Historias

Su hija murió atropellada por un colectivo y ahora su casa se derrumbó: "siento que ella me salvó"

Rosa Brizuela está marcada por la tragedia pero tras el terremoto se aferra a lo que sintió en su corazón y que le salvó definitivamente la vida.
miércoles, 20 de enero de 2021 00:00
miércoles, 20 de enero de 2021 00:00

"Siento que intercedieron para que no muriera", dice Rosa Brizuela (70 años), con la mirada triste y agobiada. Ya carga el peso del dolor que dejan las heridas de la muerte. Perdió dos hijas años atrás, en distintas circunstancias, y su corazón de mamá le dice que fueron sus ángeles que le avisaron del peligro y la salvaron. 

El 19 de octubre de 2015, una de sus hijas de 41 años murió a metros de su casa; la que ahora está irreconocible en calle Aberastain, entre 15 y 16, en Pocito. Lorena Martínez Brizuela, madre de 7 chicos, fue embestida por un colectivo de la empresa Mayo, cuando estacionó su moto y murió tras ser arrastrada 50 metros. Su otra hija sufrió un grave problema de salud y a los 27 años, su vida se apagó. Cuenta Rosa a Diario La Provincia SJ que era testigo de Jehová y no aprobaron que le realizaran transfusiones de sangre para paliar su anemia.

Con ese pesar, Rosa siente que ambas las resguardaron para que no estuviera en su casa al momento del terremoto del lunes a la noche. De haber sido así, podría haber sufrido heridas graves ya que el dormitorio y parte de la cocina comedor de la casa se desplomaron.

"Otra de mis hijas vive aquí, a dos casas. Estaba cansada en mi casa y me llama para ir a comer con ella. Me dice 'venga para comer'. Le dije que no porque había tomado una taza con leche; ya había cenado. Pero me insistió; me dijo que me quedara con ellos. Cuando me iba a venir, empezó el terremoto", detalló casi como un relato del milagro. "Aunque no quería ir; algo en mi corazón me dijo que lo hiciera. Fueron mis hijas que me avisaron; me lo dijeron al corazón", destacó.

Rosa se iba a acostar a dormir y no puede creer que salvó su vida. "Tenía 19 de presión y soy de 13. También me aqueja un problema en la cadera y no aguantaba. A mi rancho vinieron los bomberos y quería unos palos para apuntalar. Me acosté ahí afuera, en la cama que me sacaron. Llevo acá 40 años esperando una solución. Siempre me dicen: 'ya te vamos a dar". Pero es como los Reyes Magos, que siempre van a venir y no vienen", confesó con tristeza.

Ahora, la mujer busca fortaleza en sus ángeles para salir adelante. "Tengo todos los recuerdos de ellas y siempre las tengo presente. Es una pena muy grande. Se ha roto todo", muestra mientras asegura que sueña con tener un techo digno para pasar el resto de su vida.


 

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