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Café que cura: Jony, el pastor que lleva la fe hasta la puerta del Penal de Chimbas

Él mismo encontró en la religión su fuerza para cambiar de camino. Hoy tiene una panadería y lidera a un grupo de personas que intenta ayudar a los demás a través de la Iglesia Evangélica.
domingo, 7 de febrero de 2021 17:10
domingo, 7 de febrero de 2021 17:10

Jonathan Vera es Pastor de la Iglesia Evangélica y desde hace una década va al penal varias veces por semana para llevarles un poco de fe a los internos del servicio penitenciario. A este trabajo lo comenzó su padre hace más de 20 años y él, tras haber estado detenido y haber sufrido la pérdida de su papá, decidió continuar con su legado. 

Hace algunos años se dieron cuenta de que algunos de los problemas que surgían adentro se gestaban en la puerta del Penal de Chimbas entre quienes hacían largas colas para poder ingresar a visitar a sus seres queridos. Fue así que decidieron comenzar a charlar con los visitantes con la excusa de acercarles un café."Conformamos un equipo que se llama Evangelización Carcelaria de San Juan. Está compuesto por varias personas que estuvieron privadas de su libertad y que saben por lo que están pasando los que están adentro del penal y los que los visitan", manifestó a Diario La Provincia SJ el pastor Jony. 

Las horas de espera bajo todo tipo de clima, hacen que los ánimos no sean siempre los mejores. "Hay gente que llega en el último colectivo del día anterior y pasa toda la noche en la puerta del penal para ser uno de los primeros en entrar. Incluso algunas llevan colchones para que duerman los niños o ellas mismas por turno. Cuando están por comenzar las visitas los dejan en una casa frente al servicio penitenciario que se los guardan. A las nueve los empiezan a anotar y alrededor de las diez empiezan a entrar los primeros", explicó Vera.

A raíz de esto se dieron cuenta de que con la panza llena era más fácil hablar de cosas importantes. "Notamos que allí hay niños sin desayunar. Por eso empezamos a llevar café, jugo, tortitas, un desayuno. Pero lo más importante es ir y compartir la palabra de Dios para que sepan que con él se puede un cambio. Hablamos con la gente afuera y también con los internos, para que Dios empiece a obrar en la familia que es el nido que los puede sanar".

Un antes y un después
Este trabajo lo venían realizando desde hacía seis años ininterrumpidos, pero la pandemia obligó a pararlo todo, incluso porque ya no estaban permitidas las visitas. 

"Lo hacíamos en las cuatro unidades los domingos, para alrededor de 200 personas. Desde que empezó la pandemia tuvimos que cortar este servicio y lo vamos a retomar esta semana con nuevos días y horarios. Es que ahora las visitas son de lunes a viernes dependiendo del pabellón, por un tema de protocolo. Tenemos que sacar un día de trabajo nuestro para poder asistir, pero nos estamos acomodando". 

Durante la cuarentena fueron a rezar por los convictos.

Este trabajo no solo brinda paz en la puerta, sino también tras los muros. "Escuchamos muchos problemas. Hubo más que nada mujeres con intentos de suicidio, pero para eso estamos. Los escuchamos y vemos qué podemos hacer porque nosotros hemos estado en ese lugar. Hemos notado que esto baja la violencia en la puerta del Penal y también evita que haya problemas mayores dentro de los pabellones con los internos. Es que los problemas que surgen afuera se pasan adentro y a veces son peores", aseguró el pastor. 

Pan y redención
Este no es el único proyecto que lleva a cabo el pastor. Es que en el 2016, gracias al Patronato de Liberados y la fundación Alas Solidarias, abrió una panadería en la que le brinda trabajo a exconvictos. 

"Nos dimos cuenta de que no bastaba con llevarles la palabra. Cuando los chicos salían veíamos en los diarios que al otro día los encontrábamos robando de nuevo. Entendimos que necesitaban una salida laboral porque salen, y cuando van a pedir trabajo le piden los antecedentes. Y si se enteran de que estuvo preso lo revotan, la sociedad lo discrimina y vuelve a lo que conoce que es el delito".

Por eso, en abril de ese año logró abrir Panadería Esperanza. "En mi casa hemos tenido hasta seis pibes durmiendo. Son chicos que han entendido y que no han querido volver a su casa porque significa volver al mismo pozo. Vuelven y la madre y la hermana se están prostituyendo, el hermano vende droga y el otro trae secuestros a la casa, ellos saben que si siguen ahí tarde o temprano caen de vuelta. Fue así como empezamos a buscar una solución. La Iglesia puso el lugar, el patronato a los empleados y Alas armó el proyecto de Panadería Esperanza".

La venta al público se realiza en el mismo local, ubicado en calle Pasaje Patria 4635 sur en Villa Krause. Pan, semitas, facturas y masas, parte del menú que también se vende con una porción de fe.
 

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