Historias

"La profanación del sagrario en Zonda me sacudió y cambió mi modo de ver a los presos del Penal de Chimbas": el fuerte testimonio del padre Víctor Hugo Gallardo

Era el párroco de la parroquia Sagrada Familia cuando ocurrió el hecho que conmocionó a la comunidad católica en 2015. Asegura que fue una situación que lo marcó en su carrera y en su vida de fe.
domingo, 25 de agosto de 2019 07:59
domingo, 25 de agosto de 2019 07:59

El sacerdote Víctor Hugo Gallardo aún se conmueve y se le nota en la voz. También en el énfasis de sus afirmaciones. La profanación del sagrario de la parroquia Sagrada Familia de la que era párroco, ocurrida el 22 de agosto de 2015, le impactó de tal manera que confesó públicamente haber llorado tras ver la caja destruida. Más aún cuando iba confirmando sus sospechas que vinculaban el hecho con rituales esotéricos que demandaban hostias consagradas para invocar al demonio. A cuatro años, remarca que sintió cambios en su vida y en su carrera. 

"Personalmente el hecho me sacudió emocionalmente desde el interior. Tomé una conciencia única de lo que había en el interior del sagrario. Creó en mí una conciencia de la humanidad de Jesús que, en la consagración de las hostias, se queda entre nosotros. Aunque fue maltratado de esa manera tan cruel, Jesús no dejó de amarnos, no dejó de acompañarnos. Mi humanidad pecadora y la de los que creemos en Él es, pese a ello, querida por Dios", señaló en diálogo con Diario La Provincia SJ.

Asegura que con el hurto del copón (que fue recuperado un mes después en Villa Lourdes en Rivadavia), "el hombre atentó contra Dios, ante su dignidad y su fragilidad, evidenciada en las hostias. Con acciones como esas lo seguimos mortificando, mal usándolo y destruyéndolo".

Con esa plena conciencia, el sacerdote manifestó que "hizo un salto" en su vida que o esperaba. "Cambió mi mirada hacia la gente y me ocurrió particularmente con los internos del Penal de Chimbas. Voy a visitarlos, a charlar con ellos; con quienes están condenados por haber atacado la humanidad de otros y causado un daño, en ocasiones irreparables como la pérdida de la vida. Han cometido delitos sensibles para la sociedad; algunos más que otros. Entonces, mi aprendizaje fue cambiar la perspectiva: cómo puedo yo amar al modo de Jesús y enseñar a querer a Jesús Misericordioso que siempre perdona, más allá de todo", destacó emocionado.

El sacerdote señaló que no asumió una tarea sencilla y que "el aprendizaje es constante. No es algo mecánico en mí poder entablar fácilmente ese vínculo. Cuesta y es un desafío. Poder escucharlos, asistirlos en la fe y saber que toda persona merece el amor de Jesús. Hay que practicar la empatía".

En ese ejercicio, el padre Víctor contó también que suele tomar su bicicleta para recorrer Caucete; en especial la zona de los asentamientos donde muchas familias no saben que es el párroco departamental. "No voy como cura, porque si me presento así la charla cambia. Voy como un vecino más a conversar con ellos y me encanta. Aprendo mucho y puedo ser más parte de esta comunidad. La gente no sabe quién soy y se sorprende que me quede a conversar. Es algo muy enriquecedor".

Tras ser asignado a ese destino, nunca dejó de estar en contacto con la comunidad de Zonda donde asegura que la profanación del sagrario generó una fuerte unión. "Los visito siempre; me invitan a fechas especiales, a compartir gratos momentos y por supuesto que los asisto en momentos de dolor como la pérdida de un ser querido. Son vínculos que se alimentan y fortalecen", sentenció.

 

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