Historias

A un año de la cuarentena y tras meses sin trabajar, tres rubros sanjuaninos que se reinventaron y le dan pelea

Jardines maternales, peluquerías y salones de eventos infantiles estuvieron cerrados por las fases sanitarias y tuvieron serias dificultades económicas de las que aun están tratando de salir. El temor por una nueva ola de coronavirus.
domingo, 21 de marzo de 2021 08:24
domingo, 21 de marzo de 2021 08:24

Nunca pensaron que el 20 de marzo de 2020 iba a ser una fecha de la que no se iban a olvidar más. Con más dudas que certezas sobre la pandemia de coronavirus, pensaron que sólo por 15 días no iban a trabajar y estaban atentos a las normativas sanitarias que iban a tener que cumplir para el regreso.

Pero los tiempos se dilataron, para unos más que para otros, con las mismas consecuencias: pesadas deudas, incertidumbre por la posibilidad de sostenerse en sus rubros comerciales y educativos y asumir una capacidad de resiliencia para reconvertirse para salir adelante.

Salones de eventos, jardines maternales y peluquerías sufrieron en carne propia los efectos de la pandemia en lo económico y muchos quedaron en el camino. Proyectos de años se truncaron y otros, aún se siguen levantando día a día. Por eso, la posibilidad del regreso de las fases de aislamiento y cierre total han despertado inquietud en los propietarios que no creen poder resistir otro golpe igual y aguardan que se tomen otras medidas.

Reconvertirse para seguir celebrando

Liliana Sánchez, propietaria del conocido salón de eventos infantiles Fun Zone, aun se asombra del vertiginoso camino recorrido para trabajar actualmente como local gastronómico.

Nunca pensó que tendría que remodelar la cocina de su local para cumplir con las normativas de Salud Pública para preparar comidas y que los juegos que eran protagonistas iban a pasar a un segundo plano y con un responsable de limpiarlos constantemente. Tampoco imaginó ver a los chicos jugar con barbijos que ocultaran sus sonrisas y bajaran el volumen de sus risas.

Su satisfacción es haber podido rearmarse y seguir adelante con sus 6 empleados que, además, la acompañan en un nuevo emprendimiento que encaró en plena pandemia cuando su salón estuvo inhabilitado para trabajar.

“En principio, cuando anunciaron que teníamos que cerrar todos pensamos que era algo momentáneo. Pensamos que era una etapa de 15 días y dijimos: “bueno, vamos a aguantar un poco con los ahorros y como podamos”. Después tuvimos que reinventarnos. En mi caso, comenzamos a elaborar churros y donas en “Topping” y eso, nos sacó y también pudimos así ayudar a los empleados para que tuvieran trabajo. Como tenía tantos cumpleaños para realizar, para ellos había una continuidad y tenían su sueldo”, destaca Liliana a Diario La Provincia SJ.

Desde el inicio de la cuarentena, los eventos que se vieron afectados fueron los de finales de marzo y los cumpleaños reservados para abril y mayo. “Fueron aproximadamente unos 70 eventos. Con los clientes se charló sobre las posibilidades de qué hacer y hubo muy pocos que pidieron el reintegro del dinero; lo que se hizo en realidad fue mantenerles la reserva por uno o dos años y programar el evento para cuando se pudiera realizar. Se negoció más de esa forma”.

Pasaron los meses y los propietarios de los salones de eventos infantiles unieron fuerzas y se constituyeron como Asociación. Elaboraron un protocolo para volver a trabajar e insistieron ante el Comité COVID- 19 San Juan para lograr el OK. Finalmente, en octubre comenzaron a reabrir los que pudieron reconvertirse a local gastronómico tras la pausa que trajo problemas económicos serios y deudas. Muchos salones, sin embargo, no resistieron el cimbronazo.

Sobre los integrantes de la Asociación, Liliana puntualiza que “los que pudimos volver a abrir con la modalidad que nos autorizaron somos pocos. Éramos 70 propietarios al inicio, todos tuvimos que cerrar en la cuarentena y quedamos 30 con los salones armados. Muchos dejaron alquileres porque no se pudieron sostener al igual que impuestos. En ese contexto, hoy alrededor de 10 o 12 seguimos trabajando y con mucho esfuerzo porque nos pudimos reinventar. Recibimos frecuentemente ese comentario de nuestros clientes: “los salones de eventos infantiles que conocíamos han cerrado”.

Tras esa primera negociación al inicio de la cuarentena, la empresaria cuenta que en su local ya se han realizado varios festejos en burbuja de cumpleaños del año pasado. Bajo estricto protocolo, muchos cumpleañeros pudieron encontrarse con la familia. “Se reprogramaron y se realizaron. Las familias pudieron reencontrarse en nuestro restaurant y festejar. Tenemos controles sanitarios y yo, en lo particular, soy muy obsesiva con eso. A veces, la gente se enoja por lo estricto pero les recalcamos que estamos en una nueva normalidad. Por eso insistimos en el respeto al uso de barbijo y distanciamiento social”, explica.

