Cambios

Hacer delivery en cuarentena, una actividad laboral que va creciendo en San Juan

Hace un año esta actividad estaba con poca demanda, hoy es una de las más convocantes en las ofertas laborales. Conocé 3 historias de sanjuaninos que apostaron a este trabajo en época de crisis.
lunes, 20 de abril de 2020 08:11
lunes, 20 de abril de 2020 08:11

El pasado 20 de marzo, el ritmo y actividad en la Argentina cambió 100%. Ese día entró en vigencia la Cuarentena Total y Obligatoria para la circulación de todos los argentinos como medio de prevención ante el avance del coronavirus. La mayoría de las actividades se frenaron, sin embargo de la mano de las exceptuadas surgió un trabajo que vino a potenciarse: el servicio de delivery.

Leandro, Raúl y Fernando son sanjuaninos y trabajan haciendo delivery en diferentes rubros desde almacenes hasta distribución de comida o alimento para mascotas, entre otros. 

Leandro Jofré tiene 27 años de edad y desde hace 4 años se desempeña haciendo delivery. Hoy trabaja repartiendo pachatas a la parrilla todas las noches y mercadería durante el día en un mini market. Este último trabajo lo sumó ahora, en tiempo de cuarentena.

"Últimamente con la cuarentena ha aumentado muchísimo y con horarios más acotados porque ahora trabajamos de 20 a 23 horas. Después de ese horario los controles de la policía son muy exigentes", comenzó explicando Leandro a Diario La Provincia SJ, quien es papá de un bebé y convive con su mujer.

Este giro lo ha empezado a observar ahora desde que está la cuarentena pero confiesa que la labor de dellivery "antes se había echado mucho para abajo".

El hecho de trabajar en la calle con el mano a mano, Leandro debe enfrentar muchos miedos ante los peligros que corre con la inseguridad o el coronavirus."Todos tenemos miedo, inclusive yo. Con mi trabajo tuve que ir a hoteles donde hay personas aisladas. En la casa los cuidados son extremos. Me baño en alcohol cuando llego a casa, dejo todo en la puerta", aseguró, destacando que cuando se para a hablar con sus colegas observa que "la mayoría está trabajando mucho, por suerte".

El mismo pensamiento comparte con Raúl Olivares. Él tiene 25 años de edad y comenzó a trabajar en el delivery hace menos de un mes. El joven no tiene una familia para mantener pero sí gastos para enfrentar semana a semana. Por eso decidió enfocarse en este trabajo una vez que cerró el local en el que trabajaba.

"Cuando cerró el restaurante me quedé sin trabajo, sabía que se venía dura la mano y por eso no me demoré en empezar a buscar. En el diario ví que había varios que ofrecían trabajo de delivery, así que me acerqué a un par y bueno, acá estoy. Soy repartidor en una verdulería y en la noche llevo la venta de pizzas, lomos", agregó destacado que lo primero que le preguntaron cuando fue a las ofertas laborales fue si tenía moto, requisito excluyente.

Raúl confesó que siente que su futuro como delivery se va a extender varios meses pero no quiere pensar todavía qué pasará luego. "La gente tiene miedo y yo también, no sabemos qué va a pasar con todo esto. Sí tengo miedo por el coronavirus si llega en julio cuando haga frío pero trato de no pensar", señaló destacando que siente que ahora va a aumentar aún más la oferta laboral con delivery ya que se abre otros mercados como zapaterías, tiendas, librerías, etc, que van a requerir de este trabajo.     

Reconvertirse con el uso del auto

Federico Ruiz no tiene moto y eso le complicó conseguir trabajo como delivery. Él tiene 37 años de edad y antes de la cuarentena tenía un café frente a la plaza 25 de Mayo que se llamaba "El Sucucho". Sin embargo los altos costos de mantenimiento y la imposibilidad de generar ingresos, lo impulsaron a no darle continuidad. Hoy trabaja como repartidor de alimento para mascotas y se la rebusca.

"Entes que empezara esto tenía un café. Después de mucho sacrificio lo coloqué ahí. El alquiler era de 36 mil pesos, fuera de los impuestos y dos chicos que tenía como empleados. Se me hacía imposible darle continuidad y por eso cerré. Cuando pasó esto venía con un mes peliándola y tuve que devolver la llave del local, me quedé sin trabajo. Dejé al día todos mis compromisos y me quedé sin un peso, sin nada", lamentó.

"En ese momento no tenes a nadie, los amigos que pensás que tenes desaparecieron todos. Salió la posibilidad, necesitaba hacer algo, tiré curriculum por todos lados y nadie me llamaba. Salí a caminar y pasé por la dos locales de venta de alimentos para mascotas y les conté mi situación, que necesitaba trabajar sí o sí", señaló confesando que le cuesta salir pero lo hace por la necesidad que lo impulsa el hecho de tener 2 hijos, de 10 y 14 años.

"Soy de Santa Lucía y me piden en Chimbas alimentos y voy para allá. Me piden en Albardón y me voy para allá. Se hace muy difícil. Tal vez en el día me fue bien pero lo gasté en nafta todo lo que recaudé", agregó. 

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