El dolor aún está presente pero todavía más la memoria de su hijo con una sonrisa. Silvia Sanchez recuerda intacto aquel 4 de junio 2017 cuando en la intersección de Calle 11 y Vidart, una camioneta Chevrolet S10 chocó violentamente de atrás a un Renault Sandero en el que iba Federico Bustos (23), su hijo.
Producto del impacto, el joven rugbier despedido y cayó a un canal, muriendo en el acto. Los peritos les dijeron que por apenas 40 centímetros la tragedia no fue peor. Es que en el auto también iba su hermana y amigos, que salieron practicamente ilesos, solo con golpes.
El conductor de la camioneta de apellido Fernández, en ese momento de 25 años, estuvo poco más de 20 días detenido y después, liberado e implicado en la causa por homicidio culposo. En tanto para la familia Bustos Sánchez comenzó un duro camino que este 2021 estará marcado por la presencia de un "ángel" en el camino.
Es que de la mano de la agrupación "Familias del Dolor y la Esperanza", un cartel con la imagen de un ángel recordará que en ese lugar murió un joven que estaba cargado de sueños producto de un siniestro vial.
"Fue terrible y es terrible la pérdida de un hijo. Ese día lo acompañé a la peluquería y fuimos a buscar unas entradas, porque tenían una cena del cumpleaños del único amigo que tenía, su mejor amigo. Él hacía rugby y lo pasaron a buscar para ir al cumpleaños", comenzó recordando Silvia a Diario La Provincia SJ.
Se fueron a las 22 horas y él la despidió con un beso. De su boca salieron algunas palabras de afecto, algo común en él hacia sus padres: "te quiero mamá, nos vemos". Su mamá le pidió que cuidara a su hermana y si tenían pensado ir a bailar, que la llevara a su casa porque no quería que ella los acompañara.
"Al otro día me llamaron a las 5.50 y pensé que era para que abriera la puerta pero no, mi sobrina me avisaba que había habido un accidente", lamentó la mamá destacando que su hijo era "un niño amoroso, cariñoso, se despedía con un pico adelanta de quien sea, amigos, primos. Yo le decía 'ya sos grande' y me decía 'no por qué'. Era tremendamente cariñoso", recordó.
La mamá destacó que cuando Federico tomaba nunca manejaba, porque era muy consciente de eso. Aquel día del siniestro vial, él no iba al volante, sino otro de los chicos del grupo que no había tomado. Y el siniestro se dio cuando el auto lo estaban metiendo en la cochera. Ahí, la camioneta los impactó e hizo que el auto girara en su eje. Producto de ese impacto, Federico salió despedido y murió.
El proceso post-accidente no fue nada fácil para la familia. El abogado que tenían se convirtió en juez y tuvieron que cambiar de representantes legales. Luego llegó la pandemia y todo lo que esto significó en el retraso de la causa. "Somos gente muy tranquila, yo acompaño a las marchas del Dolor y la Esperanza. Pero a Juliana no le hacía bien hacer marchas por Fede, a ella le pegó mal el accidente. Yo dentro del dolor agradezco que ella quedó viva", subrayó la mamá de Federico.
En la esquina donde murió el joven pusieron una grutita que hicieron con la piedra parecida a la Gruta de Fátima, lugar de gran significado para la familia. "Él murió del impacto, cuando cayó a la acequia ya estaba muerto. Fue dantesco todo. Ésta es la casa de sus padrinos, viven sus primos mayores y todos somos hiperunidos. Si bien trataron de resucitarlo, no pudieron", recordó reconociendo que aquel día "nunca pensé lo peor, pasé 2 o 3 veces al lado del cuerpo pero no lo vi".
En ese lugar donde hoy está la grutita, estará el cartel con el ángel y el nombre de Fede que recuerda que ahí perdió la vida. "Precisamente ese el cartel significa que él está, nunca dejó de estar. Es quien nos sostiene a todos. Nos enseña que hay que tomar conciencia, mucha conciencia al conducir", subrayó la mamá destacando una frase símbolo: "si bebés no conduzcas. Es el eslogan que buscamos".
