Entrevista

Larrazábal: "no puede haber un cristiano que se diga cristiano y que no se conmueva frente a la realidad"

El designado Obispo Auxiliar de San Juan, Gustavo Manuel Larrazábal, llegó a la provincia con el propósito de comenzar a interiorizarse de la realidad pastoral de la arquidiócesis. Larrazábal reflexionó sobre los desafíos que impone la realidad a los cristianos.
martes, 12 de abril de 2022 22:00
martes, 12 de abril de 2022 22:00

Gustavo Manuel Larrazábal fue designado por el Papa Francisco Obispo Auxiliar de San Juan el 26 de marzo de 2022. El sacerdote mendocino llegó a la provincia para comenzar a interiorizarse de las tareas pastorales que desarrollará junto al obispo Jorge Lozano. Desde mayo se radicará definitivamente en San Juan y contó que pretende conocer la realidad de cada parroquia.

Pobreza, el compromiso de los cristianos, la disminución de las vocaciones sacerdotales y la tarea del Papa Francisco fueron algunos de los temas que brindó sus reflexiones en una entrevista con Diario La Provincia SJ

¿Cómo será su tarea pastoral en San Juan? 

Todavía no tengo la fecha definitiva de la ordenación pero probablemente sea a fines de mayo. Mi idea es ir desentendiéndome de mis tareas en Mendoza con el fin de estar instalado definitivamente en San Juan a mediados de mayo. El Papa Francisco me nombro Obispo Auxiliar de San Juan de Cuyo y una de mis primeras tareas es colaborar con el Padre Obispo Jorge Lozano en lo que él me vaya indicando y delegando para que me haga cargo. Una de las primeras cosas que pretendo realizar es ir conociendo las distintas comunidades. Me gustaría, de a poco, ir visitando las distintas parroquias de toda la Arquidiócesis.

¿Cuáles cree que son los desafíos que hoy debe enfrentar el creyente católico en la sociedad? 

Evidentemente, ser cristiano en la sociedad actual no es fácil, nunca fue fácil. Muchas veces ser cristiano es navegar contracorriente. Es decir, muchas veces, ciertas cuestiones que pueden darse, inclusive en colectivos mayoritarios, no quiere decir que esté bien o que sea eso lo que debemos hacer. El cristiano tiene que ser una persona que vea cómo llevar la propuesta del Evangelio y cómo encarnarla en la realidad que nos toca vivir. El gran desafío del cristiano hoy es vivir la fe y tratar de cultivar los valores del evangelio en el lugar donde está, valores fundamentales como la fraternidad, gestar relaciones distintas en una sociedad donde hay tanto dolor, divisiones, peleas y enfrentamientos. Nosotros cristianos tenemos que procurar el encuentro, tratar de acompañar a los que están en los sectores más periféricos, es decir a los más frágiles, a los más débiles. Nosotros tenemos que mirar a Jesús, leer el Evangelio y ver cómo lo hacemos realidad hoy en día. 

¿El cristiano ha dejado de comprometerse con la vida social y política? 

No, para nada. Creo que hay muchos cristianos que están realmente comprometidos, y hay distintos niveles de compromiso, sobre todo, en los laicos. El participar de la vida política es una cosa noble, buena, deseable, lo que pasa es que muchas veces es muy difícil cómo encarnar el Evangelio en la realidad política o sindical, o en otros grupos que hacen al funcionamiento de la sociedad. Pero convengamos que no puede haber un cristiano que se diga cristiano y que no se conmueva frente a la realidad que nos toca vivir que es realmente una realidad muy complicada, dolorosa, donde hay niveles muy alarmantes de pobreza en todo el país. Creo que eso tiene que ser un fortísimo llamado de atención. Cuando nosotros vemos, más o menos, que la mitad del país es pobre eso no puede dejar de conmovernos y ver cómo podemos acompañar. No vamos a solucionar los problemas porque no tenemos la capacidad, ni es nuestra misión, pero evidentemente sí tenemos que concientizar e impulsar a otros a que vean cómo podemos ir cambiando la realidad que nos toca vivir. Si hay algo que un cristiano nunca debe perder es la esperanza, no podemos decir 'estamos mal y siempre vamos a estar mal'. Estamos mal pero tenemos la posibilidad de estar bien y tenemos que ver cómo logramos salir de esta situación tan incómoda, más en un país como el nuestro que tiene un montón de posibilidades. 

