Historias

Marcelo, el sanjuanino que le ganó al COVID en la trinchera mendocina: "las secuelas quedan en el cuerpo y en la mente"

Es trabajador de la llamada línea de fuego en el sistema de salud de la vecina provincia y allí se contagió. Recientemente recuperado, su desafío es humanizar la enfermedad: "no somos un número y el coronavirus es la enfermedad de la soledad y te puede llevar puesto".
domingo, 20 de septiembre de 2020 10:25
domingo, 20 de septiembre de 2020 10:25

Han sido días difíciles en los que ha vivido en carne propia que el coronavirus pasa por el cuerpo y deja huellas. También le pesó algo que esta enfermedad impone: la soledad. Marcelo Castro Fonzalida es sanjuanino, más precisamente “orgullosamente jachallero” y trabaja en la denominada línea de fuego del sistema sanitario de Mendoza. En la vecina provincia se vive una situación muy difícil con una alta tasa de contagios y de fallecidos y en el caso particular de Marcelo, el 50% de sus compañeros de trabajo ya se infectó y lamentablemente, una falleció.

Al momento de dialogar con Diario La Provincia SJ, el también conocido periodista, está en su hogar donde permaneció aislado durante casi 20 días y este sábado recibió la noticia que más esperó. Se trata del alta epidemiológica que le confirma que pasó a integrar el grupo de los recuperados de COVID-19; allí donde están los guerreros que pudieron vencer a un enemigo imprevisible y cruel que se ha robado, a estas alturas, el 2020.

Hoy es muy importante ya que me dieron el alta epidemiológica. Estuve 17 días en aislamiento; es decir desde que tuve los primeros síntomas, los informé y me hisoparon”, cuenta a este diario. Marcelo trabaja como administrativo en el área de Laboratorio del reconocido Hospital Español. La incidencia de la pandemia lo llevó a trabajar en las guardias COVID y fue en ese ámbito en el que se contagió, pese a los estrictos cuidados que llevaba. Casi al mismo tiempo que él, una compañera de su sector también resultó coronavirus positivo y también, otros trabajadores en otras áreas del Hospital.

Marcelo trabaja en el reconocido Hospital Español de Mendoza. El coronavirus se llevó la vida de una compañera y la mitad del personal sanitario ya se contagió.

“Siempre cuento que cuando me dieron el resultado del hisopado no tuve que llamar a nadie para avisarle por ser posible contacto estrecho. Es que había tomado una medida especial con mi hermana, que también vive en Mendoza y que fue mamá hace 3 meses y medio. Los frecuentaba cada 7 a 10 días, de manera de estar siempre atento a posibles síntomas. Y me resultó ya que cuando me diagnosticaron, hacía bastante tiempo del último contacto. Con respecto a mi círculo social, había decidido no reunirme para resguardarlos por mi trabajo”, explicó.

Lo primero que Marcelo sintió fue algo que lo acompañó de manera implacable por 13 días: el dolor de cabeza. “Pasó de ser una jaqueca leve a otra aguda. Estuvo acompañada de dolor de espalda, opresión en el tórax y un malestar que me tomó desde el pelo hasta los dedos de los pies”, destacó.

Apenas tuvo sospechas y debido a que es asmático, con lo que integra el grupo de riesgo, además de hisoparlo le realizaron una tomografía computada de tórax. En ese momento, los especialistas no detectaron que sus pulmones estuvieran afectados por lo que no lo internaron.

Ya en su casa, el coronavirus lo vivió y soportó en el cuerpo, tal como detalló. “La pasás muy mal porque los síntomas se agudizan. Había días en que no podía levantar ni la mano. Cuando me incorporaba, me tiritaban las piernas. Cuando me duchaba, tenía que esperar como media hora para recuperar el aire. Sólo se puede tomar Paracetamol bajo la prescripción que el médico te da pero es sólo un paliativo. Recién después de 13 días me cedió el dolor de cabeza y puedo decir que pude respirar y dormir mejor”.

Precisamente porque tenía conciencia de lo que podría llegar a vivir, al ser parte del personal de salud, lo primero que hizo Marcelo fue armar una red de contención que lo asistiera en esa batalla. Así fue como creó lazos por WhatsApp entre su hermana y sus vecinos para que pudieran encargarse de ayudarlo con lo que iba a necesitar en sus días de aislamiento. Así fue como se dividieron para llevarle comida, medicamentos y chequear su estado de salud, sobre todo si había comido, ya que la enfermedad quita el apetito y por ende, una fuente vital de energías.

