Historias

Luchar contra el cáncer en época de coronavirus: la batalla que se libra en Oncología del Hospital Rawson

Se trata de médicos y enfermeros de oncología pediátrica del Hospital Rawson, quienes no suspenden tratamientos por la pandemia. Historias de personas que forman una “gran familia” en un lugar muy especial del nosocomio.
miércoles, 29 de julio de 2020 00:00
miércoles, 29 de julio de 2020 00:00

Separado de los demás sectores, en el primer piso del Hospital Rawson existe un lugar en el que se respira esperanza. Innumerables peluches, juguetes y grandes personajes de películas imprimen magia a las salas. Desde la entrada, amplias paredes de colores con divertidos dibujos y mensajes marcan un camino. Cuando un paciente llega en brazos o de la mano de sus padres, los ojos de todos “se achinan” y empiezan los juegos y bromas. Parece una fiesta en un lugar donde el cariño se respira.

Se trata del área de oncohematología pediátrica, donde funciona el Hospital de Día. Allí año a año muchos chicos comienzan sus tratamientos contra el cáncer y este año sumaron la incidencia de la pandemia. En los ojos de esos niños se pueden ver más amores que miedos, a pesar de que muy de cerca sus madres o padres no esconden las lágrimas. 

“Se trabaja con pacientes especiales en el sentido de que son inmunocomprometidos y de patologías crónicas. El equipo de acá también lo conforman los papás ya que son quienes están con ellos, además de la preparación como personas que tienen las enfermeras, debido a que es complejo cuidar y asistir a estos pacientes. En el contexto de la pandemia “mezquinamos” aún más a nuestros chiquitos ya que son a quienes atendemos de forma diaria y que por este virus doblegamos cuidamos. Decimos que son “nuestros” no por posesión sino porque los vínculos que creamos con ellos son especiales, muy estrechos”, cuenta emocionado el doctor Pablo Correa Daneri, del área de Oncohematología del hospital, a Diario La Provincia SJ.

Este área especial se vio completamente transformada por el protocolo Covid, ya que anteriormente a la pandemia funcionaba también con oncología de adultos. Fue entonces que debido a la aparición del coronavirus, se decidió separarlos para evitar el riesgo de posible contagio, ante la “peligrosidad” que los más de 70 chiquitos que cursan sus tratamientos actualmente representan a los adultos.

Pacientes con la doctora Silvina Gómez

El rincón especial del Hospital de Día continúa con los pacientes que no pueden dejar su tratamiento oncológico por la aparición del coronavirus.

“Sentimos que somos una gran familia, de a poco se van sumando integrantes y otros se van para comenzar una nueva vida. Sin embargo no se van para siempre ya que queda el vínculo y de alguna forma, acá o afuera, nos seguimos encontrando. Pasamos mucho tiempo con ellos, a veces más que con nuestras propias familias, por eso se genera un vínculo que indudablemente aporta al tratamiento”, agrega en médico en compañía de las enfermeras Lorena Vetere, María Vargas y Elsa Pedernera, quienes desde hace un poco más de tres años asisten a los pequeños con cáncer.

Allí se atiende al ciento por ciento de la población oncológica pediátrica de San Juan, y es uno de los hospitales de referencia zonal a nivel nacional. “Hemos tenido cuatro pacientes de San Juan que estaban haciendo el tratamiento oncológico en Buenos Aires, en el Garrahan, y que sus padres solicitaron el traslado acá por la cuarentena. Hicimos un protocolo de recepción de pacientes para quienes están en tratamiento, ellos no pudieron volver a la casa o ir a un hotel porque si bien estaban en tratamiento ambulatorio en Buenos Aires es una provincia con circulación viral, por lo tanto podían ser portadores del virus”, relató la jefa del área, la doctora Elizabeth Arrieta.

Fue desde entonces que con la ilusión de estar más seguros en San Juan, se armó un protocolo que indica que los pacientes oncológicos que regresen a la provincia, deben internarse en el área Covid de pediatría durante 15 días junto con su mamá, y el papá sí va a un hotel a cumplir la cuarentena. Además son sometidos a los hisopados de rigor posteriores a un hisopado negativo de no menos de 48 horas, con el que deben llegar desde Buenos Aires.

