Lo que sería una noche de diversión en medio de unas vacaciones en Cuba, terminó siendo el momento que cambió sus vidas. Así comenzó la historia de amor de la sanjuanina Agostina Carlini y el cubano Heyner García, quienes desafiaron sus propias fronteras para estar juntos.
"El viaje a Cuba no lo tenía planificado pero ya que me iba de visita a Estados Unidos, pero un amigo me convenció de que lo acompañara en lo que sería su último viaje, ya que se le vencía la visa en el país. Fuimos a México, era una época donde habían muchos argentinos en Cancún", comenzó recordando Heyner a Diario La Provincia SJ.
Los planes eran diversión y vivir lo más posible la vida que el paradisiaco lugar ofrece a quienes llegan para disfrutar de sus playas. Todo concurría normal, hasta que conoció a una sanjuanina.
"Con mi amigo fuimos a un conocido boliche, en una de las veces que él fue al baño conoció a cinco sanjuaninas de quienes me habló y me dijo que debíamos conocerlas porque eran muy divertidas. Cuando llegamos al grupo la vi y enseguida le dije que era ella (Agostina) quien me gustaba, "la chica de vestido blanco", sin embargo rápidamente mi amigo me dijo que no tendría suerte con ella", recordó entre risas.
Pero lo mejor estaba por pasar... "Insistió para que demos vueltas por el boliche pero yo me quedé y le dije 'Agostina, quiero bailar contigo' y se ruborizó. Quise robarle un beso pero fue todo en vano, ya que definitivamente me gustó la 'más pesada' del grupo", agregó.
Entre charlas y bailes la noche terminó y Heyner debía viajar al otro día. Agostina también, sin embargo esa noche no se despidieron sin antes sellar lo que sería el primer paso de su gran amor.
"Cuando estábamos afuera del boliche me emocioné porque no podía ocultar la esperanza de que algo sucediera... pero ella tan parca como de costumbre me miró y siguió de largo y yo, dibujé mi sonrisa más agradecida por la bonita noche que me regaló". Pero no termino ahí "Agostina volvió sobre sus pasos, mirándome fijamente, y mientras acortaba distancia, yo ya sabia que me robaría un beso, solo que esta vez me hice el desinteresado, ella posó sus labios sobre los míos violenta y sensualmente".
Ese beso, fugaz pero intenso, fue suficiente para el joven cubano enamorado que no dudó en cambiar sus pasajes y quedarse una semana más con Agostina, para vivir "la mejor de la vida".
"Lo demás es para un libro, viajé a San Juan soñando que esa semana en Cancún podía extenderse y así fue. Todo nuestro contexto es difícil pero aún seguimos batallando, solo porque nos amamos, porque nada d lo que hacemos tiene sentido si el otro no está", finalizó.
Con el tiempo los jóvenes sellaron su amor frente al altar, sin importar las distancias que en algún momento volverían a vivir, y sabiendo que sin dudas fue el mejor viaje de sus vidas.