Está demostrado a nivel mundial que la vacuna es la mejor estrategia para limitar el avance de los contagios, como así también disminuir la morbilidad asociada a la enfermedad. Por lo tanto, es fundamental que aquellas personas que están incluidas en los grupos de riesgo se coloquen la primera dosis, independientemente del tipo de vacuna.
Hay que tener en cuenta que la Organización Mundial de la Salud estableció un mínimo de 50% de eficacia, porcentaje que superan ampliamente las vacunas que se están colocando en la actualidad y que mostraron muy buenos resultados a partir de ensayos clínicos en diferentes países del mundo.
La eficacia de una vacuna indica una reducción del riesgo de padecer la enfermedad. Si una persona se colocó una vacuna con un 85% de eficacia, tendrá un 85% menos de posibilidad de desarrollar COVID-19.
“Ninguna vacuna tienen una eficacia del 100%, aun así la mayoría evita que la persona atraviese la enfermedad de forma más grave, a su vez, protege a los que la rodean, ya que de contraer el virus, su carga viral será menor y evitará una ola de contagios”, manifestó la jefa del programa provincial de inmunizaciones del Ministerio de Salud Pública, Lic. Marita Sosa, en un comunicado oficial.
Actualmente se está vacunando con Sinopharm (producción China), Covishield (AstraZeneca, con producción en India) y Spuntik V (producción rusa), además de la Vacuna de Oxford y AstraZeneca a través del sistema Covax.
Todas las vacunas contra el COVID-19 funcionan con las defensas naturales del organismo para generar inmunidad a la enfermedad de manera segura y todas que están disponibles en la Argentina son efectivas para prevenir el contagio.
Es importante tener en cuenta que las vacunas le enseñan a nuestro sistema inmunitario a reconocer y combatir el virus que causa el COVID-19. A veces, este proceso puede producir síntomas, como fiebre. Estos síntomas son absolutamente normales y significa que el organismo está generando protección contra el virus.