Historia

Cuando el corazón late en medio de la pandemia: sanjuanino se sometió a un trasplante y debe volver a Buenos Aires

Se sometió a un trasplante pocos días antes de que se declarara la cuarentena. Pudo regresar a San Juan el 30 de mayo y ahora debe volver a Buenos Aires, en medio del brote del coronavirus.
lunes, 20 de julio de 2020 00:00
lunes, 20 de julio de 2020 00:00

27 de noviembre de 2019: sus ojos se cerraron y su corazón se detuvo. La desesperación invadió a su familia y el dolor de una muerte súbita los envolvió. Sin embargo fue reanimado y eso lo "trajo nuevamente a la vida". Tenía una segunda oportunidad y para poder vivirla necesitaba un trasplante de corazón. A fines de febrero pasado, cuando en el mundo ya se hablaba del avance del coronavirus, Julio Platia ingresó a un quirófano y se sometió a la operación en el hospital Italiano, en Buenos Aires. Lo superó con éxito pero el COVID-19 llegó al país y le puso nuevos desafíos.

Julio (54) es sanjuanino, padre de 3 jóvenes de 17, 21 y 24 años de edad. En la provincia es muy querido como DT en el campo del hockey y en los últimos meses tuvo que afrontar diferentes situaciones que hoy recuerda con una sonrisa.

"El problema mio viene desde hace 7 años. El año pasado se agravó. Tuve 3 recaídas durante el 2019. El 27 de noviembre tuve una muerte súbita. Vinieron los vecinos y me desperté. Cuando abrí los ojos vi una persona de blanco y pensé 'me morí y no me despedí de mis hijos y de mi mujer'. Abrí los ojos y vi que estaban todos llorando. Ahí entendía que había vuelto. Me internaron y me dijeron que me había dado una arritmia mala", relata con voz pausada Julio a Diario La Provincia SJ. 

Sentado en el comedor de su casa, con una enorme imagen de fondo de Jesús de la Misericordia, por su cabeza van pasando una a una las anécdotas que vivió hasta entrar al quirófano a fines de febrero pasado. Por aquel entonces el corazón le llegó de Salta, de un joven que perdió la vida víctima de un hecho violento. 

"Estuve en la lista de pretransplante 7 días y me llegó el órgano. No lo podía creer, era una bendición de Dios. El médico entró a la habitación del hospital y me dijo 'esta noche hay operativo' y no entendía. Me dijeron te vamos a preparar a las 2 de la mañana. Mi mujer se largó a llorar porque sí entendía. Cuando me dí cuenta de lo que iba  pasar me largué a llorar. La operación duró 11 horas y en ningún momento tuve miedo, estaba encomendado a Dios", agrega.

Su evolución fue rápida y el 13 de marzo le dieron el alta médica sin embargo en las calles y en todos los medios ya se hablaba del avance del coronavirus. Dos días después, el presidente Alberto Fernández anunció que se venían medidas estrictas para prevenir los contagios, entre los que estaba la suspensión de clases desde el 16 de marzo, el cierre de las fronteras y mayores controles en los puntos limítrofes. El 20 de marzo, directamente comenzó la cuarentena estricta. Ya nadie podía moverse y con eso, Julio y su esposa Graciela quedaron varados en Capital Federal, el lugar donde más rápido avanzaba la COVID-19.

"Cuando vino la pandemia me tuve que quedar allá. Me sirvió porque me hicieron 3 controles más, 3 biopsias que dieron perfecto al igual que los estudios de la sangre. Andábamos asustados allá. Estábamos encerrados permanentemente en el departamento. Cuando me decían que tenía que hacerme los estudios, tenía que ir volando. Eran 4 cuadras, era cerquita. Y la verdad que no podía estar encerrado todo el día, me volvía loco. Hasta creí que tenía coronavirus. Me tomaba la temperatura todo el tiempo y tenía bien, pero era la locura de estar encerrado en un departamento tan chico", recuerda.

Mientras habla mira a su mujer. Ella fue su mayor sostén en Buenos Aires lejos de sus hijos y encerrado entre cuatro paredes para no contagiarse. Al ser inmunodeprimido, por el propio trasplante, sabía que al mínimo error se podía contagiar y eso le podía costar la vida.