Si tuviera que enumerar los flagelos que hoy padece la sociedad, ¿cuál sería esa escala para usted? 

Para mi, lo principal es la pobreza, es decir, tener un 50% de hermanos bajo la línea de pobreza es una cosa escandalosa y de estas situaciones se van desencadenando otros procesos, situaciones muy dolorosas porque el no tener lo necesario para vivir trae necesariamente muchas veces situaciones complicadas. La gente se pone muy inestable y con razón. Cuando sos padre o madre de familia y no podés, o cuando no podes darle la educación que quisieras a tus hijos, evidentemente la pobreza desencadena un sinfín de situaciones que habría que analizarlas detenidamente y científicamente, es decir a través de un análisis sociológico correcto. Hay lugares donde es muy difícil conseguir trabajo, ahí hay toda una tarea que hay que hacer, que el Estado siempre es el responsable de ver cómo se van dando políticas que permitan que la gente se vaya insertando, porque verdaderamente va a transformar la realidad es que la gente se pueda incorporar al sistema de trabajo, que tenga la dignidad para salir adelante, que no tengamos que depender de las dádivas del Estado o de quien sea. Otro problema es el de la droga, cómo reina en algunos lugares esta problemática. 

Con respecto a la disminución de las vocaciones que la Iglesia viene sufriendo en los últimos años, ¿cuáles cree que son las causas? 

Convengamos que hoy en día los compromisos definitivos es algo que implica a toda la sociedad. Que quiero decir con esto, la vocación al matrimonio también enfrenta cierta crisis, parejas que están un tiempo y luego se separan, dentro de este panorama se enmarca la vocación sacerdotal. Hay una dificultad en nuestra sociedad para que las personas podamos tomar compromisos definitivos. Eso no significa que no debamos proponerlo. Que la gente no se case no implica que la Iglesia no deba decir que para nosotros el matrimonio es un regalo, un don de Dios y es algo importante. No debemos dejar de proponerlo. De la misma manera creo que tenemos que plantear el tema de la vocación sacerdotal.

En los últimos tiempos la figura del Papa Francisco, principalmente en Argentina, ha sido ligada a aspectos o movimientos políticos, ¿qué opinión tiene sobre el tema?

Me parece que es algo absolutamente desacertado. Convengamos que no somos todos los argentinos los que nos dedicamos a hacer este tipo de lecturas. Hay un sector que se dedica, o cierta parte del periodismo, a ligar al Papa con tal actitud o que tales acciones tienen tales significados. Lo primero que hay que decir es que el Papa no es el Papa de la Argentina, es el Papa de la Iglesia Católica y que conduce llevando adelante una tarea extraordinaria de tratar de abrir a la Iglesia. El Papa no se identifica con ningún sector de la política argentina. Y esto incluso me lo ha dicho personalmente a mí 'yo no quiero hablar de cuestiones puntuales de la Argentina porque después se termina tergiversando'.

¿Para los sanjuaninos que obispo auxiliar se van encontrar después de que se radique en San Juan?

Yo espero ser una persona cerca. Eso es lo que pretendo ser. Una persona simple y cercana. Que pueda acompañar, caminar y tratar en la medida de mis posibilidades como sacerdote y obispo responder a la gente.

¿Cuál es el mensaje para esta Semana Santa para la comunidad de San Juan?

Ojalá que podamos participar intensamente de esta Semana Santa. Tratar de no quedarnos en lo rutinario y superficial. Tratar de tener los mismos sentimientos de Jesús. Acompañarlo en la cruz para morir a tantas cosas que no nos hacen bien, a nuestros egoísmos, caprichos y a la falta de apertura para trabajar con otros. Muriendo con Jesús estas cosas poder resucitar a una vida nueva, con la esperanza de que juntos podemos construir un futuro mejor y un San Juan mejor.

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