Historias

Día del Científico: Agustina, una sanjuanina al servicio de la investigación

Tiene cuarenta años y una amplia trayectoria como investigadora. Cuál es el rol de las mujeres en el panorama científico actual, desde la visión de una sanjuanina. Este 10 de abril se celebra en la Argentina el Día del Investigador Científico.
sábado, 10 de abril de 2021 21:51
sábado, 10 de abril de 2021 21:51

Muchas veces, es la industria del entretenimiento la encargada de brindarle al mundo una imagen mental sobre distintos rubros. Por ello, es probable que al escuchar la palabra "científicos" se piense en una serie como The Big Bang Theory. Pero lejos de las luces de un set de filmación hay personas que dedican su vida a investigar hasta encontrar ese "click" que genere un impacto en la comunidad. 

Agustina Garces es docente e investigadora de la UNSJ en la Facultad de Ingeniería, investigadora asistente del Conicet y codirectora del Gabinete de Tecnología Médica (GATEME). Desde este lugar, ella y su equipo presentaron un sistema que permitirá la detección de somnolencia basado en el procesamiento y análisis de señales biológicas en el momento de la conducción.

Para ello, junto con la Dra. Bioing. Lorena Orosco, Ing. Carlos Dell Aquila, Ing. Gabriel Cañadas y el Dr. Ing. Eric Laciar Leber, construyeron un simulador que permite ver cómo este sistema se aplicaría como un dispositivo adicional para la seguridad de autos, camiones y colectivos. Pero además, en el último tiempo se estuvo utilizando la máquina para recolectar datos que permitan una mejor detección de las señales de somnolencia.

Este es el equipo del Gabinete de Tecnología Médica de la Facultad de Ingeniería de la UNSJ.

"Antes de que comenzara la pandemia terminamos junto a unos chicos que hicieron su trabajo final de la carrera de Ingeniería, toda una base de datos con señales cerebrales y electrocardiográficas sobre somnolencia. Estamos terminando de pulirla para presentarla. Justo en marzo habíamos terminado las tareas con los voluntarios en el laboratorio. En la cuarentena, procesamos los datos en nuestras casas", contó la Bioingeniera a Diario La Provincia SJ.  

Una vez que la información termine de ser procesada, va a estar disponible para ayudar a otros investigadores con sus trabajos. "Es un gran aporte para el mundo científico porque permitirá crear algoritmos para la detección de somnolencia que después puedan tener muchos usos. Existe una o dos bases similares en Europa, pero realmente son inalcanzables económicamente. La idea, es que la nuestra sea gratuita para que trabajen las comunidades científicas de las universidad públicas que no pueden pagar estas bases tan caras". 

Generar un cambio
Algunas investigaciones tienen como fin analizar algún comportamiento, pero otras tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas. Agustina asegura que uno de los momentos más gratificantes de su carrera tuvo que ver con la creación de dispositivos que ayudaron a chicos sordos. 

"A mi tesis de grado la realicé con el apoyo de los ingenieros Polimeni y Hugo Fernández. Era justo la época post 2001 en el que no se conseguía nada importado. Los chicos de la Escuela Terri, que son hipoacúsicos necesitan apenas son diagnosticados un audífono para que no pierdan la plasticidad del oído y no se vuelvan sordos. El tiempo que tienen es muy corto y no había audífonos, lo poco que entraba era carísimo", explicó.

Así surgió un gran desafío, con un fin noble. "No teníamos la tecnología para conseguir hacer un audífono miniatura como los importados, pero sí podíamos hacer algo similar, más grande. Desarrollamos algo que en este momento sería algo obsoleto con los celulares, pero que entonces no existía. La maestra tenía un trasmisor de frecuencia modulada y el chico tenía un receptor que le entraba en un bolsillo, similar a un walkman. Éste tenía un cablecito que iba hacia un auricular en el oído. La maestra hablaba a través de un micrófono y el chico escuchaba desde su banco".

Por otro lado, Agustina formó parte del grupo de especialistas que se abocaron el año pasado para construir las cabinas de testeo masivo de coronavirus y que finalmente se instalaron seis a lo largo de la provincia. "Fueron hechas por una empresa privada que me llamó como Bioingeniera para integrar el equipo de trabajo".

Ciencia y roles
Abrirse paso en un ambiente de hombres no resultó difícil para Agustina quien asegura que pocas veces se sintió discriminada. "Desde chica me gustó estudiar. En ese entonces no había acceso a internet y todo salía de libros. Ahorré un montón de tiempo en el secundario para poder comprar el de Helena Curtis y me parecía fascinante. Lo leía como si fuese una novela. Al momento de elegir carrera me decidí por Bioingeniería, aunque en mi familia me miraban como un bicho raro", recordó entre risas.

Aunque ahora sea usual encontrarse con un gran número de mujeres en la Facultad de Ingeniería, hace veinte años el panorama era muy distinto. "Me hice un grupo de amigos excelente, eran todos varones. Tuve un par de desencuentros con profesores que eran bastante machistas pero jamás me quedé callada, les contesté con altura y seguí mi camino. Nunca ocurrió nada grave en este sentido. Pude llevar la carrera muy bien y al terminarla quería continuar estudiando. Así que me metí en las becas del Conicet para comenzar mi doctorado e iniciar mi carrera científica. La Facultad de Ingeniería siempre ha apoyado mucho a las mujeres que estudian y que investigan", aseguró Garces.

La bioingeniera asegura que a nivel nacional también hubo un gran cambio que posibilitó la inclusión de la mujer en el ámbito de la investigación científica. "En el ámbito científico las mujeres hemos logrado muchos derechos. Por ejemplo, antes todos teníamos el mismo límite de edad para ingresar a la carrera científica del CONICET. Hay una realidad que es que el año que te embarazás, es casi imposible obtener resultados concretos porque son alrededor de seis meses en los que no producís a la par de un hombre. Después de muchas notas, se logró que el límite sea igual al de los hombres, pero que se sume un año más por cada hijo que tuviste. Fue un gran avance para que las mujeres no tuviéramos que elegir entre ser mamá y avanzar con tu carrera".

El trabajo se volvió tangible y fue invaluable para varias familias sanjuaninas. "Hicimos poquitos, alrededor de unos diez equipos, porque no eran muchos chicos. Todos eran caseros, hechos en nuestro laboratorio, pero no me voy a olvidar nunca la cara de felicidad de esos chicos cuando escuchaban. Me dio mucha satisfacción. Los padres estaban súperfelices y los directivos también".  

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