Historia

Rafael, el sanjuanino que permaneció 30 horas a la deriva en el mar en la guerra de Malvinas

Rafael Vega quedó 30 horas a la deriva en una balsa después de que se hundiera el ARA General Belgrano, en plena guerra de Malvinas.
viernes, 2 de abril de 2021 17:00
viernes, 2 de abril de 2021 17:00

Tenía apenas 17 años cuando entró a la Armada. Fue en noviembre de 1981 y tenía con él una mochila de ilusiones y sueños. Rafael Vega nació en Jáchal y antes de aquel gran cambio había estado trabajando como obrero rural. Sus ganas de tener otro trabajo y perfilar un futuro mejor, lo hicieron ingresar a las fuerzas sin pensar lo que vendrían meses después.

La jerarquía con la que entró fue de Marinero Primero y en su memoria está muy presente el día que ingresó al Crucero General Belgrano para navegar en su primer destino. Aquel año viajó de su Jáchal a Usuhaia y la experiencia fue inigualable. La alegría y adrenalina lo llenaron de satisfacciones que luego pudo contar a su familia y amigos. 

"No se hablaba todavía de la guerra", recordó Rafael a Diario La Provincia SJ quien agregó: "venía de trabajar en el campo y estaba en un buque muy importante, con fama internacional que había estado en Pearl Harbor. Era un buque muy grande, uno de los que tenía más dotación".

Rafael con 17 años cuando hizo el primer viaje a Usuhaia. En esta foto en el Le Martial 

Sin embargo esa alegría se contrastaría con lo que pasó unos pocos meses después. El 2 de abril de 1982 se produjo el desembarco de tropas argentinas en las Islas Malvinas que invocaban su recuperación. Rafael estaba en su casa con su familia porque el ARA General Belgrano estaba siendo reparado. Allí se enteró lo que estaba ocurriendo y 10 días después ya se encontraba a bordo de la nave preparado para combate. 

"El 12 de abril me presenté a bordo y mis compañeros tenían otra actitud", recordó trayendo a la memoria un compañero que tenía 16 años y era oriundo de Salta que le expresó una gran preocupación. Sin embargo, Rafael sentía que estaban "preparados" y "confiaba ciegamente en el buque".

"Lo que viniese pensé que íbamos a salir bien. No tenía temor ni miedo. Hasta el día del hundimiento que todo cambió", expresó el veterano que a los pocos días zarpó con 1.093 tripulantes. Aquel viaje lo hizo con mucho orgullo porque sabía que en Argentina las banderas nacionales se había extendido por todas las plazas del país en festejo por aquel hecho histórico. Fue para él un día de júbilo y alegría. 

A su memoria le venían las palabras de su maestra de tercer grado de la primaria que cuando le enseñó la historia de Malvinas le decía "algún día la vamos a recuperar" y sintió que ese día había llegado.

"Mis compañeros estaban preocupados, les dije que no se preocuparan porque íbamos a ir a navegar. El 22 de abril zarpamos y se unieron a nosotros 3 buques más, 2 destructores y uno petrolero. Fuimos más al sur, la estrategia era hacer ataque en pinza desde el sureste a las islas. Se esperaba un movimiento táctico de los ingleses, pero no se realizó ", relató destacando que el objetivo argentino era tomar las islas pero sin derramar sangre inglesa y eso fue visto como ejemplar en el mundo.

El 2 de mayo, un mes después, el ARA fue torpeado. Ese día, Rafael era camarero, trabajaba en el comedor de los oficiales. Era un grupo grande de 60 oficiales que ese día estaba de guardia. En el puente de comando estaba él al momento de que los ingleses tiraron los torpedos en popa y proa.

"Estaba trabajando y vino un compañero, un amigo que me enseñó muchas cosas, Julio César Ahumada, y me dijo un par de bromas porque era un pibe muy divertido. Vino a charlar ese día y luego se fue. Cuando lo fui a buscar, a mitad del pasillo pegué la vuelta y sentí el simbronazo grande. Después el segundo que fue peor", explicó con la voz quebrada al recordar que ese día su amigo murió.

Como cada uno tenía un trabajo para hacer y puesto de combate, en ese momento se dio el toque para abandonar y se empezó el operativo para salir mientras el buque se hundía. En ese momento agarró un bolsito de supervivencia y emprendió la salida.

En el camino de abandono de la nave se encontró con un colega que lo miró desorientado porque no sabía qué pasaba y él le recomendó que buscara sus cosas para salir porque se estaban hundiendo. Años más tarde, recordó que en ese momento hubo otro colega cordobés que le gritaba el camino para escapar. "Él me gritaba 'vení, vení Vega'. Pero yo no entendía así, creí que decían 'vengan, vengan'. Él me ayudó a salir del lugar", destacó subrayando que ese hecho lo tenía olvidado pero hace pocos días el cordobés se lo recordó.

Su escape no fue más que en el mar adentro y subido en una balsa con otros compañeros. En el mar, con los oleajes en contra y las tormentas encima, estuvo 30 horas a la deriva, esperando que alguien los rescatara. Fueron horas de angustia por lo que acababa de ocurrir, con compañeros muertos y heridos, y el temor por un posible nuevo ataque ingles sobre ellos, en plena situación indefensa y con las olas como amenaza.

"Había un compañero bañado en petroleo, con el brazo explotado, que estaba en slip porque había estado descansando y le di el pantalón blanco que tenía planchado por mi mamá en el bolso. A los meses lo cruce en el hospital naval, estaba vivo", señaló.

El hundimiento había sido el domingo 2 de mayo a las 16 horas y fueron rescatados el martes siguiente a la madrugada. Sobrevivieron a ese ataque 770 personas y el resto falleció.

Rafael en el monumento a Malvinas junto a su familia.

Ese hecho cambió su vida al 100%. "Pasé a ser otra persona, con los años uno se da cuenta. Aquel chico que fui murió ahí, fue un golpe muy duro para mi. Estoy vivo por mi compañero que me cambió la guardia, sino hubiera estado yo donde pegó el torpedo. Él me salvó, él falleció porque él no quería hacer esa guardia", dijo con la voz entrecortada. 

En el 2007, Rafael abordó un barco con familiares de ex combatientes para intentar llegar al lugar donde se hundió el ARA General Belgrano pero "se movió tanto" por el oleaje que no pudieron llegar. 

"No me arrepiento para nada. Un día entré a al armada en busca de salida laboral y me tocó eso. A la patria la defiendo, orgulloso de haber estado en la Armada y triste por los fallecidos", dijo destacando que "a medida que pasan los años, nos vamos poniendo más débiles y los recuerdos más fuertes".

Rafael después del hundimiento le tocó estar en el Hospital Naval ayudando a los que llegaban heridos por el combate. Ése fue otro golpe duro. "Uno tenía que sobrevivir y seguir adelante", señaló.

Él se quedó en Usuhaia a vivir por una cuestión laboral. Había llegado a 32 años en la Armanda y entendió que "era lo único que podría hacer". Sentía que ése era su trabajo y si bien pensó un par de veces salir de la Armada, el sentimiento era más fuerte y su decisión fue seguir unido a ésta. 

"La armada me dio todo pero yo le día la vida", finalizó el veterano quien nunca más volvió a las islas Malvinas pero siente que algún día lo podrá hacer porque "es la causa nacional que nos invade desde el 82 hasta hoy". 

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