 "La gente no respeta nada en Buenos Aires. La primera semana no se vio a nadie en la calle pero en cuanto la flexibilizaron a la cuarentena un poquito, la gente no respetó nada y el coronavirus es una enfermedad que hay que respetar. Le tengo miedo, la respeto y trato de cuidarme. Pero es algo muy malo y deseo que pase rápido.. Cuando llegamos acá, allá se puso peor, nos vinimos justo", señala Graciela trayendo a la memoria aquel 30 de mayo que volvieron a San Juan.

Por aquel entonces el regreso tuvieron que hacerlo en un colectivo, en el que venían 58 repatriados. Los peligros estaban latentes en cada kilómetro que hacían. Muchos de los que iban en el interior de la unidad no respetaban los mínimos cuidados y el miedo que alguno de ellos trajera el virus estaba pendiente en todo el recorrido. Sin embargo, no tuvieron que lamentar algún contagio.

Cuando llegaron a San Juan, Platia y su mujer fueron aislados en un hotel donde tuvieron que cumplir el aislamiento estricto. Fueron días de alegría por estar en estas tierras pero de angustia por no poder ver a la familia de cerca. "Estuvimos ahí 14 días guardados, era una cárcel. De un lado pasé a otro, era todo un problema pero le decía a mi mujer que esto iba a pasar, como pasó allá. Teníamos que tener paciencia", subraya Julio. 

El desafío de volver a Buenos Aires en medio de la pandemia

Este lunes, Julio tenía que volver a Buenos Aires para someterse a un nuevo control, con la toma de 3 muestras del corazón para biopsia. Sin embargo no viajó porque aún no consigue cómo ir de manera segura en lo sanitario a Capital Federal. El control en el hospital Italiano le va a permitir saber si su cuerpo sigue aceptando el órgano o comenzó a rechazarlo, lo que significa que el viaje es fundamental para vivir. 

"Estoy muy preocupado porque el médico quiere que vaya. Me esperaban el lunes y no tengo cómo ir. Tiene que ser en una ambulancia, o sea de forma terrestre y cuando vuelva tengo que hacer cuarentena de nuevo. Allá no hay lugares para alquilar y está muy peligroso por el coronavirus. Va a ser una semana de terror porque allá está muy feo. No quiero ir pero lamentablemente tengo que hacerlo por el bien mio. Pasé por tantas cosas muy feas y ahora esto no puede detenerme. Voy con fe que no me va a pasar nada", señala Julio. 

Los médicos lo esperan hasta el 28 de julio, como fecha límite, porque su condición sigue siendo delicada. Si ahora la biopsia sale bien, el próximo chequeo será en 3 meses y luego en 6 meses.

El problema es que el virus avanza a pasos agigantados en Buenos Aires y Capital Federal. Sólo este domingo se detectaron 3.876 personas contagiados y si bien desde este lunes se pasa a la fase 3 con más libertades de circulación, la situación sigue siendo compleja y más para los grupos de riesgo. 

Un encuentro pospuesto por la pandemia

Uno de los mayores deseos que tiene hoy Julio Platia es fundirse en un abrazo con la madre del chico que le donó el corazón. Su nombre se preserva públicamente por la Ley Nacional 24.193, que rige la donación y trasplante de órganos y que prohíbe taxativamente el conocimiento público de la identidad. Más allá de esto, Julio y su familia saben quién es y ya se pusieron en contacto con la familia para agradecerle.

"Mi mujer tuvo contacto hace 10 días. No sabía cómo comunicarse y encontró por facebook a uno de los hermanos. Es una familia muy humilde y yo quisiera ir para allá para agradecerle a la madre. Tengo ganas de abrazarla y decirle que tengo el corazón de su hijo. Estoy muy agradecido", subraya el DT.

Con la mirada cargada de nostalgia y sueños mirando al futuro, ya se puso esto como su primera meta. Asegura que cuando pase la pandemia hará lo posible para "ir y abrazarla".

"Me estoy emocionando y falta mucho pero quiero agradecerle que tengo el corazón de su hijo", finaliza Julio sosteniendo fuere en sus manos un pañuelo con la cara del Cura Brochero.

 

Galería de fotos

Comentarios