HISTORIAS

San Expedito, el pueblo que cambió y se unió con la pandemia

Los vecinos que viven en el santuario ubicado en Bermejo, contaron por primera vez cómo vivieron los momentos de plena pandemia y cómo debieron educar a sus hijos en un lugar donde la señal de teléfono no existe.
domingo, 22 de agosto de 2021 17:20
domingo, 22 de agosto de 2021 17:20

La pandemia por Coronavirus cambió muchas realidades a lo largo del mundo. A gran parte de la sociedad la empobreció y empeoró en muchos aspectos. Pero hay lugares de San Juan, en los que la pandemia significó un cambio de vida, de hábito y hasta unión de pueblo.

El santuario San Expedito está ubicado en la localidad Bermejo, Caucete. Está rodeado por un pueblo que vive del turismo de fe que llega de todas partes del país, durante todo el año, a pedir y agradecer al Santo de las causas justas y urgentes. Como a la mayoría de la sociedad, la llegada de la pandemia cortó de lleno todo el movimiento que daba vida al pueblo, como así también arrasó con sus ingresos económicos.

De esta manera, quienes se dedicaban a vender estatuillas del Santo, artesanías, juguetes, estampitas, artículos regionales, entre otros, de un día a otro se vieron vacíos. Quienes se dedicaban a cuidar autos y recolectar donaciones, de la noche a la mañana también quedaron sin nada. Y así, el pueblo se cerró en marzo del 2020, las familias no podían salir de sus casas y los niños, con cultura de trabajo debieron resguardarse y aprender a cuidarse del virus. De esta manera, el pueblo se convirtió en una de las únicas comunidades sanjuaninas que no padecieron ni un solo contagio de Covid.

Pero esta realidad, no fue del todo gris. Según contó Aldana, vecina del pueblo y quien se dedica a recolectar donaciones que luego se distribuye entre los necesitados, la pandemia destruyó el poco trabajo que había pero también enseñó a sobrevivir. 

"En un pueblo como el nuestro, cada uno estaba acostumbrado a vivir de lo que se dedicaba, no había gran interés por el otro y estaba dividido entre el "chetito" que podía y los que no comían si no se vendía nada. Lo increíble que hizo esta pandemia es unirnos a todos", dijo la mujer a Diario La Provincia. Y agregó: "Cuando el año pasado nos cerraron el pueblo, nos dimos cuenta que la ayuda entre nosotros era lo único que teníamos. Que si nos faltaba azucar, algún vecino nos convidaba, así como un pedazo de carne para darle de comer a los niños. La pasamos muy mal pero como pueblo nos unió muchísimo", relató la vecina entre lágrimas.

"Mis lágrimas son de emoción, porque si esto no hubiese pasado, nosotros seguiríamos viviendo en el egoísmo de cada uno, preocupados por vivir bien en nuestra casa y nada más. Dios debió haber estado muy enojado con el mundo para mandarnos una pandemia así con tanta gente muerta, pero nosotros tomamos esto para darnos cuenta lo mal que vivíamos", confesó Aldana con voz entrecortada casi sin poder recuperarse. 

Junto a Aldana se encontraba otra vecina que es la encargada de recibir los vehículos que llegan indicando el lugar para estacionar y ofreciendo el cuidado a cambio de un pago a voluntad. Ella explicaba que otro impacto grande fue el percibir el pueblo cerrado, con móviles policiales patrullando las calles vacías. 

"Salías a la vereda y te caía un policía pidiéndote que volvieras a adentro. Nosotros acostumbrados a vivir trabajando, nos mató, muchos cayeron en depresión. Pero también aprendimos a higienizarnos permanentemente, desinfectar todo las 24 horas y se creó un gran hábito en los niños que ahora ellos nos exigen a nosotros ese cuidado".

Una pregunta infaltable en el diálogo fue: ¿Cómo hicieron los chicos para aprender con guías que se enviaban virtualmente, en un lugar donde la señal de teléfono no existe y solo algunos tienen la suerte de contar con algo de internet?

Aldana muy concreta, respondió: "Fue lo más duro de todo. Yo, tuve que ayudar a mi hija a hacer las guías pero yo no se leer. Le enseñé el abecedario como mi mamá me lo enseñaba, con la mala suerte de que después la maestra le decía a mi hija que no estaba bien enseñado y que lo aprendiera mejor. Habían algunas madres que contaban con algo de internet y que más o menos sabían leer y eran ellas las que juntaban varios niños en sus casas y hacían las guías. Fue duro", relataba la mujer al borde nuevamente de la emoción.

Ya avanzado el año 2020, los contagios y muertes fueron bajando en San Juan y se fueron habilitando actividades, entre ellas el turismo interno y el turismo de fe. "Esa fue la mejor noticia que habíamos recibido en mucho tiempo, sabíamos que no íbamos a recuperarnos pero vimos que volvía la posibilidad de sobrevivir. Como nunca antes pasó entre nosotros, entre los mismos vecinos nos ayudamos a poner en condiciones los puestos, la capilla, comprar elementos de higiene para volver a trabajar. Fue una gran alegría", sostuvo Aldana.

Sin dudas, la pandemia por Coronavirus afectó en la economía y educación de todo un pueblo, pero mientras que en otras partes del mundo la llegada del Covid hizo estragos y separó sociedades, este pueblo se unió y juntos salieron adelante.

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