ya vamos'. Era un mecanismo de supervivencia. Necesitábamos creer que estaba viva. Llegamos abajo y desde allí pudimos divisar el cuerpo al pie de la pared. Cayó por una pista enjabonada todo el largo de la pared, luego voló unos metros y cayó en terreno en plano. Había perdido la mochila y solo hallamos una tacita. Nos miramos con mi compañero. Cargamos la mochila y bajamos por la quebrada hasta el campo base. Teníamos dos días hasta llegar a Gendarmería por el lecho del río", detalló.