El resto de los integrantes de su red lo acompañaron con llamadas de teléfono, videollamadas y mensajes, de manera que sintió el afecto que tanto necesitaba para transitar la soledad. “El coronavirus te saca todo. Te deja sin la palmada en el hombro y la mirada cálida que te dice que todo estará bien. Hay que combatir el miedo que no sólo baja las defensas sino que te pone en un plano de negatividad. Es una enfermedad que te deja secuelas en el cuerpo y en la mente y lamento que a nivel de salud mental, el gobierno nacional y los provinciales hayan trabajado tan poco. Puedo decir que sin apoyo emocional y afectivo, además del psicológico que en mi caso lo tuve porque me asiste una profesional desde que empezó esto de la pandemia, el coronavirus te lleva puesto en 15 días”, asegura con convicción.

El joven jachallero, por eso, agradece a todos los que lo acompañaron y llegó a responder hasta 15 llamadas diarias. Las de su familia provenían todas de su departamento, aquí en nuestra provincia. Además, tuvo asistencia en sesiones de Reiki “a distancia” que pudo llevar adelante con guías y música que le prepararon y Ho'oponopono, una técnica que practica hace muchos años. “Yo no creo en ningún Dios, sí en la Pachamama y en las buenas energías de la gente. Sé que rezaron por mi recuperación y sentí cada buena intención. Todo fue importante”, manifestó.

“La familia se enferma con vos”

La última vez que Marcelo abrazó a sus padres y familiares sanjuaninos fue en la primera quincena de enero. Nunca pensó encontrarse en pleno septiembre sin haber regresado ni un solo día. Conociendo la preocupación que reinaba entre sus seres queridos debido a su trabajo en el Hospital, es que le pidió a su hermana que le diera la noticia de su hisopado positivo.

Marcelo aguarda volver a la trinchera en el sistema de salud y pronto poder donar plasma.

“Consideré que era mejor así por el impacto emocional que esto genera. Desde ese momento, la familia se enferma con el infectado de COVID. Ellos se sintieron compungidos, destruidos por dentro y con razón porque yo estoy en la trinchera contra este virus. Estamos lejos y por videollamadas, era todo tratar de verme, de ver cómo estaba y transmitirme gestos de fuerza. Toda la contención familiar en este tiempo venía de ellos; de mi San Juan y lamentablemente, la idea de la muerte los sobrevoló. Les pedí que se informaran por medios oficiales; que no se guiaran por las redes sociales que son vehículos de datos falsos y nocivos. Considero que mi familia fue muy hidalga y supo cargarme en sus hombros y acompañarme”, confesó.

Junto con esa red de contención, Marcelo estuvo en contacto por WhatsApp y redes sociales con otras personas que transitaban la infección para darse fuerzas y compartir lo que sentían también en el cuerpo. “El desafío pasa por humanizar el COVID. Compartir qué es lo que uno pasa, cómo transita la enfermedad y lo imprescindible de cuidarnos. Esto no es una simple gripe y ni hay que ponerse del lado irresponsable de pensar que “en algún momento me voy a contagiar”. Nos tenemos que cuidar y cuidar al otro. Los que nos enfermamos no somos un número más de las estadísticas. Podemos transitar el coronavirus como asintomáticos, tener algunos síntomas o todos y hasta perder la vida en esta lucha de 15 días. Es muy agresivo”, pone en relevancia.

Y por eso llama a la reflexión a los sanjuaninos al destacar “esto de las juntadas entre amigos y las reuniones familiares masivas, es una película que hace un mes y medio ya vimos en Mendoza. Hoy tenemos una tasa de contagios que llega a los 500 por día, hay más de 15.000 acumulados, una alta tasa de mortalidad y las UTI llenas. Hasta los hospitales pediátricos se han convertido en hospitales para adultos y estamos cerca de ver personas asistidas en los pasillos porque no hay más lugar. Tenemos que tomar conciencia y ojalá, los sanjuaninos resistan y no lleguen a esto”.

Soldado de una nueva batalla

Marcelo siente las heridas de una guerra que nunca imaginó pelear. Asegura que le ha quedado un fuerte dolor en la cintura y en la espalda que le impide aún erguirse bien. Tras el alta, salió de su casa a caminar y a la cuadra y media debió parar porque se agitó mucho. “Hasta 8 meses puedo sentir estas secuelas. Esta pelea no es gratuita. Por eso, insisto en que ahora como recuperado quiero ayudar a generar conciencia”, remarcó.

En tanto, aguarda la confirmación para poder ser donante de plasma. “Donaré todas las veces que el cuerpo me lo permita. Confío plenamente que la sanación es colectiva y los recuperados somos por ahora la vacuna y la esperanza para quienes la están luchando”, sentenció.

Galería de fotos

Comentarios