Historia

Magdalena, la religiosa sanjuanina que ayudó con su alegría a los africanos

Magdalena Quiroga Yanzi es sanjuanina y el pasado 1 de enero cumplió 74 años de edad. Su historia de amor al Sagrado Corazón de Jesús la llevó a misionar en Benín, África donde fue espíritu solidario y alegre.
martes, 7 de enero de 2020 08:10
martes, 7 de enero de 2020 08:10

Magdalena Quiroga Yanzi es sanjuanina, tiene 74 años y una vida dedicada a la religión. Su amor a Sagrado Corazón de Jesús la llevó a comprometerse con causas en todo el país, Chile y África. Precisamente en el "continente negro" creó lazos muy fuertes que la llevó a amar esas tierras, su gente y su cultura. "Mi ilusión era morir en el África y que me entierren debajo de un baobabs", confesó la religiosa quien durante sus años allí insertó alegría a los que más sufrían.

"Para mi África fue un antes y un después en mi vida. África me purificó la mirada, me ensanchó el corazón. Fue descubrir una iglesia misionera universal realmente enraizada", comenzó relatando Magdalena en radio María. Luego agregó: “en África lo que hacemos es humanizar. Nuestra misión era ayudar a la promoción de la mujer y los niños, enseñarles el cuidado de sus hijos mientras ellas están embarazadas”.

Llegar hasta allí no fue fácil. Desde chica soñaba con ir a África y su meta siempre fue ir a ayudar a aquel continente donde las necesidades son muchas y extremas; y las dificultades se multiplican de a par. 

"Estando acá en el colegio, teníamos la famosa santa infancia que ahora es la infancia misionera, donde poníamos cierta cantidad de dinero y podíamos ser madrina de un niño de allá, y le poníamos un nombre. Con todo eso fui creciendo y siempre mi ilusión era ser misionera en África. Mamá nos alimentaba esa ilusión en la que nos contaba la vida de los santos y yo recuerdo que leía la de San Damián, que era de los leprosos. En mi infancia fuí creciendo con este deseo de ser misionera en África", recordó.

Cuando comenzó el camino de la religión entró con las esclavas, algo que para muchos era increíble. Ella venía de una familia muy católica con un tío dominico y con toda su infancia estudiando la primaria con una escuela también dominica. "Pero fue el Corazón de Jesús que me enamoró", reflexionó sobre por qué entró a esa congregación.

Por aquellos inicios supo que estaba el interés de enviar una misión a Tanzania y empezó e estudiar inglés con el fin de poder ir a ayudar a África. Sin embargo ese proyecto se vino a bajo y con éste su ilusión. Por eso dejó de estudiar, aunque luego lo retomaría para poder perfilar su misión fuera de Argentina.

"Luego se aprobó la apertura de una casa en África, estaba presente y me ofrecí pero ese año me eligieron conseja general y no podía salir. A los 57 años me jubilé y me fui a África, estuve 7 años. Para ir a Afrcia nos tenemos que ofrecer porque se considera un destino de alto riesgo, por el choque cultural, las lejanías de la familia, desarraigo de la familia", recordó.

Así fue como llegó hasta Benín y conoció otro mundo, gente hermosa de espíritu que la ayudó a fortalecer su amor a Jesús y su alma solidaria. Sin embargo su estadía allá duró poco tiempo y desde Argentina la volvieron a convocar para regresar pero esta vez a Tucumán. 

"Mi ilusión era morir en el África y que me entierren debajo de un baobabs. A los 64 años el instituto me dijo que me necesitaban acá, puse escusas, motivos fundamentos, pero me tuve que volver a un colegio de Tucumán como supervisora. Me produjo una desolación muy grande, me cambiaron la sabana africana por piso de mosaico, los baobabs por columnas de cemento. Pero ese año que volví murió mamá y haber estado en Argentina me permitió poder estar junto a ella, poder darle una mano a mis hermanas", recordó.

 

Comentarios