25 de Mayo

Historia en pandemia: el verdulero que recorre las calles de El Encón con el altavoz

El verdulero se enfrenta al desafío diario de vender recorriendo las calles del pueblo ubicado cerca de la frontera de San Juan. La gente teme comprar frutas por miedo a "estar con coronavirus" y apuestan a la verdura de chacras locales.
lunes, 27 de julio de 2020 00:00
lunes, 27 de julio de 2020 00:00

La voz se escucha a lo lejos, que recorre las calles. No se ve de donde viene pero todos los del pueblo lo reconocen. "Es el verdulero, va por el otro lado de la ruta", aclara un vecino del pueblo de El Encón, en 25 de Mayo. El vendedor transita con su "verdulería móvil" que lleva un altavoz por el que se escuchan las promociones del día: "3 kilos de cebolla 100 pesitos", "cambiamos una batería vieja por una bolsa de papas", "dulces de membrillos" y luego alienta "vaya saliendo señora".

En el rastrojero va Sergio Rodríguez (28) y Alejandro Montaño (22) quienes llevan a la venta la verdura todas las semanas al pueblo y llevan un mensaje esperanzador: "todo va a mejorar". 

"Es algo complicado lo que vivimos. Se trata de vender lo más barato posible por la situación que se está pasando. Tratamos que sea lo más barato para que se pueda consumir y la gente no transite tanto por la calle", comenzó explicando Sergio a Diario La Provincia SJ.

La verdulería móvil nunca se detuvo pese a la cuarentena porque es una actividad esencial que se pudo desarrollar tras obtener los permisos para transitar de 9 de la mañana a 19 horas de corrido. Durante todo este tiempo, estuvo en permanente contacto con los vecinos que no solo compraban lo que iba vendiendo sino también expresaban sus temores y consultaban qué pasaba en otros puntos por donde él andaba.

"Lo que más tiene miedo la gente es comprar fruta porque viene de afuera y desconfían. Nosotros llevamos alcohol en gel por seguridad más que nada", agregó el verdulero que lleva 14 años dedicado a esta labor y luego subrayó: "hay mucha gente que lo ha tomado sin responsabilidad".

Sergio es padre de 3 chicos de 3, 7 y 9 años e edad y es consciente que "todos estamos expuestos al coronavirus, pero lamentablemente hay que salir y pechar para adelante". Por ese motivo anda en la calle para y sobre todo pensando en que no falte la comida diaria en el plato. 

"Tengo familia y se complica el tema de la casa cuando no hay nada para comer, porque esto es vivir el día a día. Me pasó cuando fui a vender a La Chimbera en los primeros días de la pandemia y me dijo un policía que me fuera. Entonces le hice un comentario para que me dejara trabajar. 'Me estas corriendo a mi y hay gente en la esquina tomando... vos no me vas a venir a dar el dinero de lo que voy perdiendo si no vendo'", recordó.

Junto a él, va Alejandro quien se sumó hace pocas semanas a la venta ambulante de verdura. Fue después de que quedara sin trabajo y decidiera apostar a esto para que no le falte nada a su pequeña hija de 2 años y su mujer. Por la pandemia perdió todas las posibilidades de ingreso económico y cuando le propusieron esto no dudó en aceptarlo.

"Empecé a salir porque no hay laburo y tengo familia, tengo que llevar el plato de comida a la casa. Tengo una nena que está por cumplir 2 años, es chiquita", dijo con voz pausada y pensativo. Luego reconoció que le da miedo que se de la circulación del coronavirus y no solo termine él contagiado sino transmitiendo la enfermedad a sus seres queridos. 

"Nosotros andamos por todos lados y tenemos el temor al coronvirus. Yo le tengo miedo por la familia porque uno anda en la calle y vuelve a la casa y uno nunca sabe si nos contagiamos o no", destacó. 

Mientras hablan, de a poco se van acercando algunos compradores. La distancia se mantiene y pese a que las promociones se escucharon durante todo su recorrido, la gente le pregunta cuáles tiene. Algunos ya vienen con su batería de vehículo viejo para cambiarla por la bolsa de papas. Otros le preguntan de dónde es la verdura y sin dudarlo, el vendedor le aclara que la trajo de las chacras de Médano de Oro mientras que la papa y la fruta del Mercado Concentrador de Rawson.

Uno que otro chiste se cruzan y en la mirada hay cierta esperanza que todo saldrá bien. "No se preocupe madre", indican con voz pausada a la clienta que se retira con tranquilidad.

 

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