Religión

Superando duros desafíos y agradecidos a la vida ¿quiénes son los 3 curas extranjeros en San Juan?

En la cura pastoral de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Andacollo en La Bebida, Rivadavia llegaron 3 sacerdotes misioneros de Sur Corea, España y Kenia.
sábado, 12 de febrero de 2022 17:03
sábado, 12 de febrero de 2022 17:03

Llegaron a San Juan desde distintos puntos del mundo. Uno vino de Corea del Sur, el otro de España y el otro de Kenia. Entusiasmados y con actitud de servicio trabajan en el bienestar de la comunidad de Rivadavia, parte de Rawson y Pocito.

Los sacerdotes misioneros de La Consolata son el párroco Marcos San Hum Im (Sur Corea), el vicario parroquial y superior de la comunidad: Manuel García y Candela (España) y el vicario James Macharia Kiriba (Kenia).

Recorrieron muchos kilómetros para llegar a la provincia. Tuvieron que dejar su tierra, familia y amigos, para ir en búsqueda de su misión. Con pocos días en la provincia, comenzaron a trabajar arduamente, para adaptarse a las nuevas costumbres y manera de vivir. Ninguno conocía San Juan, pero resaltaron que quedaron maravillados ante la calidez de las personas que los esperaban. Con actitud misionera, llegaron para realizar un camino de servicio y entrega.

Padre Marcos, el párroco que recibió 2 llamados de Dios

Marcos San Hum Im tiene 42 años de edad y es el párroco que encabeza la misión en San Juan. Nació en un pueblo de Corea del Sur, en medio de las montañas con vista al mar. Es el del medio de 3 hermanos y su vida estuvo marcado por 2 llamados de Dios para la vocación sacerdotal. 

En 1950 hubo una guerra civil entre Corea del Norte y Corea del Sur que elevó la cantidad de habitantes de 500 mil habitantes a 20 millones, porque muchos llegaban ahí huyendo de lo que sufrían. Las viviendas se fueron ubicando en la montaña y formaron varios pueblitos, uno de ellos es donde se crió él. "Mi pueblo es sencillo y eso me ayudó mucho para trabajar en Argentina. Muchas veces me encuentro con gente que me hace recordar a la de mi pueblo. No buscan nada complicado, buscan lo sencillo y simple eso me ayudó mucho”, recordó a Diario La Provincia SJ.

El religioso subrayó, que mientras estudiaba para ser sacerdote, en una época dejó su vocación para experimentar otros caminos. “Siempre soñaba ser sacerdote y al mismo tiempo quería saber cómo sería otra vida. Miraba a mis amigos, yo también quería disfrutar como ellos. Dejé mi vocación y entre a la universidad. Me gradué, entré a trabajar a una empresa y mientras trabajaba en el lugar me di cuenta que ese no era mi camino”, detalló.

La vocación del padre Marcos nació en el seno de una familia católica. “En el año 70 y 80, en Corea del Sur, el 1% de la población eran católicos. Por suerte, yo nací en una familia católica y mis padres siempre me apoyaron. Mi vocación nació, por medio de una hermana que se llamaba Lucía. Ella me recomendó ser sacerdote. Encontré la congregación religiosa y misionera de La Consolata. Desde ahí fue todo un proceso de Dios”, comentó. Años después, fue enviado a Argentina estuvo 2 años en Mendoza y 5 años en Buenos Aires. Luego, fue destinado a San Juan para cumplir una nueva misión.

"Hace unas semanas, llegamos a San Juan. Escuchamos hablar que en la provincia hacía mucho calor, pero nadie nos contó que también existe el calor humano. Eso nos impactó, todavía no conocemos este lugar, la realidad y la situación”, confesó.

Argentina, el país por adopción del padre español "Manolo"

El vicario superior, padre Manuel García, viene de España. Tiene 65 años y es el cuarto de 5 hermanos. Procede de una familia humilde, en la que tuvieron que trabajar desde muy chiquitos. "Nací en la época en que pude hacer el secundario, mis hermanos no. Ellos al ser mayores, tuvieron el defecto de la post guerra, de la Segunda Guerra Mundial. Tuvieron que trabajar de muy pequeños. Yo pude hacer el secundario y terminando el secundario fue que me dijeron que podía entrar con los Misioneros de La Consolata”, profundizó el padre que reconoció, entre risas, que al principio se negaba a ser sacerdote. 

Sin embargo, al ver el trabajo que realizaban los Misioneros de La Consolata, ese servicio de evangelizar, fue envolviendo la vida de Manuel. A los 18 años de edad decidió salir de su casa para seguir el camino de la misión. "Nunca pensé que llegaría a hacerla, lo veía tan lejos. Era una carrera de estudios tan larga. Por aquel entonces, la mayoría de edad en España era a los 21 años, por lo tanto, tuve que pedir consentimiento a mis padres. Mi papá me dijo que tenía que tomar una decisión, si era para bien de todos, bendito sea Dios, y si no tenía que asumir las consecuencias”, precisó.