Hasta el momento, San Juan no ha tenido pacientes pediátricos de oncología con Covid aunque en la Argentina ya hay 29, y en todos los casos pudieron seguir el tratamiento, siendo dos de ellos los registrados con infección severa. “El paciente oncológico presenta dos situaciones, una es el cáncer que no puede dejarse de tratar, y la otra la infección viral que puede ser leve, moderada o severa. Al momento de decidir, en la mayoría de los casos se optó por seguir con el tratamiento oncológico más allá de tener Covid, esa es la premisa de la Argentina”, explica Arrieta.

Siguiendo estos cuidados, los profesionales médicos de oncología del Hospital Rawson no ingresan al área Covid cuando un paciente oncológico está ahí y usan la tecnología a través de videollamadas para evitar el riesgo de contagio. Allí se atiende al ciento por ciento de la población oncológica pediátrica de San Juan con sólo cuatro médicos que dirigen la batalla. Sin embargo no están solos ya que otros soldados, los enfermeros de onco acompañan los procesos que a veces significan un esfuerzo único por la cantidad de trabajo.

"En nuestro caso es más fácil que un paciente nos contagie a que entre nosotros nos contagiemos el Covid, ya que compartimos pacientes. Es por eso que trabajamos en equipos 15 días en el Hospital y 15 días desde la casa. Ahora estamos todos trabajando al mismo tiempo debido a que San Juan no tiene circulación viral", señala Arrieta.

"Cuando te vas a tu casa te llevas toda esta carga emocional que crees que estás acostumbrado, pero que influye en todo lo demás. Como en una gran familia, a veces nos vemos contentos y otras veces no. Además de administrar medicación compartimos afectos y eso hace que este lugar sea muy especial. Los re mañoseamos ‘a nuestros niños’”, suman por su parte las enfermeras del Hospital de Día, en medio del tratamiento de quimioterapia a una pequeñita que disfruta de un cariño único.

Los pacientes que llegan y “viven” durante un largo tiempo en el área oncológica son sorpresivamente los mejores preparados para afrontar la etapa de distanciamiento sociales que transita San Juan por el coronavirus, debido a que en sus vidas diarias ya están acostumbrados al uso de barbijo y a la no concurrencia a lugares con muchas personas. “El temor es por su patología de base, en el caso de que se contagiaran la evolución suele ser diferente”, señala Arrieta con el miedo de llegar a vivir esa situación en el Hospital.

Pese a todo eso, los “jinetes de oncología” que batallan con los chiquitos, continúan enfrentando los miedos comunes de atravesar una pandemia, en medio de un clima de alegrías y festejos en pos de arrancar las sonrisas más puras, que hoy se expresan a través de los ojos.

“Sentimos una gran angustia ya que pensamos en nuestras familias. Somos médicos y sabemos que estamos expuestos a muchas patologías y lo elegimos igual, pero nuestras familias no. Entonces nos angustia el no saber si podemos llegar a estar contagiados y tenemos que ir a casa. Con los pacientes es igual, lo que vemos es una mayor cantidad de problemas sociales relacionados a la situación económica, sumados a la situación de un diagnóstico nuevo de oncología, es algo muy duro para ellos y por eso es cuando más compañía tenemos que brindar”, asegura Arrieta.

Recuerdos de momentos especiales y la ilusión de volver a vivirlos

El Hospital de Día guarda decenas de sillas para tratamientos de quimioterapia, y con ellos historias plasmadas que viven en el recuerdo de los médicos y enfermeras. Allí se sienta Mía, la pequeña que mientras recibe la medicación, juega y disfruta de películas y cosquillas de “sus ángeles guardianes”.

“Acá celebramos cuando un paciente se cura y recibe el alta, aunque ahora no lo podemos hacer, es un momento muy especial para todos. Antes de la pandemia logramos celebrar un baile con los chiquitos de acá y se sorprendieron al vernos vestidas y bailando con ellos, ahora pensamos en que tuvimos la fortuna de hacerlo antes de que todo esto pasara”, señala María con emoción en los ojos y escondiendo una sonrisa debajo del barbijo.

La ayuda es mutua entre el equipo, en ese lugar se realizan las infusiones de medicación y se colabora con los médicos en las pensiones y habilitaciones de catéteres. Es por eso que las chicas y los médicos se convierten en “los padres” del hospital de cada pequeño.

“Nos ha pasado de que después de cinco años llega un nene a invitarnos a su cumple y lo desconocemos porque creció y en muchos casos les creció también el pelito y están muy diferentes, pero es una alegría que no se compara, verlos bien y haciendo su vida. Vamos al centro y nos reconocen y saludan y abrazan, es único”, finaliza Lorena mirando a la pequeña Mía.

 

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