Historias de cuarentena

Estudian Enfermería, la pandemia reafirmó su vocación y se preparan para enfrentar al coronavirus

Las hermanas Paula y Florencia Arias y su cuñada Lía Castro están en segundo año de la carrera y nunca imaginaron que les tocaría prepararse para una batalla contra un enemigo aún gigante. Tampoco, que abrazarían con más fuerza una profesión vital.
jueves, 16 de julio de 2020 00:00
jueves, 16 de julio de 2020 00:00

En esta historia, los cabos se atan solos. El lugar de encuentro es una vivienda del barrio ATSA 4, ubicado detrás del Hospital Marcial Quiroga y nos encontraremos con tres estudiantes de Enfermería. Sí, todo remite a la sanidad en la vida de nuestras entrevistadas. Allí están ellas, las hermanas Paula y Florencia Arias y su cuñada Lía Castro, impecables con sus chaquetas de prácticas, aquellas que con las que hicieron las primeras prácticas, identificadas como alumnas de Universidad de Congreso, sede San Juan.

Hoy, las lucen para las fotos con Diario La Provincia SJ y con el deseo expreso de poder llegar con ellas otra vez a los hospitales y centros de salud. Es que la pandemia por coronavirus les impide completar, por ahora, esa parte de su formación; la que más disfrutan ya que se encuentran con ese ámbito del que tanto desean ser parte y desplegar su formación. Ellas quieren servir al sistema de salud y a los pacientes que tanto necesitan a los enfermeros, humanitarios y profesionales.

Más allá de todo lo que este cuatrimestre significó para ellas, con el gran cambio a las clases virtuales, están más seguras que nunca de lo que quieren ser. La pandemia no las asusta. Todo lo contrario, las motiva a estar mejor preparadas y seguras. Y en este camino, se mueven en equipo y como tal, juntas lograrán su objetivo.

Sentadas a su mesa de estudio, copada por cuadernillos con innumerables hojas, libros de Enfermería y sus computadoras revelan que los primeros días de cuarentena fueron complejos en su barrio. “Por estar muy cerca del Hospital, pasaban drones que tenían sonido. Repetían incesantemente que estuviéramos en casa. La policía pasaba también con sus altoparlantes. Era algo de película y realmente sentimos miedo”, dijo Florencia.

Y Paula detalló: “el coronavirus nos cambió la vida. A lo que pasaba en nuestro barrio, se sumó que no tuvimos clases presenciales. En la semana prevista de inicio de clases, en marzo, en vez de arrancar un lunes comenzamos un miércoles en la plataforma virtual. Era todo nuevo y tanto los profesores como nosotros fuimos todos aprendiendo en ese camino. Nos fuimos adaptando. Pero el primer mes fue difícil”.

Agregó que “comenzamos a ayudarnos entre nosotros a través de grupos de WhatsApp para saber cómo entrábamos a las clases; había muchas dudas sobre cómo usar Zoom. Debimos informar con un formulario a la universidad, por ejemplo, quiénes tenían Internet en sus casas. Nosotras mismas no teníamos en ese momento porque decidimos cambiarnos de empresa y hubo demoras. En ese momento, empezamos a arriesgarnos”.

Y es que las jóvenes, para no perder clases, tenían que trasladarse a la casa de Lía, muy cerquita de la de ellas. “Nos íbamos corriendo rápido. Sabíamos que nadie podía salir pero nosotras teníamos que cursar. ¿Cómo íbamos a perder el año? Con esfuerzo y dedicación, llevamos la carrera al día y ahora más que nunca queremos recibirnos. No falta nos nada. Sabemos que fue una locura y tuvimos miedo e incertidumbre, pero lo hicimos”, confesaron. Es que su tecnicatura universitaria es de 3 años y las tres se han puesto como meta recibirse juntas. No quieren perder tiempo. Lía tiene hijos y quiere ser ejemplo para ellos como profesional. Por su lado, Paula y Flor sueñan con ser enfermeras y ayudar a su mamá que es peluquera.

