San Juan tuvo su propio Roberto Sánchez. Él se llamaba igual que el legendario Sandro de América y era famoso, claro que en otro rubro. Fue uno de los vendedores ambulantes más reconocidos y queridos de San Juan y todos sintieron su partida a los 74 años, en marzo del 2018.
En los últimos días, una foto suya en la que se lo ve ofreciendo sus revistas infantiles en el frente de la Escuela Normal Sarmiento en Capital, se viralizó en redes sociales. Lleva la leyenda "Si nunca le compraste a este vendedor no sos sanjua" y la compartió nada más y nada menos que una de sus hijas Carmen: "Seguro en el Cielo hoy. Hay una Gran Fiesta!!! Feliz Cumpleaños Papito!!!", escribió.
Su posteo fue un golpe al corazón y a la vez, a los mejores recuerdos. Fue compartido más de 1000 veces y cosechó casi 200 comentarios, todos recordando a Roberto de la mejor manera y su forma inigualable de vender. "Él en las noches estudiaba como ofrecer sus cositas que vendía. Hasta casi sus últimas horas de vida, él decía que era su propio jefe y se fijó sus horarios de venta. Con respeto y educación llegarás al corazón de todos y nunca te faltará el pan en tu mesa!!!, decía", recordó Carmen en una de las respuestas a la enorme cantidad de mensajes.
Roberto tuvo su espacio en Diario La Provincia SJ. Durante la época escolar vendía revistas y material didáctico para niños como rompecabezas, obras para colorear o libros de cuentos infantiles. Pero fuera del ingreso o egreso de los chicos de las escuelas, solía estar sobre avenida Libertador vendiendo porta tarjetas Sube o diferentes elementos de venta ambulante. Además solía transitar la Terminal de Omnibus en diferentes horarios también con sus bolsos de objetos a ofertar.
"Cuando no me encuentre, pregunte a los chicos de por acá (sobre avenida Libertador y Rioja) sobre dónde está Roberto Sánchez, el Sandro, el "loco Sánchez", dijo bromeando a este diario en diciembre de 2017. Era ambulante desde muy pequeño y tenía un "sello" que lo hacía diferente a cualquier vendedor. No solo era su tono de voz sino "lloren chicos, lloren", "vengan vean", solía decir mientras caminaba por las calles del microcentro o donde se parara para vender. Incluso siempre adelantaba "sí señora, ya me acerco por ahí", cuando se paraba en cualquier colectivo para vender entre los pasajeros.
Un merecido reconocimiento a uno de los personajes urbanos de San Juan que son inolvidables.
