"Todo lo que hacemos, lo hacemos de corazón. Pueden faltar muchas cosas materiales pero el amor, el compromiso y la contención, nunca". Así definió Viviana Olmos al trabajo del Merendero La Defensa, que funciona hace dos meses en el Asentamiento La Defensa en la localidad de La Bebida, en Rivadavia. Ellas junto a cuatro mamás decidieron un día iniciar este proyecto para dar respuesta a una necesidad imperiosa entre las familias de la zona: que los chicos se alimenten mejor.
"La mayoría de los papás hacen changas; no tienen trabajo fijo y la comida empieza a faltar en la casa. Veíamos muchos chicos, de distintas edades, en la calle y sin ir a la escuela. Es porque no tienen útiles, ni guardapolvos y zapatillas. De a poco, vamos ayudando para que vayan a clases porque la educación es lo más importante", comentó la joven mamá de tres chicos a Diario La Provincia SJ.
El merendero empezó con mesas y sillas prestadas ubicadas sobre una calle pero "había peligro porque la gente quería pasar en motos y autos", dijo. Por eso, dos papás hicieron un salón improvisado con palos, caña y nylon pegado a la casa de Emilce Malla, la mamá que tuvo la iniciativa de empezar con el merendero. Por allí pasan mamás y papás con bebés desde dos meses de vida a chicos con edad escolar. "Estábamos conversando con Emilce y me comentaba que hacía tiempo quería empezar con una copa de leche para ayudar a los niños. Me dijo: ¿y si empezamos hoy?. Le contesté que me parecía algo apresurado pero me volvió a preguntar y le dije: "bueno, dale".
Contactaron a las otras mamás y juntas aportaron lo que tenían en su casa: leche, azúcar, cacao y sirvieron la primera merienda, en la casa de una familia muy humilde. "Ahora damos merienda lunes, miércoles y viernes y tratamos de ampliarlo a todos los días. Servíamos la leche o el té, de acuerdo a la mercadería que tenemos, a las 18 hs. y los chicos ya estaban esperando desde las 16 hs. Hay papás que almuerzan solo un té. ¿Cómo no los vamos a recibir para que también coman algo más?", dijo conmovida. Al lugar llegaron a asistir 65 personas que se anotan en una lista que llevan para controlar cuánta leche o té deben preparar.
Las mamás ponen, en gran parte, mercadería de sus bolsillos. El mobiliario y el anafe con el que cocinan es aportado también por ellas y vecinos. "Nos donaron una cocina pero nos falta una garrafa. Es que el anafe se nos rompe porque la resistencia eléctrica no aguanta tanto trabajo. Hasta tres ollas le ponemos arriba. En cuanto a la mercadería, nos traen donaciones por acá y otras nos dicen que las pasemos a buscar, pero muchas veces no tenemos cómo. Hacemos lo que mejor podemos. También nos donaron ropa y la seleccionamos, lavamos y perfumamos para entregar. Y cuando lo hacemos, le pedimos a quienes la reciben que valoren esa ayuda que es de corazón y viene a darles un alivio, porque cómo están las cosas no se puede comprar", destacó Viviana.
Mientras los chicos comen, ellas se sientan a su lado a ayudarles a practicar las tareas y a quienes no han podido empezar la escuela, a recordarles cómo se escribe y repasar los números. "No podemos, lamentablemente, darle un cuaderno a cada uno. Estamos tratando de conseguir porque queremos que vayan a la escuela. Mientras tanto, compramos afiches para que sean nuestro pizarrón. Este mes, unos chicos pudieron empezar las clases; tarde pero empezaron. Deben ir a la aprender porque la educación es importante para su vida y que no caigan en cosas malas que hay en la calle. Muchas veces están expuestos a cosas que no deben ver. Queremos lo mejor para ellos", señaló.
En eso, aparece la anécdota que muestra cómo la ilusión y la alegría de los chicos es lo que les da fuerzas para impulsar el merendero. "Los niños ríen, están felices acá. Se ponen contentos cuando les sale escribir su nombre en un papel o en el afiche. Y esta semana, los que dibujaban, hacían huevos de Pascua. Sueñan con recibir uno, aunque sea chiquito", detalló.
Para colaborar, se pueden comunicar a los teléfonos 0264- 5597313 y 264- 5507743.-