La voz reflejaba su sentir. Pausado, pensativo y con un nudo en la garganta que por momentos quedaba al descubierto. Manuel Fernández, más conocido como Manolo, es hoy el alma del tradicional Súper de calle General Acha. Allí hasta hace unos meses se respiraba mucha vida y movimiento. Hoy los pasillos están vacíos, con poca luz y una gran soledad que genera dolor en quienes eran habitué.
Sin embargo, Manuel con su gente le pone "el pecho a las balas" y le da vida al fondo del tradicional pasillo. Con sus sabrosas paellas, pescados y mariscos, sabe que esta Semana Santa no será igual a otros años pero se debe a sus clientes y por ellos y sus empleados, el local sigue abierto bajo las estrictas normas de higiene y salud que requiere su permanencia.
"Es muy triste todo esto, por uno, por los empleados que viven el día a día. Es muy triste, está muy apagado. No es el fin del mundo pero no estamos acostumbrado a esto", comenzó expresando Manolo a Diario La Provincia SJ.
Cuando Manuel transitó por primera vez los pasillos del Súper tenía apenas 8 años de edad. Hasta allí llegó de la mano de su padre que tenía la cantina y en aquel lugar fue creciendo y conociendo todo el "folclore" que caracterizó a cada rincón de ese espacio. Hace más de 50 años que transita por los pasillos de domingo a domingo y lo que le toca ver ahora es algo que nunca imaginó pasar.
"Desde que tengo uso de razón, nunca pasó algo así. Han habido Semanas Santas con menos afluencia de gente pero nunca esto. Es otra cosa el Súper sin la mesa puesta, sin gente, es la situación que hay y tenemos que vivir", agregó reconociendo que después de que pase la pandemia se vendrán momentos muchos más difíciles de la mano de los problemas económicos.
Es que la mayoría de los locales ahí adentro cerraron y, de hecho, en el fondo del Súper sólo permanece su cantina "de pie". Allí trabajan con delivery y retiro del mostrador, pero ya no se pueden ver las mesas vestidas para comer en el lugar. Y eso ha hecho que la circulación de la gente disminuya en cifras alarmantes en comparación a hace unos meses.
"Es una Semana Santa con muy poca gente, tenemos como el 70% menos que el año pasado. Sin nada de gente en el comedor. El único que trabaja soy yo. Es triste, pero hay mucha gente que la va a sufrir mucho, muchos comerciantes. Lo va a sufrir el patrón y el empleado. Después de esto hay un achique de todo porque para que se reactive va a ser difícil", explicó.
El Viernes Santo del 2019, la Cantina de Manolo hizo entre 40 y 50 paelleras completas (cada una en promedio alcanza para 20 personas), hoy prevé hacer menos de 15 paelleras pero cree que puede llegar a vender 3 o 4, a pesar de que está solo en el mercado.
"Todo el mundo va a tener una pérdida, se tendrá que trabajar un par de meses para recuperar, pagar lo que se debe a los empleados y las boletas de a poco", lamentó con pesar.
La porción de paella, de la que comen bien 2 personas, está a 340 pesos, el mismo precio que se venía vendiendo hasta hace unos meses. Este viernes permanecerá abierto para que los sanjuaninos vayan a buscar su paella y no perder la tradición.