Historia

José, el indigente sanjuanino al que le quemaron el colchón con la frazada y le robaron la guitarra

José tiene 56 años y desde hace años vive en condición de calle. Hace unos días le quemaron el colchón en el que dormía con la colcha con la que se tapaba.
viernes, 12 de julio de 2019 00:00
viernes, 12 de julio de 2019 00:00

Camina entre los autos sin miedo, levantando un cartel hecho con un pedazo de cartón que dice solo dos palabras: "Ayudame Gracias". Para él, ése es su "cheque", con el que busca ganar unas monedas "para comprar una comida caliente en el bufet" de un supermercados de Rivadavia. Su paso es lento y los autos lo esquivan en plena avenida Ignacio de la Roza. José Gabriel Sierra tiene 56 años pero desde los 7 años vive en situación de calle. Este fin de semana se enfrentó una vez más al desprecio de la sociedad: le quemaron el colchón en el que dormía y la colcha con la que se cubría. Un tiempo antes, otros le robaron la guitarra que tanto cuidaba.

Su mirada por momentos se llena de lágrimas y por otro saca fortaleza y sonríe. Su piel percudida por el frío del invierno y el sol del verano, lo hacen parecer más grande de lo que es. Sin embargo no vivió siempre en la calle, sino que durante varios periodos de su vida pudo compartir un techo con sus hermanos a los que extraña y llora al recordarlos.

"Esto es un cheque no un cartel. Estoy viviendo en una situación de calle, abandonado por mi familia. Para mi esto no es fácil", comenzó expresando a Diario La Provincia SJ antes de bajar la mirada y con la voz entrecortada volver a levantar la vista: "me quemaron el colchón con las colchas. Le pregunté a una señora que estaba barriendo y me dijo 'los pibes te quemaron todo'. Esa noche no tenía con qué taparme. Hacía mucho frío y me regalaron un naylon. Con eso me enrosqué y dormí en el baldío".

Su condición de calle le enseñó las formas de soportar las bajas temperaturas de los crudos inviernos sanjuaninos. Con cartones que lo aislen del piso y las bolsas como rompevientos sabe que así también "se pueden pasar" las heladas bajo cero. José no tiene un lugar puntual dónde vivir. El mal momento de perder lo poco que tenía lo vivió en un baldío de calle 5 y España, en Rawson.

Luego decidió irse de ese lugar y buscar un nuevo refugio donde tal vez no lo discriminen. Eligió una zona de República del Líbano y Meglioli, donde una vieja construcción abandonada le sirve como techo. 

"Muchas cosas me pasaron. El desprecio de la sociedad es muy feo, la discriminación es muy dura. A veces me subo a un colectivo y todo se corren cuando me voy acercando. Me miran mal y se dicen cosas entre ellos. ¿Tengo olor a pata?, sí lo tengo, pero son las únicas zapatillas que tengo. Son más chicas que mi talle, por eso también ando con los dedos encogidos", relató.

José contó que lo que "más duele" es sentir el "abandono de la familia". Él sabe que le gusta tomar y le cuesta aceptar que necesita ayuda pero recuerda con gran añoranza los tiempos pasados. "Me hubiera gustado tener hijos, una esposa, pero no pude formar una familia", destacó siempre hablando con mucho respeto.

El hombre dice ser esquizofrénico y que le tiene mucho miedo a la noche porque no sabe si pasará el crudo frío pero sobre todo porque escucha voces que lo atormentan. "No quiero que venga la noche porque empiezo a escuchar voces en mi cabeza. No quiero que llegue la noche, empiezan las voces a salir de las paredes y me da temor", agregó.

Por eso asegura que se resiste a ir a alguno de los refugios que tiene el Estado. Asegura que nunca irá y que tampoco quiere acercarse a los comedores donde le pueden dar un plato de comida caliente. "Ahora estoy tratando de hacer unas monedas para comer en el bufet una comida calentita. Estoy cansado de los sandwich y fiambres", finalizó.

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