Por empezar, a la persona que reserva se le envía un mensaje con el protocolo vigente para que lo comparta con las personas que lo van a acompañar. “Nos pasa que hay clientes que llegan al local sin barbijo y no tienen uno a mano. Se ven en la obligación de ir a comprar uno a una farmacia porque si no, no entran”, afirma.

Y agrega, “se sigue trabajando con el 30% de la capacidad, lo que en el caso del local son 60 personas. Se habilitaron juegos como el laberinto, siempre con desinfección de amonio cuaternario. Hay una persona encargada de ello. Por supuesto, hay alcohol en gel en todas las mesas, en el ingreso y en el baño y mostrador. Tratamos de hacer todo lo posible para mantener la higiene y nosotros seguimos con la lista de registro de ingresos. Por más que en la mayoría de los lugares no se exige; acá mantenemos ese control y la archivamos”.

Ante la posibilidad de una segunda ola de coronavirus, con cepas más contagiosas, no dudó en decir que “todos los propietarios de salones que hemos reconvertido a la gastronomía estamos con miedo nuevamente. Recién cuando empezamos a afirmarnos en trabajar como restaurant, tenemos miedo de que nos digan que tenemos que cerrar otra vez. Esperamos que el gobernador tome medidas de cerrar un poco los ingresos a la provincia; que se controle más. No podemos volver atrás. Hoy por hoy, trabajo para pagar deudas. No se puede volver a cerrar. Ahora estamos arreglando alquileres con abogados y necesitamos tener dinero para cumplir”.

Y recuerda que a fin de 2020, “pedimos desde la Asociación que nos habilitaran como salón de eventos nuevamente pero ahora con lo que viene, creemos que no podrá ser posible”.

El renacer de los jardines maternales

Gemina Maratta, propietaria de Recrearte e integrante de la Asociación de Jardines Maternales y Primera Infancia (AJAMPI), mira hacia atrás y revive la intensa lucha por la que atravesaron para volver a trabajar y sentir las risas de los chicos que tanta vida le dan a sus instituciones.

Los jardines maternales en San Juan cerraron el 20 de marzo por la cuarentena estricta, volvieron a la actividad en agosto por sólo una semana hasta el golpe del brote de coronavirus en Caucete y recién en diciembre, pudieron reabrir. En el camino, muchas instituciones se apagaron y hasta el momento, no se reactivaron.

“Con el ingreso a la cuarentena cambió la historia para muchos sectores y uno de los más afectados por la cantidad de tiempo que estuvimos cerrados e imposibilitados de trabajar fuimos los jardines maternales. Por la fecha en que se decretó la cuarentena, no recibimos ingresos ni de inscripciones de los chicos ni de materiales. Recién estábamos inscribiendo”, recuerda en diálogo con Diario La Provincia SJ.

“Creíamos que eran 15 días que se suspendían las clases y recuerdo que le enviamos nota a los papás. Hasta en un primer momento pensamos que era optativo cerrar o seguir trabajando. Hasta nos consultábamos si adheríamos o no a la cuarentena. No teníamos idea, realmente, de lo que venía. Pero después se fue extendiendo y ya empezamos a preocuparnos cada vez más. No podíamos sostener a nuestras instituciones sin ningún tipo de ingreso: teníamos que pagar alquileres grandes, impuestos, servicios e incluso, al principio apoyábamos a las docentes. Nos dimos cuenta que no se podía seguir así”, detalló sobre lo que vivieron.

Tras contactarse y mantener reuniones virtuales, las propietarias de jardines maternales se unieron en una Asociación que visibilizó fuertemente su problemática. “Tuvimos una lucha larga y dura. En el camino, se quedaron muchísimos jardines que cerraron y no han vuelto a la actividad, algunos de mucha trayectoria y reconocidos en San Juan. Otros tratamos de, como fuera posible, salir adelante. Hasta dos o tres meses, creo que una institución se puede sostener tras estar sin trabajar pero después es imposible”, destacó.

Los jardines maternales visibilizaron su mal momento, tras meses sin actividad.

Gemina resalta que la unión de las propietarias con el apoyo de las docentes y de los papás que no tenían un lugar seguro y con perfil educativo para dejar a sus pequeños hijos (de meses de vida hasta los 3 años) mientras ellos trabajaban, lograron que el Comité COVID los habilitara a trabajar con un estricto protocolo: sólo 3 chicos por sala y numerosas restricciones a la hora de compartir espacios y materiales.

“Luchamos muchísimo y logramos la apertura, después de cinco meses que nos pareció una barbaridad. Anteriormente a los jardines, se abrieron bares y hasta casinos. Volvimos cuando no llegábamos a los 10 casos en San Juan; no había circulación viral y aún así, esa cuarentena se había cobrado como víctimas a muchas instituciones. Habíamos hecho inversiones muy grandes en elementos de seguridad, en lo que se necesitaba para afrontar a la pandemia y lo que nos exigía el protocolo. Tras 5 días de trabajo, estalló el brote en Caucete y tuvimos que cerrar”.

Pasaron 4 meses más que fueron muy decisivos para muchas instituciones y sólo quienes lograron encontrar una salida, se mantuvieron en pie aguardando la nueva autorización que recién llegó a fin de año.

