Historias

La máquina de boletos de colectivos sanjuaninos, con posibilidades de llegar a un reconocido museo

Fernando Martín, dueño de la máquina que imprimía los boletos, no descarta donarla para que sea apreciada por los sanjuaninos en un museo.
jueves, 13 de enero de 2022 00:00
jueves, 13 de enero de 2022 00:00

Hace 18 años, FM Rollos, la fábrica pionera en la impresión de boletos de transporte público de pasajero de San Juan tuvo que cerrar sus puertas. La empresa familiar, a cargo de Fernando Martín, funcionó por más de 20 años pero el desembarco en la provincia de una empresa multinacional cerró cualquier posibilidad de seguir funcionando. Con los nuevos tiempos de la "Sube", hoy las máquinas están guardadas en un galpón, abrazadas por el polvo y "el pasado" pero con muchas posibilidades de encontrar un lugar para ser exhibida. 

Fernando Martín (padre) falleció hace unos años, pero su hijo hoy es responsable de las máquinas a las que mira con mucha añoranza. Éstas formaron parte de la historia de los sanjuaninos y su dueño no descarta donarla a un reconocido museo ubicado en Médano de Oro.  

El galpón de FM Rollos está ubicado en calle Chile antes de Entre Ríos, en Concepción. "Esto formó parte de la historia de San Juan. Varios museos querían tener las máquinas pero bueno hay que sentarse a limpiarla porque después de 18 años quedó con las últimas tintas usadas", comenzó contando Fernando Martín (hijo) a Diario La Provincia SJ.

"Teníamos proyectado con mi hermano donarla a algún museo. Tengo buena relación con el encargado del Museo Suero. Hasta el momento está en mente donarla, porque no sirve para otra cosa que no sea para  hacer boletos”, agregó Fernando quien luego subrayó: "era muy lindo trabajar con la máquina porque era una empresa familiar y todo fue a pulmón”.

La empresa familiar tenía 3 máquinas: una cortadora industrial, una fraccionadora y una impresora. "La fábrica en sí era completa porque comprábamos el papel sulfito en bobina de 500 kilos. Esos los fraccionábamos hasta rollitos, hacíamos toda la fabricación completa. Hablamos con Tito Ale, encargado de la empresa 20 de Junio y de entradita nos pidieron 20 millones de boletos. Estuvimos casi 6 meses fabricando boletos. Ellos fueron los que nos abrieron las puertas. Trabajamos  con la empresa Mayo, El Triunfo y La Positiva por más de 20 años”, recordó.

Después de un tiempo, la familia Martín agarró el ritmo de las máquinas y llegaron a fabricar 5 millones de boletos por día. "Todos los materiales se compraban de fábrica. Era un trabajo familiar mi padre hacía la logística, mi hermano el funcionamiento, mi hermana los repartía en las empresas y yo los imprimía. Era un trabajo a pulmón”, detalló.

Fernando resaltó que su papá había comprado la máquina sin saber sobre su funcionamiento. “Una mujer, viuda, le ofreció la máquina a mi viejo, en ese momento pedía un monto de 10 mil pesos de ahora. La mujer tenía un negocio de ropa en calle Mendoza y Rivadavia y quería vender la máquina para pagarle un trabajo al marido en el cementerio. Mi  papá tenía el dinero pero quería conocer la máquina. Cuando la vio, la compró. Tenía 10 numeradoras”, resaltó. 

Con el paso del tiempo aparecieron algunas competencias. Pero podían seguir trabajando a pesar de los inconvenientes. “Corsino de Mendoza era la competencia que teníamos pero podíamos seguir trabajando lo más bien.  A mi viejo se le ocurrió colocarle al dorso del boleto una frase, un chiste, ahí fue donde muchos comenzaron a coleccionar los boletos”, dijo.

Por 20 años  la empresa trabajó sin problemas hasta que llegó la multinacional y por la competencia se fundieron: “Después llegó la multinacional Papelera Tucumán  y en 24 horas nos quedamos sin trabajo. Mi padre para ese entonces ya había fallecido. Era imposible competir con una multinacional. En aquel momento nosotros teníamos la serie de 100.000 boletos en 320 pesos. Corsino lo tenía en 315 pesos y Papelera Tucumán los tenía en 75 pesos. Vino con precios imposibles de competir. Los empresarios me empezaron a llamar para decirme que no les convenía seguir trabajando con nosotros”.

La familia Martín dedicó muchos años a la confección de boletos y hoy las máquinas están guardadas en un galpón a la espera de tener un nuevo destino...

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