Con la decisión firme, el padre Manuel, partió rumbo a Madrid. Tiempo después, fue destinado a Roma donde completó sus estudios en Teología y en otras especializaciones. El religioso recordó que, antes de ingresar al Seminario, compartió mucho tiempo con sus amigos y amigas pero él veía que ese no era su camino, no era lo que él quería para su futuro y ahí comenzó su planteamiento vocacional.

“Mi juventud la viví en la parroquia, en donde pertenecía. Iba a la Acción Católica y fui descubriendo la manera de poder servir a Dios. Tenía claro que en España no era mi lugar. Buscaba un lugar un poco difícil o donde la gente no suele ir. A los 26 años me ordenaron sacerdote y mi primer destino fue Argentina, llegué con 27 años. 4 años fueron en este país, después me llamaron a España para prestar servicio en la formación. Se sumaron muchos años, me destinaron a Venezuela y estuve trabajando allí. Fue un trabajo encantador, tengo un muy buen recuerdo”.

Y agregó: “Después, se presentó la ocasión de volver a Argentina. Me destinaron a Jujuy, después a Salta, luego a Buenos Aires y ahora en San Juan. Para mí fue un regalo de Dios venir acá. Un regalo que responde a nuestra misión, en la búsqueda de ir a otros lugares que están lejos. Soy el mayor de los tres y esto es un desafío. Mientras pueda serviré a Dios, en las personas que están más necesitadas”.

“Pensando en San Juan veo que, estoy en la parte más occidental del mundo. Estamos en la frontera, con la cordillera, algo que nunca se me hubiera ocurrido. Lo siento como una bendición, gracia y regalo, encontrarme aquí. Nunca imaginé poder estar en San Juan y encontrarme con esta realidad”, explicó.

James, de Kenia a la Argentina como "debut" de su misión

El otro de los vicarios, padre James Macharia Kiriba. Nació en Kenia, en el seno de una familia de protestantes, excepto su madre y hermano mayor que eran católicos. Es el más chico de 5 hermanos y hoy tiene 34 años de edad. En su niñez y adolescencia fue cultivador de té y otros alimentos con su familia. Creció "ayudando" a sus padres. Su amor por el altar y el querer dar una mano a los que más lo necesitaban, fue lo que lo motivó a convertirse al catolicismo a los 12 años. 

“Un día, un obispo católico visitó mi pueblo. Mi mamá fue católica desde siempre, vi a mi hermano que ya se había tornado católico. Él era monaguillo y cuando lo vi en el altar tomé la decisión”, resaltó.

Sin embargo ese paso no fue fácil ya que según la tradición de su pueblo, el hijo menor debe cuidar a sus padres cuando son ancianos. “Me bautizaron, hice la primera comunión y también fui crismado. A los 15 años comenzó mi deseo de ser misionero, pero primero debía avisar a mis padres", explicó y agregó: "mi padre no aceptó, él quería que yo construyera una familia, con hijos. Por tres años él no aceptó que yo entrara al seminario. Cada año, cuando los misioneros escribían la carta a sus padres, él se negaba”.

Su padre enfermó gravemente y en el lecho de muerte pidió hablar con James. En ese momento le dijo: "No sé qué va acontecer mañana, pero usted es una persona mayor, con una responsabilidad y con una decisión. Si eso es lo que realmente quieres, toma tu camino y vive lo que te haga feliz". Esas fueron sus últimas palabras y después el hombre falleció.

Hace 9 meses James se ordenó sacerdote y se sintió feliz con la decisión que tomó. “Mi padre me dio su bendición para poder seguir. Para mi mamá era una alegría que su hijo quisiera ser sacerdote. Ella siempre me apoyó, hasta el día de hoy. Con su oración permanezco fiel en este camino. Mis hermanos también me apoyan, por más que mi familia sea protestaste ellos me ayudan”, manifestó.

"Me atrajo el servicio que realizaban los Misioneros de la Consolata. Daban hasta lo último que tenían para que a nadie le faltara nada. Yo también sentí que tenía un deber como ellos, salir y dar lo que tengo para compartir con otras personas. Ahí empezó mi vocación, comencé hablar con los misioneros y entré al seminario. Cuatro años después fui mandado a Brasil para estudiar teología. Después, un año de experiencia pastoral en Amazonas y volví a Kenia”, detalló quien recibió su primera designación para trabajar en Argentina. Ahora está aprendiendo el idioma y viviendo lo que era su sueño: intentar dar un poco de lo que tiene para construir un mundo mejor.

 

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