Historia

Miguel Ángel, el sanjuanino de las nubes de azúcar que sigue el legado de su suegro

Su suegro le enseñó a hacer una fábrica de nubes de algodón de azúcar y también las mejores técnicas para que salgan perfectos. Hoy conquista a niños y adultos en las puertas de las escuelas.
lunes, 12 de agosto de 2019 09:29
lunes, 12 de agosto de 2019 09:29

Miguel Ángel Montaña tiene 31 años de edad y durante algunos años trabajó en un aserradero y como albañil. Sin embargo fue de la mano de un oficio enseñado por su suegro que encontró un trabajo estable que hoy le permite crecer con su familia. El padre de su mujer tiene 70 años, es "copero de azucar", hace nubes desde prácticamente toda la vida y le enseñó a trabajar de esto. Hoy es uno de los personajes urbanos que tiene San Juan en la puerta de los colegios y conquista a niños y adultos.

"Cuando conocía a mi señora, el padre trabajaba con los algodones. Yo al no tener trabajo, me dediqué a esto. Mi suegro me ayudó a armar una máquina y empecé a trabajar. Esto me alcanza para vivir todos los días, para pagar impuesto, vestir a los niños", comenzó expresando Miguel a Diario La Provincia SJ.

El golosinero contó que él con su suegro armaron de manera casera la máquina para fabricar los nubes de algodón de azúcar. Para ello usaron un cajón normal, un tacho disco con cobre y aluminio, y otros elementos que "con un toque de magia" le dan forma todos los días a esta golosina que nunca pierde vigencia pese al paso de los años.

"Trabajo con esto desde los 20 años. Ahora los copos son rosado y celeste, pero hago blanco, amarillo y verde. El rosado es el más típico porque es sabor a frutilla. Es el que más le gusta a los niños pero hay adultos que también lo compran para ellos. En el día hago de 80 a 100 nubes", explicó Miguel quien en las puertas de las escuelas de Capital y Santa Lucía vende junto a su hermano.

El algodón de azúcar tiene una confección muy particular: el esponjoso dulce no se parece a ningún otro producto comestible. Parece más ligero que el aire y da la impresión de que se evapora cuando roza los labios. El producto tiene una composición que se mantiene de generación en generación y que Miguel conserva gracias a los consejos de su suegro. 

"Mis hijos saben la cultura que tiene su padre, están acostumbrados y es un laburo decente para hacer algo. Seguiré con este trabajo porque nos ayuda pese a que hay días altos y bajos, buenos y malos", finalizó el hombre que es padre de dos nenas y un varón.

 

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