Historias

Perdió a sus papás con COVID y él también se contagió: "para algunos serán un número, para mí eran mis padres"

El sanjuanino Rolando Riveros afronta el duelo por la muerte de Lila Moreno y Santiago Riveros, que partieron con 12 días de diferencia. Duras experiencias con el sistema sanitario marcaron cada día. "Todavía espero el resultado de mi hisopado", asegura.
domingo, 8 de noviembre de 2020 14:05
domingo, 8 de noviembre de 2020 14:05

Rolando Riveros es sanjuanino y asegura que quiere mucho a su provincia. Vive y trabaja en gestión cultural, en el ámbito público en Córdoba y viajó hace un tiempo para acompañar a sus padres. Ingresó tras certificar su salud con un PCR negativo y lo que vendría después fue un golpe más que duro.

Sus padres Lila Moreno y Santiago Riveros murieron con coronavirus con 12 días de diferencia. Toda una vida juntos, 3 hijos y un camino de esfuerzo y vocación. Ella como docente y él, como mecánico de tractores. "Mis viejos tenían 87 y 85 años. Para algunos pueden ser grandes, para otros jóvenes, para otros un número. Para mí eran mis padres. Sé de personas que han pasado situaciones similares; conozco muchos casos y que no se difunden. La pérdida de mis padres es la pérdida más grande. Pueden tener la edad que sea que su partida va a doler muchísimo. Ellos podrían haber estado con nosotros un tiempo más", destacó Rolando a Diario La Provincia SJ, ya recuperado también de coronavirus aunque el resultado del hisopado hasta el momento no le llegó.

Lila llevaba meses de espera por una cirugía que no se concretó y es más, la respuesta que tanto aguardó llegó cuando ella había partido. "Mi madre tenía una obstrucción severa en la válvula aorta; la tenía calcificada. Por ello debía someterse a una cirugía muy simple pero muy costosa. Estamos hablando desde 20 a 30.000 dólares por una válvula. En junio iniciamos los trámites en OSP y el que ella pasara por esa intervención le iba a dar más años de vida. Generalmente tiene muy buenos resultados y los pacientes son, generalmente, adultos mayores. El día después que ella fallece llegó una notificación trasladando al equipo quirúrgico que dieran una respuesta. Esto pasó, también, después que saliera publicada una carta al lector hecha por mi mamá sobre su situación porque no contestaban ni resolvían su caso", detalló Riveros.

Lila, una vida dedicada a la docencia. Incluso después de jubilada, dictaba clases a adultos.

En esa espera es que el coronavirus atacó a Lila y se descompensó. Su familia hizo todo para que fuera internada y asistida. "El protocolo, en el momento en que mi mamá enferma, indicaba que los pacientes COVID tenían que ser trasladados al Hospital Rawson o al Marcial Quiroga. Cuatro horas estuvieron arriba de la ambulancia porque no tenían camas en el Marcial Quiroga; esto fue el mes pasado. Ella ingresó, le hicieron el hisopado y le dio positivo. Mis padres tenían dos personas que la cuidaban, en la mañana y en la noche, así como también contacto mínimo con otros familiares. No sabemos a ciencia cierta cómo se contagió; sólo tenemos una idea pero no una certeza", marcó.

Su cuadro se complicó y lamentablemente, desencadenó su muerte: “como tenía COVID, sus restos fueron cremados y no pudimos despedirla, con todo lo que eso implica”.

La muerte de Lila desencadenó un duelo que desvastó a su esposo. Se había ido el gran amor de su vida y con quien había formado su familia. "Tras el diagnóstico de mi mamá, pude llevarlo a un laboratorio para un análisis de sangre por anticuerpos y mi padre no tuvo que bajarse del auto para que lo testearan. El resultado fue negativo. Sin embargo, se empezó a venir abajo después de la muerte de mi madre. No quería comer, hacía una década que tenía un bypass y se deterioró. Hasta el día que falleció mi mamá, se manejaba solo. Pero a los 12 días de morir ella, fallece él", señala Rolando, que fue quien estuvo con sus padres en la casa. Con sus hermanos, residentes también en San Juan, se acompañaron y apoyaron. Juntos afrontaron la muerte de Lila, el pasado 9 de octubre y la de Santiago, el 21 del mismo mes.

