Historia en pandemia

Tener un almacén en la zona de frontera de San Juan y enfrentar 2 desafíos: el coronavirus y la crisis

La familia Aguirre Castro tiene un almacén a pocos metros del control de El Encón. "Mayormente el transportista sigue, no se para en el pueblo pero tenemos un miedo mayor", aseguró el dueño.
viernes, 31 de julio de 2020 00:00
viernes, 31 de julio de 2020 00:00

Los camiones transitan a menos de 500 metros de su almacén. Salen del puesto sanitario y de control, donde se someten al test rápido o hisopado, y transitan por ruta 20 rumbo a su destino. Algunos están de tránsito. Otros deben ir a "descargar" en algún lugar del Gran San Juan. Pero ninguno puede detenerse fuera de su meta. Pese a esto, hay quienes no cumplen y se convierten en una amenaza para las comunidades. 

Precisamente eso es lo que vive la comunidad de El Encón, donde se encuentra un pequeño almacén que con mucho sacrificio y años de trabajo supo levantar una familia. Natalia Aguirre y Osvaldo Castro son sus dueños y también viven allí. En el local venden de todo, desde bebidas, fiambres y verduras hasta golosinas, mercadería y productos de librería. 

"Al estar este pueblo en la frontera de la provincia, no tenemos otra fuente de trabajo. Con esto de la pandemia, no podemos salir a trabajar afuera y más cuando uno es comerciante. Ahora se vende la mitad de la mitad de menos que antes. Mi primo se dedicaba a traer bebidas, vender agua envasada y todo lo traía de Mendoza que es más barato y más corta la distancia pero ahora no lo puede hacer", comenzó contando Osvaldo Castro a Diario La Provincia SJ.

Su ritmo de voz es acelerado. Está impulsado por la desesperación de no saber qué le depara el futuro. Su mujer lo mira y asegura que todo cambió por la pandemia, especialmente las posibilidades laborales y económicas. "Y eso que no ingresó el virus", señaló Natalia que es mendocina pero se vino a vivir con su marido a San Juan. 

El hombre nació en El Encón, de donde es oriundo también su padre. Estuvo 17 años viviendo en Mendoza, probando suerte, y allá conoció a su mujer con quien tuvo 3 hijos que hoy tienen 6, 15 y 17 años de edad. Hace 18 años ambos decidieron radicarse en esa localidad de 25 de Mayo y si bien siempre la vida allá fue dura pero muy tranquila, hoy se enfrentan a un doble desafío: el miedo a que ingrese el coronavirus al pueblo y quedar azotados por la crisis económica que el aislamiento genera.

"Con todo esto del aislamiento, cambió todo. Lo que es mercadería, verdulería y carne, se puede comprar en San Juan pero los productos de librería y otras cosas que teníamos para vender, ya no porque es más caro. No trajimos más de Mendoza y tampoco compramos en la ciudad y por eso se nos acotaron mucho los recursos", aseguró Osvaldo quien divide su semana entre el almacén y la crianza de animales campo adentro. Además, antes de la pandemia, trabajaba también en un frigorífico en Mendoza con su tío.

"Cada 3 o 5 meses me iba a trabajar a Mendoza porque soy cortador de carne y mi tío tiene un frigorífico. Ese laburo es bien pago y para seguir subsistiendo en El Encón, que no hay otras fuentes de trabajo, siempre me iba a trabajar allá durante 2 o 3 meses. Con lo que ganaba allá se lo metía al negocio. Pero ahora no podemos hacer nada de eso", lamentó subrayando que están "atados de pie y de mano. Lo único que nos ha salvado es que hemos podido comprar chivitos y mandarlos en colectivo a San Juan y hacer esas monedas a parte. Pero acá la situación es crítica".

El acecho del virus

Cubiertos ambos con grandes tapabocas, mantienen la higiene y los cuidados de manera muy estricta. No dejan que nadie entre sin tomar las medidas de seguridad y cuando algún transportista llega, son atendidos desde la ventana. El alcohol en gel es su gran aliado y el respeto a todas las medidas de sanidad.

"El miedo al virus está y creo que acá en El Encón se ha respetado más los cuidados que en la Ciudad. Yo voy a Caucete cada tanto y allá andan sin barbijo y no respetan la distancia. Yo voy a comprar y llevamos alcohol y siempre a la distancia", aseguró. 

El pueblo es chico, no tiene más de 400 personas que viven en casas, algunas muy distantes unas de las otras. Son pocos y se conocen todos porque hay pocos almacenes, una gomería, un comedor, un Centro Integrador Comunitario (CIC) y una escuela. Desde el puestero hasta el comerciante, se conocen y están en la misma situación.

"Mayormente el transportista sigue, no se para en el pueblo pero tenemos un miedo mayor que es por los enfermeros y policías que están en donde se hacen los hisopados. Ellos vienen y cuando uno se agarre el virus y atienda a alguien de El Encón, chau El Encón. No hay nadie que no se junte con nadie acá. Ése es el problema que tenemos", lamentó.  

Tanto para Osvaldo como para Natalia, este virus "vino para quedarse como tantos virus" y de ahora en más significará "convivir con esto" y para ello necesitarán "seguir cuidándose hasta que salga una vacuna segura". "Nos va a cambiar la vida porque nos ha enseñado a respetarnos más como persona, saber vivir el día a día. Nos ha tenido encerrados, más allá que tenemos una libertad distinta acá en el campo que en la ciudad", finalizó.

 

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