“Fue muy difícil lo que pasamos. Gracias a Dios, hoy digo que eso quedó en el recuerdo. Gracias a Dios, sólo esperamos que no volvamos a pasar una situación igual. Estuvimos muy desamparados. Nunca nos incluyeron en beneficios como eximición de impuestos y nunca dejaron de cobrarnos los alquileres. Las deudas existen, las tenemos por más que ya el jardín haya cerrado. Las seguimos cargando y pagando préstamos. Creo que no se piensa en esa realidad de los trabajadores independientes y por eso esperamos que esto no vuelva a suceder. Tenemos mucho miedo porque hay rumores de nuevas olas y fases y cada vez que escuchamos esas noticias sentimos un dolor terrible”, manifestó Gemina.

Y sentenció, “consideramos que el Gobierno no va a volver a tomar las mismas medidas porque ya no se puede más. Muchos jardines pudimos salir adelante pero no tenemos todos nuestros problemas solucionados. Tenemos deudas de un año: seguimos pagando deudas de alquileres, de expensas, préstamos y moratorias de impuestos. Es decir, solventando el año pasado que no trabajamos y sin embargo, los gastos corrían igual. Ojalá todos se cuiden y que, con la herramienta de la vacuna, no volvamos a pasar situaciones similares como las del 2020”.

La peluquería que se reinventó

Para Cecilia Maradona, sanjuanina reconocida en el mundo local de las peluquerías, la mayoría de las clientas son amigas que frecuentemente se ponen en sus manos para que corte su pelo y haga maravillas con el color. Con toda la energía puesta en mejorar servicios, en marzo del 2020 las esperaba junto a sus 3 colaboradoras pero la pandemia cambió el panorama.

“Esa semana que nos aconsejaban no salir, unas clientas me pidieron por favor que les llevara unos productos a domicilio. Cuando estuvimos los primeros 15 días encerrados, al vender productos de cuidado personal, nos habilitaron para hacer envíos a domicilio. Eso no lo hacíamos pero no nos quedó otra opción que incorporarlo. Después, nos empezaron a pedir los kits de tintura y al principio, realmente no nos convencía pero nos pidieron tanto que comenzamos a armarlos con tintura, oxidantes y guantes. Los envíos comenzaron a aumentar”, recordó a Diario La Provincia SJ.

De repente, su salón se convirtió en centro de operaciones para despachar pedidos; la manera que hallaron para que el parate no fuera total. En esa vorágine, Cecilia cuenta que también tuvo que concientizar a sus clientas sobre lo que sucedía en ese momento. “Algunas me escribían para que fuera a domicilio a cortarles el pelo; que lo necesitaban urgente. Las tranquilizaba y les comentaba que nos teníamos que cuidar; que no era posible que fuera allí y no teníamos que exponernos. El corte de pelo podía esperar. Y con la tintura, también les dimos unos tips porque algunas clientas no tenían idea de cómo prepararla ni colocársela. Por llamadas, les daba el paso a paso”, manifestó.

Para ella, el cierre fue difícil como para todos los sectores económicos y comerciales. El sacudón de la pandemia le había llegado. “Gracias a Dios volvimos a trabajar pero fue distinto: con turnos distanciados, horarios a los que estábamos acostumbrados, no podíamos abrir los sábados y el protocolo era exigente. Tuvimos que salir a comprar la alfombra sanitizante que nunca tuvimos antes de la pandemia, el termómetro para medir la temperatura, las máscaras y los tapabocas. También, bolsas para colocar las carteras de las clientas y armamos un mueble para colocar esas pertenencias allí. Les entregábamos un tapabocas descartable y les colocábamos alcohol en gel”, precisó.

En el reencuentro con quienes el vínculo había seguido de manera virtual hubo una diferencia que movilizó: “No nos dábamos un beso, ni nos abrazábamos. Estábamos acostumbradas a eso con las clientas. Ni siquiera el puño nos chocábamos. Fue horrible porque tenemos clientas de años; nos demostramos siempre cariño y ya son amigas. Incluso, al principio, mientras trabajábamos tratábamos de no hablar porque no teníamos dudas sobre el contagio. Por supuesto, todas tenían miedo y nos decían que venir a la peluquería era la única salida que tenían. Si tenían que comprar en el supermercado, pedían delivery. En ese momento, algunas de nuestras clientas estaban trabajando y necesitaban cortarse el pelo y otras, querían teñirse con nosotras”.

El regreso, puertas adentro, también fue complejo para Cecilia ya que sólo trabaja ella y una colaboradora. Con esfuerzo y dedicación, ambas hacen camino al andar día a día para sus clientas. “No me gustaría que tuviéramos que cerrar de nuevo porque económicamente la pasamos muy mal. Justo antes de la pandemia, habían hecho una compra grande de mercadería. Vino la cuarentena y no teníamos ingresos. Se nos complicó salir de eso. Creo que cumpliendo el protocolo, la distancia social y usando correcta y frecuentemente tapabocas y alcohol podemos seguir trabajando. Esperamos que nos controlen más; que vengan a ver cómo trabajamos pero que no nos impidan trabajar”, se sinceró.

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