Historias

Andrea y Luis, un amor que desafió la amistad y se consolidó tras el dolor más grande

Se conocen desde niños y temieron arriesgar su vínculo como amigos para animarse a ser algo más. Sin embargo, el amor fue más fuerte. Tanto que pudieron sobreponerse a la muerte de 3 hijos y asisten a otras familias que atraviesan fallecimientos en el embarazo, en el parto o después del nacimiento.
domingo, 14 de febrero de 2021 08:47
domingo, 14 de febrero de 2021 08:47

Ella tenía 8 años y él, 10. Para llegar a la escuela Florentino Ameghino, en Concepción, tenían que caminar varias cuadras juntos. Digamos, entonces, que una maestra fue la inesperada "celestina" entre ellos. Es que desde entonces, Andrea Cáceres y Luis Varón no se separaron más. Fueron amigos y estuvieron juntos en lo bueno y en lo malo hasta que cuando rondaban los 30 años, se animaron a ser novios y después, esposos afrontando una etapa en la que el amor le ganó al dolor más inmenso y hoy, se fortalece en su familia y se proyecta hacia quienes lo necesitan.

"Siento que somos mejores amigos desde toda la vida. Pasamos por todo juntos y fue la primera persona que estuvo conmigo siempre. Era parte de mi familia porque forjó amistad con mi hermano y después, estuvimos juntos en la Acción Católica. Todo estaba dado para que estuviéramos juntos", detalló Andrea a Diario La Provincia SJ.

En San Valentín, asegura que celebran el día del amor agradeciéndose mutuamente haber dado ese gran paso y con ello, ganarle al miedo de perder la amistad que tanto valoraron. "En mi adolescencia fui mamá soltera y mi pareja no prosperó. Luis estuvo allí, conmigo. Después, cuando murió mi mamá y más adelante, mi papá allí fue mi pilar en todo. No sólo en la contención, sino hasta con los trámites. Realmente, siento que fuimos y volvimos muchas veces hasta que finalmente concretamos", relató.

Finalmente, una de las caminatas que los unían para hacer ejercicio fue el detonante. Se pusieron de novios y al año, ya estaban casados. Andrea no pudo dejar de conmoverse con los gestos de amor de él. "Crié sola a mi hijo por 12 años y Juan Cruz encontró en Luis, un amor inmenso. Sentí cómo me quería al ver cómo se brindaba a mi hijo. Él es su papá con todo el corazón".

Después, ambos vivieron con amor la llegada de sus hijos pero también uno de los golpes más inmensos que una pareja puede tener: la muerte. Andrea y Luis despidieron a tres pequeños: Matías, Guadalupe y Lucas. Un embarazo de mellizos y luego, otro único los enfrentaron al milagro de la vida y a lo desgarrador del duelo. 

"Puedo asegurarles que nuestro amor se consolidó ahí. Cuando un matrimonio atraviesa el duelo por la muerte de un hijo sólo hay dos caminos: la unidad o la separación. No hay términos medios porque no volvés a ser la misma persona. Siempre digo que la muerte de un hijo te rompe y después, aprendés a vivir así: roto. Nosotros nos ayudamos, aprendimos uno del otro, nos cuidamos y con el tiempo, tras este dolor tan inmenso, decidimos que teníamos que celebrar la vida de nuestros hijos que murieron tan pronto. Por supuesto que hay personas que no lo entienden. Que no comprenden el valor de prender velas o hacer una suelta de globos para recordarlos. Pero poco a poco esto va cambiando", manifestó Andrea.

Con ello, se refiere a las actividades que ambos encararon con la fundación internacional "Era en abril" que contiene a las familias que sufrieron muertes de sus bebés en el embarazo, en el parto o después del nacimiento. En San Juan han realizado distintas actividades y entre ellas, talleres para mamás y papás. "Luis está en el de hombres y es el que siempre se demora en más en terminar porque ellos atraviesan el dolor de otra manera. Todavía está ese mandato del patriarcado que les marca que no deben llorar ni mostrarse débiles cuando están deshechos por la muerte. El taller les da la oportunidad de hablar, de decir lo que sienten y ayudarse entre ellos. Es muy fuerte lo que sucede allí", remarca.

Andrea y Luis, en una suelta de globos de Era en abril, para recordar a sus bebés fallecidos.

Una vida de amor

El matrimonio vive sus días amando la vida que se proyecta en sus dos hijas. La mayor, según Andrea, es el clon de su papá con su carácter mientras que la menor, se parece físicamente a ambos pero heredó el carácter de su abuela materna.

"Siempre comento a mis colegas que somos muy compañeros. Supimos armar un equipo que se complementa a la perfección porque yo soy muy mandada, "un avión" que va con todo y él es el único capaz de equilibrarme y llevarme a pensar las cosas o verlas de otro modo. Pude recibirme de Enfermera (actualmente trabaja en Maternidad del Hospital Rawson) gracias a que él me bancó en todo, comprando apuntes y lo que necesitaba con su sueldo. Ni hablar de lo presente que estuvo con nuestras hijas. La mitad de mi título es de él. Es la voz de mi razón y un padrazo", describe.

Andrea destaca que para este día de San Valentín comparten un deseo: "ambos nos deseamos la felicidad. El estar juntos siempre y que si alguno de los dos se va de este mundo, podamos encontrar el amor de la forma que necesitemos. La clave de un matrimonio sólido, de una pareja, es el respeto y la confianza. Algo que veo que las parejas jóvenes no logran construir. Si amás bien a alguien, querés que sea feliz y que pueda amar y soñar siempre. Yo admiro a Luis y la manera en la que me acompaña en mis locuras. Hemos atravesado buenas y malas. Aprendimos a hacer contrapisos y pegar cerámicos en nuestra casa porque no nos alcanzaba para pagarle a un albañil y así seguiremos adelante. Diciéndonos te amo y te quiero a cada instante porque no sabemos cuándo será la última vez".

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