Debido a que cuando se detecta un caso COVID en una familia, sus contactos estrechos tienen altas probabilidades de contagio y más si son adultos mayores con comorbilidades; todo le indicó a Rolando y sus hermanos que su papá también se enfermó. "Creemos que sí tuvo COVID porque manifestó síntomas y él tuvo febrícula. Pero no se hacen hisopados domiciliarios a quienes no se pueden trasladar por sí mismos. Entonces llevarlo para un PCR o a internarlo a sabiendas que no había camas y además, abandonarlo porque no se puede cuidar en una sala COVID, no nos pareció conveniente. Médicos a los que consulté me aconsejaron que lo tuviera en casa y en el medio de eso, gestioné en el PAMI un módulo para internación domiciliaria. Según la gravedad te autorizan hasta un ayudante terapéutico que era lo que yo pedía porque no podía solo. De las dos personas que lo cuidaban; una dejó de venir en la noche por prevención de COVID. Sin embargo, el médico de cabecera se demoró una semana e incluso, cuando él fallece se registró otra situación", manifestó.

Y puntualizó: "el médico del servicio de ambulancias ECI no me puede hacer el certificado de defunción. Entonces le llamo por teléfono al médico de cabecera. Me dice: “en 20 minutos paso por esta estación de servicio y te lo doy". En vez de venir para acá para hacerlo como corresponde. Más allá que el otro médico le corroboró todo, su obligación era acercarse y constatar el fallecimiento”.

Con dos pérdidas demasiado dolorosas y todas las complicaciones por las que pasó, Rolando perdió el olfato, un síntoma de COVID. "En general, puedo afirmar que lo transité muy bien. Yo vivo en Córdoba y por eso, me asesoré con médicos de allá. Por tanto, seguí el protocolo de Córdoba y me indicaron Ivermectina. El olfato lo perdí 19 de octubre (dos días antes de la muerte de su papá) y un día después me hice el hisopado. Hasta el día de hoy, 7 de noviembre, todavía no me pasaron el resultado. Tampoco me han llamado. Tuve que recurrir a averiguarlo por intermedio de un médico para que me confirmara el PCR que era positivo. Por supuesto que seguí el protocolo e hice la cuarentena encerrado en casa. Mis hermanos también estuvieron en cuarentena y no la pasaron mal tampoco, afortunadamente".

Dos vidas que se fueron; un ejemplo para toda la vida

Lila y Santiago construyeron su familia en base a valores, amor y mucho trabajo. Orgullosos, transmitieron a sus hijos ejemplos que les marcan el camino. Sus muertes abrieron paso a un doloroso duelo.

"Mi mamá era docente. Fue maestra rural, semirrural y llegó al cargo de vicedirectora. Trabajó mucho en Caucete y también en Chimbas. El presidente Raúl Alfonsín en 1986 le dio una medalla reconociendo que durante 5 años nunca faltó a la escuela. Tocaba el piano, daba música; como maestra rural era todo. Ella se jubiló pero cuando salió el Plan Nacional de Alfabetización y siguió trabajando con adultos mayores", reseña Rolando. Lila trabajó en las escuelas Provincia de Mendoza, Bernardino Rivadavia y Honorio Pueyrredón, donde se jubiló.

"Mi papá era mecánico de tractores. Llevaban los vehículos a mi casa o él iba a las fincas. Los dos aportaron 60 años a la obra social y en el momento en que más lo necesitaron, no tuvieron la cobertura", afirma con pesar.

Rolando, que aguarda además los tiempos de rigor para poder ser donante de plasma de recuperado, reflexiona crítico: "a mis padres no me los va a devolver nadie como a otros cientos de sanjuaninos que han muerto o van a morir por coronavirus. Creo que hay que repensar dónde está el Estado presente. Tiene que estar presente donde realmente hace falta. Pero cuando queremos estar en todo, finalmente no estamos en nada".

 

 

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