Dolor

Pesar por la muerte de la monja sanjuanina Magdalena Quiroga Yanzi

Tras atravesar un estado crítico, la religiosa falleció en la provincia de Córdoba. Tuvo una intensa labor en causas en todo el país, Chile y especialmente, África.
domingo, 20 de septiembre de 2020 14:22
domingo, 20 de septiembre de 2020 14:22

En las últimas horas, se conoció la triste noticia del deceso de la religiosa sanjuanina Magdalena Quiroga Yanzi que estaba en delicado estado en la provincia de Córdoba. Numerosas cadenas de oración se realizaron para pedir por su recuperación en las últimas semanas. Tenía 74 años.

Su amor a Sagrado Corazón de Jesús la llevó a comprometerse con causas en todo el país, Chile y África. Precisamente en el "continente negro" creó lazos muy fuertes que la llevó a amar esas tierras, su gente y su cultura.

Precisamente en el "continente negro" creó lazos muy fuertes que la llevó a amar esas tierras, su gente y su cultura. "Mi ilusión era morir en el África y que me entierren debajo de un baobabs", confesó la religiosa quien durante sus años allí insertó alegría a los que más sufrían.

"Para mi África fue un antes y un después en mi vida. África me purificó la mirada, me ensanchó el corazón. Fue descubrir una iglesia misionera universal realmente enraizada", comenzó relatando Magdalena en radio María. Luego agregó: “en África lo que hacemos es humanizar. Nuestra misión era ayudar a la promoción de la mujer y los niños, enseñarles el cuidado de sus hijos mientras ellas están embarazadas”.

Llegar hasta allí no fue fácil. Desde chica soñaba con ir a África y su meta siempre fue ir a ayudar a aquel continente donde las necesidades son muchas y extremas; y las dificultades se multiplican de a par. 

"Se aprobó la apertura de una casa en África, estaba presente y me ofrecí pero ese año me eligieron conseja general y no podía salir. A los 57 años me jubilé y me fui a África, estuve 7 años. Para ir a Africa nos tenemos que ofrecer porque se considera un destino de alto riesgo, por el choque cultural, las lejanías de la familia, desarraigo de la familia", recordó.

Así fue como llegó hasta Benín y conoció otro mundo, gente hermosa de espíritu que la ayudó a fortalecer su amor a Jesús y su alma solidaria. Sin embargo su estadía allá duró poco tiempo y desde Argentina la volvieron a convocar para regresar pero esta vez a Tucumán. 

"Mi ilusión era morir en el África y que me entierren debajo de un baobabs. A los 64 años el instituto me dijo que me necesitaban acá, puse excusas, motivos fundamentos, pero me tuve que volver a un colegio de Tucumán como supervisora. Me produjo una desolación muy grande, me cambiaron la sabana africana por piso de mosaico, los baobabs por columnas de cemento. Pero ese año que volví murió mamá y haber estado en Argentina me permitió poder estar junto a ella, poder darle una mano a mis hermanas", recordó.

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