La pandemia las enfrentó a los inconvenientes económicos también. “Hemos sobrevivido. Es así. Mi mamá no podía trabajar y mi novio, que arregla celulares, tampoco. No sé cómo hacíamos pero pagábamos la cuota de la universidad y con lo que quedaba, nos arreglábamos para el mes. Afortunadamente, no nos subieron la cuota y eliminaron los intereses por no pagar en una fecha determinada. Eso ayudó mucho”, comentó Paula.

Sin embargo, les tocó el duro golpe de ver cómo otros compañeros tuvieron que abandonar por la crisis económica. “Nos ayudábamos, nos unimos como grupo y por eso, fue muy triste ver que personas que aman la Enfermería y son excelentes estudiantes, dejaron de cursar. A los que trabajaban y se les complicaba estar en todas las clases, les grabamos los audios y se los pasábamos. Tenemos compañeros que son auxiliares de Enfermería y tenían que prestar servicios. Nos pusimos en su lugar y nos dimos una mano”, destacó Flor.

Lía apunta que en este tiempo rogaban que no se les rompiera la computadora, ni tuvieran cortes en la señal de Internet. En eso, Paula y Flor recuerdan que ellas tienen solo una compu y que, cuando tienen que hacer un trabajo, se alternan para hacer cada una el suyo.

Además, entre risas, remarcan que para poder rendir sus parciales, con la cuarentena más flexibilizada, tomaban todas las medidas sanitarias (uso de barbijo y alcohol en gel así como el  distanciamiento social) para recibir a sus compañeros que no tenían Internet. En su sala de estudio, que tiene hasta un pizarrón que siempre está lleno de anotaciones, hubo lugar para todo lo que favoreciera la vocación.

Lía sentencia “pudimos terminar esta parte del año y nos preparamos para rendir nuestros primeros exámenes finales por Zoom. Estamos nerviosas pero entusiasmadas. Agradecemos no haber perdido clases ni mesas. Pero la pandemia nos ha perjudicado en las prácticas. Estamos dispuestas a hacerlas cuando sea: en el verano o durante el año próximo. Lo que se habilite. Es una parte fundamental de nuestra formación”.

Seguras, listas y unidas

Ana y Florencia se inscribieron como voluntarias para sumarse a Salud Pública en caso que las necesitaran para los hospitales de campaña. Ellas lo tienen claro: quieren sumar desde su lugar. “La pandemia fortaleció nuestro amor por la Enfermería. Jamás dudamos de la vocación. Cuando entramos este año, las profesoras nos dijeron que tenían que prepararnos muy rápido sobre todo lo que era coronavirus, protocolos de medidas sanitarias y de bioseguridad. Pasaron links para cargar nuestros datos para ser voluntarios por la pandemia si hubiera muchos contagios. Sabíamos que iban a llamar primero a los chicos de tercero pero nosotras estábamos listas. Había predisposición de todos los compañeros y nos anotamos. Queremos ayudar”.

Mientras mira su tensiómetro y el termometro, los que llevaba a las prácticas, reflexiona: “te puede tocar pasar por situaciones así trabajando y uno no se puede echar para atrás. No sentimos miedo de ir a trabajar; el tema es volver a la casa con la familia. Y a infección es muy rápida”.

Flor cuenta que “mi mamá tiene prediabetes y mi cuñado, mal de Chagas y un problema en el corazón. Lo hablamos con mi mamá y le dijimos que nos íbamos a anotar. Lo decidimos porque si en algún momento nos iban a necesitar sabemos que un porcentaje importante de los infectados si no es el mayoritario, corresponde al personal de Salud. Si nos llaman, vamos a ir. Ella nos decía: ¡No! ¡Qué han hecho! Pero después, lo comprendió”.

Y Lía, con su mirada de mamá, sentencia: “no podemos ser enfermeras pensando que seremos inmunes. Somos personas y amamos lo que elegimos. Como familia, nos queremos y vamos a cuidar las tres. Eso nos da la seguridad para seguir formándonos y muy pronto, dar lo mejor a quienes están sufriendo”.

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