Con el sol azotando y el calor agobiando, caminan las esquinas ofreciendo docenas de empanadas. El domingo, tradicionalmente, es día de almuerzo familiar sin embargo ellas se apoderan de las calles, solas o con sus hijos, para vender lo que han hecho horas antes desde temprano. Son mujeres que ponen todo para salir adelante en tiempo difíciles.
Julia Espinilla es madre de 4 niños chicos y todos los sábados y domingo se ubica en la esquina de calle Comandante Cabot e Hipólito Yrigoyen, entre las 11 y 14 horas, para vender las empanadas. Un árbol se convierte en el refugio ante el fuerte calor, mientras sus hijos de 7 y 10 años juegan a las risas, en éste.
"Por el tema de la pandemia, uno necesita dinero. Mi marido es albañil y la entrada es difícil. Tengo 4 niños chicos que van a la escuela", comenzó expresando la sanjuanina que además de hacer empanadas, pone toda su creatividad en hacer artesanías que vende en una librería a pocos metros de ahí.
Para ella ser mujer es "todo un orgullo". "Sin las mujeres, las casas no avanzan. Es un pilar de la familia", aseguró Julia quien en el Día de la Mujer pidió 3 deseos. El primero es "que se terminen los femicidios. A las mujeres las tratan como basura y no es así. Sin la mujer el hombre no existe porque ellas les dan la vida. Son crueles y cada vez son más jóvenes las chicas que matan como a un perro".
El segundo deseo es "que la economía avance, que se pague un poco más en sueldos. Las cosas suben y uno se queda estancada con mil pesos". Mientras que el tercero es "que se termine el coronavirus".
A medida que daba sus deseos, los clientes se acercaban a ella para hacer la compra. Con su barbijo perfectamente cubriéndole la cara, con guantes bien puestos para sacar las empanadas y cuidando todas las medidas de higiene, Julia las vende agradeciendo siempre al comprador por estar ahí.
Transitando por Hipólito Yrigoyen pero a la altura de República del Líbano, se encuentra Yésica Contreras, más conocida como La Gringa. Ella también es madre y junto a 2 de sus hijos se encuentra vendiendo cajas con docenas de empanadas. Hace 6 años que transita esa esquina para vender lo que hace durante la mañana a los clientes de siempre y los nuevos que se suman cada mediodía de los sábados y domingo.
"Antes trabajaba con mi marido en el comercio pero llegó un momento que nos quedamos sin trabajo y de alguna manera hay que rebuscarla. Decidimos vender empanadas, a la gente le gustan y me hice mi clientela. Mis hijos y mi esposo me ayudan", relató la Gringa, quien a pocos metros tenía uno de sus hijos ayudándola y el otro vendiendo billetes de Telekino.
A medida que relata el amor que tiene al trabajo, mira con orgullo a sus hijos que trabajan a la par de ella para poder salir adelante. "La mujer de hoy es luchadora, con mucha fuerza. No debe bajar los brazos, hay que pelearla, tener paciencia y ser constante pero sobre todo, insisto, no bajar los brazos", subrayó.
Durante la pandemia, el trabajo no fue fácil. Fueron meses sin poder vender y con las limitaciones propias de cada una de las fases de cuarentena. De a poco la situación se fue recuperando pero ella y su familia nunca se dieron por vencidos y la unión "hizo la fuerza".
"Se hace muy difícil entre la pandemia, las inundaciones. De alguna manera hay que darse vuelta y salir adelante, no hay que bajar los brazos. No fui afectada con las lluvias pero hemos visto que a muchas personas le fue mal y por eso hemos ayudado mucho a los afectados con colectas junto a los vecinos", destacó subrayando que "es bueno ayudar a las personas porque la vida da muchas vueltas y uno nunca sabe si en algún momento vas a necesitar la ayuda del otro".
Cintia Gallardo también sale todos los viernes, sábados y domingos a vender empanadas. El esfuerzo está puesto para alcanzar un sueño: tener su local de venta de empanadas. Sin embargo con la pandemia sufrió el azote de la economía y todos sus ahorros los perdió. Sin embargo no baja los brazos y le pone mucha energía al sueño que sigue intacto.
"Por ahí es un trabajo un poco sacrificado, por lo general el fin de semana la familia se junta. Yo no puedo compartir con ellos los almuerzos. Éste es un trabajo pesado por lo que significa amasar, cocinar, el horno, sobre todo en verano, y luego salir a vender. Pero es una salida laboral que se presentó y al no haber otras opciones la continué desde hace 4 años", explicó Cintia.
Ella no tiene hijos y vive sola. Es una mujer con mentalidad emprendedora y que en los mejores tiempos, antes de la pandemia, podía triplicar lo que vende ahora. "Ha bajado bastante la venta. Estoy vendiendo entre 50 y 60 docenas los 3 días, antes se vendía mucho más. Si bien tengo mi familia, vivo sola y el trabajo es para mantener mi casa, a mi misma y con la ilusión de poder hacer algo más. La idea era poder ahorrar y poder aspirar a algo más grande como un local. Pero llegada la cuarentena me mató todo porque tuve que destinar los ahorros para vivir", lamentó Cintia y agregó: "mis ahorros para el sueño murieron el año pasado, junto con la inflación y la mala situación económica del país. Pero ahora volví pero hay que pelearla porque está todo muy difícil y la venta muy rara".
La vendedora destacó que "hoy en día, la mujer está mucho más independiente, tiene otras opciones" y su deseo es que "eso sea para todas por igual". "Es bueno que se empiece a inculcar desde chicas que tienen muchas opciones. No nacieron solo para ser madre, que no las encierren en eso, que les hagan ver que pueden hacer lo que quiera, siempre y cuando sea su decisión. Eso les digo a mi sobrina, ella es libre de hacer lo que quiera, que no se encasille y que no le digan que no puede hacer otras cosas porque con esfuerzo puede llegar a ser lo que quiera", finalizó.