Rocío Herrera Marín, tenía 16 años cuando dejó este mundo. Luchó durante dos años contra una enfermedad cardíaca, que paradójicamente le hizo ganar el corazón de cientos de argentinos. Cumplió sus 15 años estando internada en el Hospital Rawson, y entre el personal, los voluntarios y la familia, lograron hacerle su fiesta en el mismo nosocomio. Meses después, se instaló en el Garraham en donde confirmaron que padecía de una Miocardiopatía Restrictiva Hipertrófica Biventricular.
Con mucho miedo pero valentía se sometió al trasplante. Abrió los ojos, soportó tratamientos invasivos, volvió muchas veces al hospital, incluso un día tuvieron que intervenirla por un importante sangrado. Los médicos salieron del quirófano y le dijeron a su madre que solo un milagro podía salvarla. Rezó y Dios la escuchó. Rocío se levantó de la cama y aprendió a vivir con esas nuevas sensaciones que el corazón de su ángel donador le brindaban.
Pasó por muchas etapas de rehabilitación, y cuando parecía que ya estaba bien, cerró sus ojos para siempre. De esto, este sábado 9 de mayo, se cumple un año. "Fue una gran guerrera, que nos dejó una enseñanza de vida. La luchó hasta el final y le puso su sonrisa a todo el mundo a pesar de lo que estaba sufriendo. Los médicos del Rawson y del Garraham la amaban, y ese cariño me lo dejó a mí, es una fortaleza. Estoy muy agradecida por toda la gente que puso su granito de arena desde que empezó esta enfermedad hasta que partió al cielo", contó conmovida su madre Viviana a Diario La Provincia SJ.
"Quiero agradecer al Hospital Rawson y al Garraham completos, médicos, enfermeros, personal de limpieza, de seguridad; la gente del Centro Cívico y de la Casa de San Juan en Buenos Aires, que siempre nos apoyaron, al Gobernador y los intendentes de Caucete y sus funcionarios de las dos últimas gestiones. Hay gente de todo el país que todavía me escriben y me fortalecen, son personas que estuvieron o que están en la misma situación que nosotros y nos ayudamos a transitarlo. El Hotel Espalda, la Giralda y el Molino, en donde nos brindaron su ayuda en nuestra estadía en Buenos Aires. A los de Incucai, Inaisa, Continuar Vida, la casa para padres y el plantel de psicólogos del Garraham, y tantas personas que estuvieron al pendiente de nosotras", expresó la madre con dolor y agradecimiento.
Debido a la pandemia no se pudo hacer ningún tipo de celebración religiosa, por eso desde la familia piden que que recen por su alma. "Ángel de la eternidad: ha pasado un año que Dios te llamó para que seas su Ángel más bello, con esa sonrisa tierna y una paciencia única que nos trasmitías paz. En la tierra nos dejaste con un vacío enorme, pero también con una enseñanza de fortaleza por eso siempre serás Nuestra Guerrera hasta el final", el mensaje que le dedicaron su madre Viviana, sus hermanos Romina, Roberto, Silvina, su abuela Victoria y su sobrina Magalí.
Su historia
El 14 de mayo del 2017 fue una visagra en su vida. Ese día se desmayó por primera vez, y a partir de ahí, todo se transformó en una eterna espera por recuperar su vitalidad. "Empezó con una descompensación. La llevé al César Aguilar, pero me la devolvieron a casa. A la media hora le volvió a dar, se desmayó, la volví a llevar, le hicieron un electro y en minutos la trasladaron hasta el Rawson", recordó la mamá Viviana Marin. A partir de ahí quedó internada por seis meses en San Juan.
El segundo golpe fue el 29 de julio, con el fallecimiento de Rafael Herrera, su papá. Otro guerrero que peleó contra el cáncer por más de diez años, y que pese a que ya sabían que iba a tener ese desenlace, igualmente la afectó anímicamente.
El festejo de los 15 años es una tradición latina con la que la mayoría de las chicas sueña. Rocío los cumplió mientras estaba entre las paredes del nosocomio. Sin embargo, no fue un momento triste, todo lo contrario ya que entre el personal del hospital, su familia y las voluntarias de CUVHONI le hicieron el merecido festejo.
En octubre llegaron a Buenos Aires para hacerle un estudio más complejo, y allí encontraron que su condición era un poco más grave de lo que se creía. Toda la parte derecha de su corazón no le funcionaba, por lo que empezó un tratamiento con medicación, que entre otras cosas, disminuía la presión de los pulmones.
Ese mismo mes entró a la lista de emergencia nacional en espera del órgano que finalmente llegó. El 25 de marzo ingresó a quirófano para controlar un sangrado irregular y a fines de abril del 2018 recibió el alta; pero su corazoncito no andaba bien y el 5 de junio volvió a entrar a cirugía. Su vida transcurría entre medicamentos y controles pero finalmente había logrado volver a su casa en San Juan y estar con su familia.
El jueves 9 de mayo del 2019, alrededor del mediodía, Rocío se sintió mal, la llevaron hasta el Hospital César Aguilar, pero no pudieron hacer nada, y a las 14.00 horas dio su último aliento, dejando a una provincia sumida en el dolor.